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a quienes Dios quiso dar a conocer cuál es la riqueza de la gloria de este misterio entre los gentiles, que es Cristo en vosotros, la esperanza de la gloria, (Colosenses 1, 27) © Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998)

Comentario al Nuevo Testamento (Serafín de Ausejo, 1975)



CAPÍTULO 1

Introducción

EL MISTERI0 DE CRIST0

1. El «misterio de Cristo» (Col_4:3) es el misterio del cristianismo. La intención de san Pablo al escribir su carta a la comunidad de Colosas es traer este misterio a la conciencia de los colosenses. Había un motivo apremiante para escribir esta carta: en la comunidad cristiana de dicha ciudad surgieron opiniones que amenazaban con oscurecer el misterio de Cristo. Había herejes que exigían la veneración de los «elementos del mundo» (Col_2:8.20), unida con un raro «culto de los ángeles» (Col_2:18) y la observancia de diversas prescripciones sobre el tiempo y la comida (Col_2:16s). Era una curiosa mezcla de elementos cristianos con elementos judíos y paganos, que convertían la fe en superstición. Esto era posible porque los colosenses aún no poseían el suficiente conocimiento del misterio de Cristo. Por eso, el Apóstol se esfuerza por descubrirles tal misterio, en cuanto es posible hacerlo en una carta.

2. El contenido del Evangelio que había llegado a los colosenses por medio de épafras (Col_1:5-7), puede sintetizarse en esta frase: Jesucristo es el Señor de toda la creación y el único salvador del mundo. Pero por la intervención de los herejes se puso en duda esta categoría inigualada de Cristo en el mundo de la creación y de la redención.

a) Jesucristo es el Señor de toda la creación. En él, por medio de él y con miras a él fueron creadas todas las cosas, y todas las cosas tienen en él su consistencia (1,16s). Por eso, Jesús también es la cabeza de todo principado y potestad (2,10). Por eso no es necesario venerar también junto a él con culto especial los «elementos del mundo», ni suponer que detrás de las cosas de la creación hay fuerzas misteriosas y divinas, puesto que de ellas sólo dispone Cristo glorificado, porque en él reside toda la plenitud de la divinidad (2,9). Para el cristiano, el mundo está liberado de ídolos y la magia, solamente es una criatura que existe para glorificar a su Creador y para el servicio del hombre. Por eso, el cristiano no confunde el Creador con la creación. Pero esto también le capacita para el servicio adecuado y objetivo de la creación.

b) Jesucristo es el único salvador del mundo. Sólo él es el gran reconciliador del mundo con Dios, y con su sangre impone la paz del fin de los tiempos (1,20). Como «primogénito de entre los muertos» (1,18) él es el principio de la nueva humanidad que tiene su cuna en la pila bautismal (2,12s). Desde su resurrección de entre los muertos, Jesús posee la plenitud del poder divino y de la vida de Dios, por lo cual todos los que fueron resucitados juntamente con él en el bautismo, también están llenos (2,10) de su vida divina, y ya poseen la salvación que vence la muerte, de tal forma, que no necesitan esperar con ansia otros supuestos salvadores, que les ofrecen los herejes. El Evangelio anuncia a todos los pueblos que el Salvador del fin de los tiempos ya está con ellos, más aún «en» ellos, y ellos ya tienen en él la esperanza de la futura gloria (1,27). Y así, Cristo, de acuerdo con la voluntad de Dios, ha venido a ser el deseo y el objetivo de toda la historia.

3. Pero la salvación de Cristo no le viene a nadie a las manos, ni se adquiere con prácticas extravagantes como las que recomiendan los herejes. La muerte con Cristo en el bautismo (2,11s) reclama que caminemos en él (2,6), que nos despojemos de la vieja condición humana y que nos revistamos de la nueva (3,9s), que procuremos que Cristo sea el Señor de todas las decisiones de la vida (2,6), independientemente del estado propio de cada uno (3,11.18; 4,1) y que cambiemos la dirección de la visión interior, mirando hacia «arriba», donde Cristo está sentado a la derecha del Padre (3,1s). «El misterio de Cristo», sobre el que habla san Pablo tan encarecidamente en la carta a los colosenses, tiene que producir también sus frutos en la vida cotidiana, para que se forme el «hombre perfecto», que el Apóstol querría presentar a Cristo en el juicio venidero (1,28). Cuando llegue el día en que vuelva Cristo, saldrá a plena luz el «misterio de Cristo», ahora todavía oculto, y se manifestará su gloria radiante (3,4). Esta era entonces y ésta es hoy la esperanza de los cristianos, que no se debe perder (1,23).

ENCABEZAMIENTO 1/01-02 1.

REMITENTE (1,1).

1a Pablo, apóstol de Cristo Jesús por voluntad de Dios,...

Pablo no es un cualquiera. Es apóstol de Cristo Jesús. No actúa ni escribe en virtud de unos poderes propios, sino porque le ha enviado Jesucristo, a quien la comunidad cristiana reconoce como su Señor. Según el testimonio del mismo Apóstol, esta misión la recibió Pablo cerca de Damasco, cuando se le apareció el Cristo celestial y le constituyó en su «instrumento escogidos, que debe llevar su nombre «ante los gentiles y los reyes, y ante los hijos de Israel» (Act_9:15)1 Entonces, Pablo vino a ser apóstol por vocación o llamamiento divino (Rom_1:1).

ésta era la voluntad de Dios2. Pablo, ya antes de su conversión, creía conocer exactamente como judío y como escriba la voluntad de Dios, por la ley que él había estudiado a fondo. «Aventajaba en el judaísmo más que muchos compatriotas coetáneos míos, siendo en extremo celoso de las tradiciones de mis padres» (Gal_1:14). Ahora, cerca de Damasco, experimenta la voluntad de Dios de una forma enteramente nueva, no ya sólo como expresión de lo que Dios santamente exige, sino como «luz del cielo» que le arroja al suelo (Act_4:3-4; Act_22:6; Act_26:13) y lo escoge «para el Evangelio de Dios» (Rom_1:1). Los profetas y los santos también han experimentado así la voluntad de Dios. Ellos fueron embargados formalmente por la voluntad de Dios. El cristiano también puede experimentar así la voluntad de Dios: como llamamiento sorprendente, categórico, a una tarea especial, que también puede echar al suelo la manera usual y querida de vivir, que el cristiano ha seguido hasta entonces. Pablo escribe como «apóstol de Cristo Jesús». Por tanto, su palabra como palabra del «enviado» vale tanto como la palabra del mismo Señor. Tiene fuerza autoritativa, obligatoria para las comunidades cristianas. Tiene que ser oída por nosotros. El mismo Jesucristo habla por medio de su apóstol 3.

1b... y Timoteo, el hermano...

Junto al Apóstol figura como segundo remitente Timoteo4, su especial «colaborador» (Rom_16:21) y estrechamente unido con el Apóstol, como «un hijo al lado de su padre» (Phi_2:22), como también se desprende de la conjunción «y», que enlaza los dos nombres. Tanto es hermano del Apóstol como de las comunidades. Pablo lo nombra como co-remitente y así lo hace participar en su poder apostólico; pero Timoteo ni es «apóstol de Cristo Jesús» ni escogido «por voluntad de Dios». Tiene una posición fraternal entre el Apóstol y las comunidades, está unido a los dos, encariñado con los dos. En esto se indica algo de la esencia del ministerio o servicio eclesiástico.

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1. Cf. también Gal_1:1.15.16; Act_22:15; Act_26:17-18

2. Cf. también 1Co_1:1; 2Co_1:1; Eph_1:1; 2Ti_1:1; y especialmente Gal_1:1; además Rom_15:32; 2Co_8:5.

3. Cf. también 1Th_2:13; 1Th_4:1; 2Th_3:6; 1Co_1:10; 2Co_5:20, 2Co_5:13, 2Co_5:2.

4. Cf. también 2Co_1:1; Phi_1:1; 1Th_1:1; 2Th_1:1; Phm_1:1.

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2. DESTINATARIOS (2Th_1:2a)

2a ... al pueblo que hay en Colosas, santos y fieles hermanos en Cristo.

La carta está dirigida a la comunidad de Colosas, ciudad situada en Frigia, a orillas del Lico, en su parte superior. El mismo Pablo no ha misionado allí, antes bien, la comunidad ha sido fundada por medio del colosense épafras (2Th_1:7; 2Th_4:12). Por él, el Apóstol ha sido informado sobre la comunidad de Colosas y de su situación espiritual (1,8), y le escribe una carta.

San Pablo, en la salutación, llama a los colosenses «santos» y «fieles hermanos en Cristo». Tal denominación es muy importante para que la comunidad cristiana, entonces como ahora, llegue a comprenderse a sí misma. El título de santos 5 vincula la comunidad cristiana al «pueblo santo» del Antiguo Testamento 6, al cual Dios ordenó: «Sed santos, pues que yo soy santo» (Lev_11:44). El pueblo de Israel era «santo» y debe serlo, porque estando separado de los demás pueblos por misteriosa elección de Dios y perteneciéndole a él de una forma especial, era propiedad de Dios. Ahora, la Iglesia de Jesucristo es el pueblo santo de Dios 7, es «santificada por el Espíritu Santo» (Rom_15:16) 8 y con la sangre de Cristo (Heb_13:12). La Iglesia, pues, ha venido a ser propiedad de Dios (Tit_2:14). Por consiguiente, cuando el Apóstol da a los cristianos el tratamiento de santos, les recuerda la elección que Dios hizo de ellos, y que los obliga a vivir de acuerdo con la voluntad de Dios. Mediante esta elección divina, la comunidad cristiana tiene una situación incomparable entre todas las demás colectividades que hay en el mundo.

Además, a los colosenses se les designa como «fieles hermanos en Cristo». Los «santos» son al mismo tiempo hermanos. Así se llamaban los cristianos, como ya hacían los judíos en la antigua alianza 9. En este conocimiento de la común fraternidad de los fieles, se revela una conciencia de una común pertenencia. Esta conciencia se funda en la comunidad, de los fieles en Cristo, el «primogénito entre muchos hermanos» (Rom_8:29), que «no se avergüenza de llamarlos hermanos» (Heb_2:11) y quiso «ser asemejado en todo a sus hermanos» (Heb_2:17). Cristo fundó una nueva y gran fraternidad entre los hombres, y ésta se muestra ya y actúa en la Iglesia. La Iglesia en el tiempo futuro será sobre todo una Iglesia de fraternidad, en una medida aún mucho mayor que hasta ahora.

De esta manera, la Iglesia, como reunión y asamblea de «hermanos» se hace, en medida creciente, señal y promesa para los hombres.

La carta del Apóstol a la comunidad de Colosas fue dada a conocer cuando estaba reunida ésta para el culto divino, para celebrar el ágape del Señor (cf. 4,16). Este es el lugar preferido, en que se muestra la santa fraternidad de los fieles de Cristo, es el sitio en que esta fraternidad se nutre de la carne y de la sangre del Hijo del hombre. Aquí la Iglesia se muestra a sí misma como colectividad «en Cristo», el cual forma el centro oculto de la Iglesia, desde el cual y para el cual vive ella.

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5. Este titulo no sólo se encuentra en san Pablo, sino también en otros escritos del Nuevo Testamento. Cf. Heb_3:1; Heb_6:10; Heb_13:24; 1Pe_1:15s; Jud_1:3; Act_9:13.32.41; Act_26:10, y con frecuencia en el Apocalipsis.

6. Cf. también Psa_15:3; Psa_23:10; Psa_73:3; Psa_84:4; Isa_4:3; Isa_62:12; Wis_18:9; Dan_7:18.21.27; 8.24; 1Ma_1:46; 1Ma_10:39; Exo_19:6; Hos_11:12; Jer_2:3.

7. Act_15:13-17; Rom_9:6-8; Rom_9:24-28; Gal_6:16; Eph_2:11-22; Tit_2:13s; Heb_2:17; Heb_8:10; Heb_13:12; 1Pe_2:9s.

8. Cf. también Joh_17:17.19; Act_20:32; 1Co_1:2; 1Co_6:11; Eph_5:26; Heb_2:11.

9. El nombre de hermanos también se lee fuera de las cartas de Pablo y, con frecuencia especial, en los Hechos de los Apóstoles, en la carta de Santiago, y en la primera carta de Juan. Este tratamiento correspondía al deseo del mismo Jesús (Mar_3:33 ss; Mat_23:8; Mat_25:40; Mat_28:10; Joh_20:17; Luk_22:32).

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3. SALUDO (Luk_1:2b)

2b Gracia a vosotros y paz de parte de Dios, nuestro Padre.

Los griegos saludaban diciendo «gozo» (khara), los judíos en cambio decían «paz» (shalom). El Apóstol saluda a sus lectores diciendo gracia y paz. Este es un saludo cristianizado, que desea a los lectores el favor benigno y benevolente de Dios juntamente con la paz que el mundo no puede dar (Joh_14:27). La gracia y la paz se relacionan inseparablemente con la salvación, que Dios nos otorga en Cristo. Esta paz ya fue anunciada por los profetas de la antigua alianza para el futuro tiempo de la salvación 10 y de nuevo fue anunciada a los pastores de Belén (Luk_2:14). Jesucristo, el Mesías, vino y «anunció paz a vosotros los de lejos, y paz a los de cerca» (Eph_2:17). Con estas palabras se hace alusión a los judíos y a los paganos que en la Iglesia forman una colectividad reconciliada de hermanos, el único cuerpo de Cristo (Eph_2:14-16).

Esta obra salvadora de gracia y de paz, según Col_1:2, tiene su origen y causa en el Padre celestial, que ha hecho anunciar «el Evangelio de paz por medio de Jesucristo. él es Señor de todos» (Act_10:36). El mensaje de paz del Nuevo Testamento incluye en sí el mensaje de Dios, Padre bondadoso, que es «nuestro Padre»; por medio de Cristo, el pacificador mesiánico, todos tienen el mismo «acceso» al Padre (Eph_2:18), todos los hombres experimentan también la fraternidad que hay entre ellos, y que se muestra sobre todo en el culto divino de la Iglesia.

éste representa la asamblea de los hombres, que son hermanos, y debe facilitar la experiencia de que «todos vosotros sois hermanos» (Mat_23:8).

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10. Isa_2:4; Isa_9:6; Isa_11:6-9; Isa_26:3; Isa_60:17; Mic_4:1-4; Zac 9.10.

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I EL MISTERIO DE CRISTO 1,3-2,23

INDICATIVO IMPERATIVO: Casi todas las cartas del Apóstol tienen dos partes: una parte teológica doctrinal y una parte ética. La parte teológica doctrinal precede siempre a la parte ética; presenta la cuestión de la acción salvadora de Dios, tal como se ha revelado en el acontecimiento de Cristo, y de este modo muestra los fundamentos del ser cristiano, el indicativo. De aquí resulta el deber, la urgencia moral, el obrar cristiano, el imperativo. Porque el cristianismo no ha de ser tan sólo una teoría, se trata de la realización de la palabra, lo cual también es una finalidad básica de la predicación de Jesús 11.

El cristiano, por medio del texto sagrado, debe lograr un mayor conocimiento de los grandes misterios de la salvación, «a fin de que conozcamos las gracias que Dios nos ha concedido» (1Co_2:12). Porque el Apóstol habla de estas cosas «no con palabras enseñadas por humana sabiduría, sino con palabras enseñadas por el Espíritu (Santo)» (1Co_2:13); con ellas, el Apóstol cautiva «todo entendimiento para la obediencia de Cristo» (2Co_10:5). Del conocimiento fluyen la alegría y el arrepentimiento, tiene lugar el cambio en el modo de sentir y la acción cristiana. Además, Pablo también quiere guiar a los colosenses, y con ellos también a nosotros, a quienes también va dirigida la carta de Pablo, así como a aquella comunidad de Asia Menor.

El conocimiento que el Apóstol quiere facilitar, en la carta a los colosenses, tiende sobre todo al misterio de Cristo, a su lugar en el mundo de la creación y de la redención. Cristo es el centro de todo, alrededor del cual gira el pensamiento del Apóstol, y también el de sus lectores debe girar alrededor de él según el apremiante deseo de Pablo, para llegar a ser «firmes» y no deserten «de la esperanza del Evangelio» (1,23).

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11. Cf. por ejemplo, Mat_5:16.19; Mat_7:17-21; Mat_7:24.

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1. ACCIÓN DE GRACIAS DEL APÓSTOL (1/03-08).

3 Damos gracias al Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, rogando constantemente por vosotros...

Pablo ora dando gracias y da gracias orando. Eso es lo que corresponde a aquella tradición de orar en el Antiguo Testamento que Pablo conoce y que encontramos especialmente en los salmos de acción de gracias 12:

Alabad al Señor, porque es bueno, porque es eterna su misericordia. Así dirán los rescatados del Señor, a los que él redimió del enemigo. A los que él congregó de tierras varias, del Oriente y ocaso, del aquilón y el austro. (Psa_106:1-3)

El Apóstol no exhorta sólo a ios colosenses a dar gracias a Dios (Psa_1:12; Psa_3:17; Psa_4:2), sino que da gracias constantemente y su oración de agradecimiento se hace con vistas a lo que Dios ha obrado en la comunidad. De la incesante acción de gracias de Pablo, resulta el conocimiento de que todas las fatigas misioneras de Pablo y de sus colaboradores solamente dieron fruto, porque Dios los ha bendecido e hizo que creciera la obra: «Lo que cuenta no es el que planta ni el que siega, sino el que da el crecimiento, Dios» (1Co_3:7). Por eso, el «Padre de nuestro Señor Jesucristo» merece que se le den gracias. Dios, por medio de Jesucristo, ha ofrecido la salvación de la que habla el mensaje de los misioneros cristianos. Este mensaje solamente facilita lo que es puro obsequio de la gracia de Dios. Eso tiene validez hasta hoy día y en todo tiempo.

La acción de gracias del Apóstol es asimismo oración por vosotros. Así pues, su agradecimiento es, al mismo tiempo, un recuerdo suplicante por la comunidad 13; con él, Pablo testimonia su unión íntima con ella. Pablo, como verdadero pastor de almas, al orar dando gracias conduce la comunidad delante de Dios Padre.

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12. Cf. PIUS DRIJVERS, Los salmos, Herder, Barcelona 2,1964, p. 105-128.

13. Con frecuencia dice explícitamente san Pablo que en sus oraciones hace «memoria de vosotros» (Rom_1:9; Eph_1:16; Phi_1:3; 1Th_1:2; 2Ti_1:3; Phm_1:4).

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4 ... desde que oímos hablar de vuestra fe en Cristo Jesús y del amor que tenéis a todos los santos,...

Pablo tiene motivo para dar gracias ante la presencia de Dios. Por medio de épafras le han llegado buenas noticias sobre la comunidad de Colosas (2Ti_1:9). Una de ellas es la fe viva en Cristo Jesús. La existencia cristiana es ante todo existencia de fe. Pero, para Pablo, la fe «no es más que un conocimiento del estado de cosas, que está establecido por Dios en el nombre y en la obra de Cristo». La fe de la comunidad cristiana brota de la unión íntima con su Señor, se mueve en la esfera de Cristo. Así establece y califica Pablo una forma concreta de «estar en el mundo», la cual permanece oculta al incrédulo, para quien es un enigma, y en ciertos casos, un escándalo.

Tal fe no puede estar muda. La fe tiene que «actuar por medio del amor» (Gal_5:6). El Apóstol ve esta fe en los colosenses, ya que oye hablar del amor que tenéis a todos los santos. Pablo debió tener noticia, por medio de Epafras, de diferentes muestras de amor de los colosenses a miembros de la comunidad propia y de otras comunidades: quizá participaran los colosenses en la gran colecta en favor de los pobres de la primitiva comunidad de Jerusalén, que tanto interesaba al Apóstol. Pablo ve en ello una actitud amorosa, que no excluye a ningún hermano en la fe. El verdadero amor de un cristiano es universal e ilimitado como el amor del Padre celestial y de Jesús. Participa con fervor en cualquier necesidad que surja en el mundo. Esto habla de sentimientos fraternales tomados en serio y de autenticidad de la existencia de fe. En nuestro tiempo crece la comprensión de los cristianos; de este modo, la fe de los cristianos se acredita en los débiles y en los que están fuera de la Iglesia.

5a... por causa de la esperanza que os está reservada en los cielos,...

Los colosenses tienen una razón importante para hacer que su fe sea eficaz en el amor. Es el tesoro de la esperanza que está preparado para ellos en el cielo, junto a Dios. Más tarde dirá el Apóstol en qué consiste este tesoro de esperanza: en el mismo Cristo (ensalzado a la derecha de Dios) en el que nuestra verdadera «vida» está aún oculta (Gal_3:3s). La esperanza de la comunidad cristiana no es una esperanza común, sino muy concreta, así como Cristo no es una quimera. La constante mirada a este tesoro de esperanza ilumina la fe de los colosenses, de tal forma que esta mirada se hace fructuosa en las obras del amor. No se ha de entender este tesoro de esperanza como recompensa, sino como fuerza que impele a actuar cristianamente con los hermanos. La mirada del cristiano hacia «arriba» (Gal_3:1s) no hace al cristiano inhábil para el mundo, sino hábil, lo hace sociable y clarividente para lo que hay que hacer ahora y en todo tiempo. Puede parecer muy paradójico, pero esta mirada nos hace adaptados a la época y activos. Da sentido de responsabilidad en el tiempo y para el tiempo.

Las tres estrellas que señalan y determinan la existencia cristiana, aparecen en estas frases del Apóstol: fe, esperanza y amorl5. En el sistema de coordenadas de estas tres virtudes teologales se hace efectiva la existencia cristiana; en este sistema, el yo del hombre se supera, a sí mismo: con la fe, el hombre penetra en el ámbito de Dios y de su salvación en Cristo; con la esperanza, tiende hacia el futuro cumplimiento de la salvación; con el amor, se desvía del propio yo y se vuelve al prójimo. Así, el hombre, con la fe, la esperanza y el amor adquiere una profunda dimensión en el tiempo y en la eternidad.

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15. Cf. también 1Th_1:3; 1Co_13:13.

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5b ... de la cual habíais oído ya hablar en la palabra verdadera del Evangelio,...

«El Evangelio proclama que el hombre puede tener esperanza. Proclama que Dios se ha revelado en Cristo para salvar al hombre. «Hermanos, tenemos entera confianza para la entrada en el lugar santísimo, en virtud de la sangre de Jesús» (Heb_10:19). La muerte de Jesús por nosotros da esperanza al mundo. De esto también han oído hablar los colosenses, cuando en otro tiempo se les anunció el Evangelio. «Como a un ancla firme y segura de nuestra vida nos asimos a esta esperanza que va penetrando hasta detrás del velo» (Heb_6:19). De esto habla el Evangelio. Y su palabra es verdad; el Evangelio contiene la promesa de Dios, cuya palabra es verdadera y segura, y tiene poder para cumplir lo que ha prometido. No hay nada en el mundo que sea tan verdadero como la palabra del Evangelio.

6 ... que llegó hasta vosotros, como asimismo está fructificando y creciendo en todo el mundo, al igual que entre vosotros, desde el día en que oísteis y conocisteis, en su verdad, la gracia de Dios,...

Un día «llegó» también a los colosenses el Evangelio, y con él la palabra de verdad y de esperanza. Esta fue la hora estelar para los habitantes de la ciudad de Colosas. Ahora, el Evangelio es un valor eminente del que ya no se ha de prescindir en la comunidad de Colosas. Ahora, el Evangelio produce su efecto. El Apóstol habla del Evangelio como de una fuerza y poder misteriosos. Después, Pablo dirá por medio de quién vino el Evangelio a Colosas. El Evangelio es mayor y más poderoso que el misionero que lo trae; en el Evangelio el mismo Cristo está presente y se ofrece a los hombres como portador de la salvación. El Evangelio ha venido en lugar de él, «representa» al Señor y habla de la salvación.

Como el Evangelio llegó a Colosas y allí está ahora, así está también en todo el mundo. Así puede decirlo Pablo con razón, cuando escribe la carta a los Colosenses. Para Pablo, «todo el mundo» es el imperio romano, y en las partes fundamentales e importantes del mismo el Evangelio había sido dado a conocer por medio de Pablo, sobre todo en Asia Menor y en Grecia. Y Pablo puede comprobar con gozo y gratitud que el Evangelio fructifica y crece en todas partes. El Evangelio se parece al granito de mostaza de que habla Jesús en una de sus parábolas (Mar_4:30-32); el principio fue insignificante, pero ahora el árbol produce ya ricos frutos. Y sigue creciendo y todavía producirá más frutos. El Apóstol prescinde por completo de sus fatigas misioneras, por esto tampoco habla de los fracasos, contratiempos y persecuciones, que tuvo que sufrir al servicio del Evangelio. Pablo se pospone totalmente a la causa que defiende como apóstol. Las numerosas comunidades que Pablo y otros han fundado «en todo el mundo», atestiguan irrefutablemente la fuerza divina del Evangelio, cuyo fruto y prueba son todas las comunidades cristianas.

Eso también tiene validez en Colosas, también en esta ciudad ha hecho madurar ricos frutos el Evangelio «desde el día en que oísteis y conocisteis la gracia de Dios genuinamente». El contenido esencial del Evangelio, su substancia, es la gracia de Dios16, que se ha revelado en Cristo, en su muerte salvadora y en su resurrección de entre los muertos. El Evangelio lo da a conocer en todo el mundo. El prodigio consiste en que en el mundo puede oírse v conocerse, en su verdad, la gracia de Dios, como ha sucedido en Colosas. Desde entonces «todo el mundo» se ha hecho mayor, y todavía se efectúa este prodigio, por lo cual se deben dar gracias incesantemente a Dios en la Iglesia.

Oír no es lo mismo que conocer. En Colosas han tenido lugar las dos cosas. Aquí oír es escuchar atenta y cuidadosamente la nueva del Evangelio, conocer es penetrar con aceptación e inteligencia en su contenido. Entonces se adquiere el conocimiento de que en la cruz de Jesús, Dios ha procedido «en su verdad». Por la fe nos adherimos a la acción de Dios y aceptamos su nueva.

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16. Cf. también 2Co_6:1; 2Co_8:9; Act_20:24; Gal_2:21.

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7 ... tal como aprendisteis de épafras, nuestro querido consiervo, que es fiel servidor de Cristo en lugar nuestro...

Pablo tiene tan en cuenta la causa de Dios, el Evangelio, que en primer lugar tuvo que hablar de ella, y luego nombra el hombre por medio del cual hace ya tiempo fue dado a conocer el Evangelio a los colosenses: épafras, natural de Colosas. épafras es un querido consiervo del Apóstol, cuyo cautiverio comparte (Phm_1:23). épafras ha misionado en Colosas, Laodicea y Hierápolis (4,12s), quizá por encargo del Apóstol, de tal forma que éste puede considerar los núcleos urbanos mencionados, como pertenecientes a su ámbito misional. Por eso, Pablo también tiene un derecho incuestionable a escribir cartas a Colosas y Laodicea (4,16).

Los colosenses han aprendido el Evangelio de labios de épafras. Como en otro tiempo los apóstoles ingresaron en la escuela de Jesús, así también los colosenses ingresaron en la escuela del Evangelio por medio de épafras. En esta escuela se logran conocer los caminos salvadores de Dios y en ellos al mismo Dios, se aprende a ser discípulo de Cristo y a llegar a ser un «hombre perfecto en Cristo» (1,28). Se puede «aprender a Cristo» (Eph_4:20) y esta escuela dura toda la vida.

épafras es fiel servidor (diakonos) de Cristo en lugar nuestro. El misionero está al servicio inmediato del Señor como su fiel diácono, porque da a conocer en el mundo su obra de salvación y la recuerda entre los hombres.

épafras no puede misionar por su propia iniciativa, sino solamente en unión con la Iglesia apostólica, que le envía a la misión en el nombre del Señor. Así pues, épafras representa al Apóstol en el territorio de su misión; actúa «en lugar nuestro» (por nosotros) 17, es decir con una consciente e intencionada solidaridad y asociación con el Apóstol. Así se conserva la unión en la doctrina y la caridad, de las comunidades misionadas con las fuentes; así, la Iglesia sigue siendo apostólica. Esta característica pertenece a su esencia.

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17. En algunos manuscritos antiguos se lee «por vosotros», que también podría traducirse: «en favor vuestro», pero el contexto es favorable a lo que se lee en la mayoría de los otros manuscritos «por nosotros» («en lugar nuestro»).

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8 ... el cual también nos puso de manifiesto vuestro amor en el Espíritu.

En aquellos momentos, épafras se encuentra con el Apóstol (Eph_4:12s) y le informa sobre la situación espiritual de sus comunidades; también esto es necesario para mantener en la Iglesia la unión que nunca debe perderse. Pablo tiene noticia del «amor en el Espíritu», que reina entre los colosenses. Con estas palabras no se alude al afecto que los colosenses tienen al Apóstol, sino a la nueva actitud fundamental, a la nueva conciencia comunitaria de solidaridad, que el Espíritu Santo produce en la Iglesia, donde uno está para el otro, y una comunidad para otra, y todos para el Señor. El obispo san Ignacio de Antioquía designará más tarde a la Iglesia de Roma como la que preside en el amor, y así indicará la esencia más profunda de la Iglesia 18.

Así pues, el Apóstol tiene motivos para acordarse de la comunidad de Colosas ante la divina presencia y dar gracias por ello. Lo que el Apóstol ha dicho sobre esta comunidad en los párrafos precedentes de su carta, contiene una imagen auténtica de la comunidad cristiana. Cuando de una comunidad se puede decir que se distingue por la fe, la esperanza y el amor, merece la designación de cristiana. Pero la comunidad que sea cristiana en este sentido, tampoco puede nunca detenerse, tiene que seguir «dando frutos en toda obra buena y creciendo en el conocimiento de Dios» (1,10). En lo que el Apóstol expone a continuación se contiene el deseo de que esto suceda en la comunidad de Colosas.

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18. SAN IGNACIO DE ANTIOQUÍA, Carta a los romanos, proemio.

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2. ORACIÓN DE PABLO (1/09-13)

9a Por lo cual también nosotros, desde el día que esto oímos, no cesamos de rogar por vosotros y de pedir...

Para que la comunidad avance en la escuela del Evangelio, necesita oraciones, especialmente de sus pastores y responsables. Eso lo sabe el Apóstol, y así asegura repetidas veces a las comunidades que leen sus cartas, que sus preces apostólicas serán incesantes (Eph_1:16; Phi_1:3-5). De este modo también se enlaza fuertemente con Pablo una comunidad como la de Colosas, que es personalmente ajena al Apóstol. Se origina una solidaridad de oraciones, que ya no debe ser abolida; Pablo no quiere «cesar» en sus preces por la comunidad. Los dos verbos «rogar» y «pedir» dan a conocer la intensidad de las preces del Apóstol.

9b ... que lleguéis a la plenitud en el conocimiento de su voluntad con toda sabiduría e inteligencia espiritual, ...

El Apóstol procede del judaísmo y fue antes un piadoso fariseo20. Para el judío forman el conocimiento religioso y la acción religiosa una unidad. Lo que se ha conocido (en la ley) también tiene que ser realizado. Por eso el piadoso judío busca con fervor la voluntad de Dios 21. Pablo también se siente movido como cristiano por esta cuestión y convierte el deseo de conocer la voluntad de Dios en un tema de su oración por las comunidades: que sean llenas del conocimiento de la voluntad de Dios, para que en ellas también se consiga la unidad de la teoría y la práctica. Porque es la señal cierta de un cristianismo auténtico y fidedigno. La fe cristiana sin las obras buenas sería para Pablo algo absurdo, contrario a Dios.

Pero el conocimiento de la voluntad de Dios tiene que efectuarse con toda sabiduría e inteligencia espiritual. Este conocimiento también podría ser oscurecido de una forma farisaica, contra lo cual luchó Jesús fervientemente. El conocimiento cristiano de la voluntad de Dios no tiene lugar mediante una interpretación refinada y perfectamente casuística de la «letra», sino cuando se escucha con atención la palabra de Dios y la voz del Espíritu de Dios en nuestro espíritu 23 Esta comprensión operada por el Espíritu, facilita una acción según la voluntad de Dios con toda sabiduría. En esta comprensión se muestra un realismo viviente. Tenemos que pedirla sin cesar.

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20. Rom_11:1; 2Co_11:22; Phi_3:5-6.

21. Cf. por ejemplo, Psa_102:7; Psa_142:10.

22. Cf. Rom_12:2; Ef 5.17:Rom_6:6 : Col_4:12; 1Th_4:3; 1Th_5:18.

23. Cf. Rom_8:26s; 2Co_6:6; Gá l5,16-18; 5,25; Eph_4:23.

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10a ... para que caminéis según el Señor se merece, a plena satisfacción suya,...

La voluntad de Dios exige ser conocida y realizada en la conducta, es decir en toda la realización de la vida. Detrás del verbo «caminar» (comportarse) está la idea bíblica de que el hombre está en camino, su vida se asemeja a una peregrinación que conduce a la salvación o a la ruina 24. Toda la vida del cristiano, así lo pide el Apóstol, debe ser según el Señor se merece. El Señor es Jesucristo. ¿Cuándo camina el cristiano según el Señor se merece? La mejor respuesta a esta pregunta la dan aquellos textos de las cartas de san Pablo en los cuales se aclara más este concepto de «caminar»: «en el Espíritu» (Gal_5:16), «como hijos de la luz» (Eph_5:8), «en obras buenas» (Ef 2 10), «en una vida nueva» (Rom_6:4), «con sabia discreción» (Col_4:5), «en amor» (Eph_5:2). Entonces la peregrinación del cristiano es según se merece el Señor, que ha ido a la muerte por nosotros «dejándoos ejemplo, para que sigáis sus huellas» (1Pe_2:21). El discípulo que ha empezado seriamente a seguir a Jesús, camina según su Maestro se merece.

Y camina a plena satisfacción suya. El cristiano no peregrina solo, con él peregrinan sus hermanos en la comunidad de la Iglesia, incluso los que son «débiles» en ella, y su peregrinación se efectúa delante de Dios y del mundo. Si el cristiano se comporta según el Señor se merece, entonces su conducta es satisfactoria para Dios y los hombres. El cristiano actúa de una forma misionera y acredita al cristianismo. «Alumbre así vuestra luz ante los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos» (Mat_5:16). «Caminad con sabia discreción por lo que respecta a los de fuera» (Col_4:5) 25. Y los «débiles» en la comunidad son vigorizados por la animosa peregrinación de los «fuertes».

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24. Cf. por ejemplo, 2Ki_20:3 (andar con sinceridad), Pro_8:20 («caminar por las sendas de la justicia»); Col_3:7.

25. Esta importante advertencia también se encuentra en otras partes del Nuevo Testamento: 1Th_4:12; 1Co_10:32s; Phi_2:15; 1Ti_3:7; 1Pe_2:12.15; 1Pe_3:16.

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10b ... dando frutos en toda obra buena y creciendo en el conocimiento de Dios,...

San Pablo expone a los colosenses todavía con más detalles cómo es la peregrinación según el Señor se merece: Pablo desea que los colosenses caminen dando frutos en toda obra buena, y así debe ser. El Apóstol deja a la discreción de la fantasía cristiana de sus lectores que determinen concretamente en qué consisten las buenas obras, en las cuales la vida debe dar fruto. Pero en la segunda parte de su carta citará bastantes ejemplos. La metáfora «dar fruto» guarda relación con la del «árbol», que Jesús emplea en el sermón de la montaña. El árbol puede ser bueno o malo, y da los frutos correspondientes (Mat_7:17-20). Entre los frutos buenos el lector cristiano piensa especialmente en el «fruto del Espíritu», que san Pablo nombra en la carta a los Gálatas: amor, alegría, paz, benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, templanza (Gal_5:22s).

A continuación se habla de crecer en el conocimiento de Dios. Dios es de suyo «un Dios oculto» (Isa_45:15). Pero en la creación ha descubierto «su eterno poder y su divinidad», para que el hombre los conociera (Rom_1:20). Su justicia que justifica al pecador, fue «revelada» en el Evangelio para la fe (Rom_1:17). La gloria de Dios resplandeció en la faz de Jesucristo (2Co_4:6; Joh_14:9). El Hijo encarnado nos ha hecho conocer a Dios (Joh_1:18). Sin embargo, la naturaleza de Dios sigue siendo un misterio inagotable incluso para el cristiano, y la eternidad no será suficiente para agotarlo. Así pues, «crecer en el conocimiento de Dios», es un doble conocimiento: un conocimiento de que Dios es un profundísimo misterio, y un conocimiento de lo que Dios, por medio de su Espíritu, nos ha revelado y nos revela sobre este misterio; porque solamente el Espíritu conoce «lo que hay en Dios», «las profundidades de Dios» (1Co_2:10-12). Tal conocimiento de Dios es un contacto dichoso con su misterio; los cristianos deben crecer en este conocimiento. Por eso ora el Apóstol.

Nada hace más feliz y dichoso que el conocimiento de Dios... Por eso, según la doctrina de los grandes maestros del espíritu, la contemplación tiene primacía sobre la acción.

11a ... fortalecidos en toda fortaleza, según el poder de su gloria, con vista a toda constancia y comprensión,...

Los pensamientos del Apóstol están sobrecargados, sus frases y palabras se agolpan apiñadas, pero todas ellas son dignas de consideración.

Quien haya visto el conocimiento de Dios como el verdadero contenido de la vida del hombre, puede impacientarse. La existencia en el cuerpo y en el mundo parece que le separa del «objeto» de su conocimiento: «Aspiro a irme y estar con Cristo, lo que, sin duda, sería lo mejor» (Phi_1:23). El cristiano tiene que ejercitarse en la constancia y comprensión, que le hacen tener paciencia en el mundo de la muerte. Para eso, el cristiano necesita una especial fuerza de Dios.

11b ... y llenos de alegría, 12a deis gracias al Padre...

Según el deseo de la oración de san Pablo, los colosenses y todos los cristianos deben hacer lo que el mismo Apóstol hace: dar gracias al Padre celestial (Phi_1:3). ¿Dónde podría darse mejor que en ia acción de gracias por antonomasia, en la celebración de la eucaristía? Esta acción de gracias debemos darla llenos de alegría, como se refiere de los miembros de la primitiva comunidad de Jerusalén: «Partían el pan por las casas y tomaban el alimento con alegría y sencillez de corazón» (Act_2:46). Tal gratitud se funda en un conocimiento, en el conocimiento de las acciones salvadoras de Dios en Cristo, las cuales se proclaman y celebran en el culto divino. Los redimidos están iniciados y esto los incita a un alegre agradecimiento al Padre celestial, cuya bondad paterna se ha revelado en la redención 26. El agradecimiento de los redimidos es agradecimiento de los hijos al Padre. «Todo esto es por vosotros; a fin de que la gracia, multiplicándose al pasar por tantos, haga abundar la acción de gracias para la gloria de Dios» (2Co_4:15).

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26. Cf. también Deu_16:11.14; 28.47; 1Sa_4:20; Isa_9:2; Isa_11:3; Isa_29:19s; Isa_25:9; Isa_41:16; Psa_68:4s; Psa_126:1-3; 1Th_3:9; 2Co_4:15. «En la alegría que nace del agradecimiento por la bondad de Dios estriba el sentido de la vida humana» (L. KOHLER).

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12b ... que os capacitó para participar de la herencia del pueblo santo en la luz. 13 él nos libertó del poder de las tinieblas y nos trasladó al reino del Hijo de su amor...

El Apóstol, con tres breves frases, indica en qué se ha mostrado la bondad paternal y redentora de Dios hacia nosotros. él nos capacitó para participar de la herencia del pueblo santo en la luz. «Luz» es el dominio de Dios, que solemos llamar «cielo». Allí espera a los santos, es decir a los fieles, una herencia -el tesoro de esperanza de 1,5-, que Dios les ha preparado. Ha sido roto por Dios el anatema de muerte que determina toda la existencia terrenal; en el bautismo, Dios capacita al fiel para pasar del dominio de la muerte al de la vida (Joh_5:24), de las tinieblas de la muerte a la luz divina, a la gloria de Dios. San Pablo prosigue: «él nos libertó del poder de las tinieblas». El Apóstol piensa de nuevo en el bautismo, en el que ve un acto liberador de Dios. «El poder de las tinieblas» es el poderío satánico, en cuyo horizonte aguarda la muerte con impaciencia. En la tercera frase una vez más dice san Pablo positivamente: «Nos trasladó al reino del Hijo de su amor». También lo repite en vista del bautismo.

San Pablo proclama con la primitiva Iglesia que Dios ha resucitado a Jesucristo de entre los muertos y le ha hecho sentar a su diestra en el cielo27. Pero también nos ha resucitado en el bautismo y ya desde ahora nos hace sentar sobre los cielos en Cristo (Eph_2:6), de tal forma que «compartimos la ciudadanía de los santos (de los que moran en el cielo) y somos de la familia de Dios» (Eph_2:19). Estas expresiones no son modismos piadosos y poéticos del Apóstol, sino frases tomadas en serio, que revelan el misterio de la existencia cristiana. Esta zona de dominio, de actividad y de amor de los que han sido ensalzados, es para san Pablo «el reino del Hijo de su amor (del Padre)», al cual Dios nos ha trasladado ya desde nuestro bautismo. En otras partes de sus cartas, san Pablo también designa brevemente este misterio como ser en Cristo. Un misterio de fe y de prueba... La razón del gozo agradecido del cristiano... La experiencia espiritual de un acto de culto debidamente celebrado... Misterio de la Iglesia...

Más tarde se verá por qué habla el apóstol de este «misterio de Cristo» de la existencia creyente y eclesial precisamente en la carta a los colosenses. Había motivo para ello. Con la referencia al Hijo ha dicho Pablo una palabra decisiva, que le lleva a exponer ya ahora la posición de Cristo en el mundo de la creación y de la redención a manera de himno y, al mismo tiempo, como fundamento, desde el que se pueden impugnar las opiniones de la «herejía colosense». Pero lo que dice el Apóstol tiene validez para todos los tiempos.

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27. Cf. Mat_26:64; Mar_16:19; Luk_22:69; Act_2:32-35; Act_5:31; Rom_8:34; Eph_1:20; Phi_2:9-11; Col_3:1; Heb_1:3.13; Heb_8:1; Heb_10:12; Heb_12:2; 1Pe_3:22.

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3. HIMNO A CRISTO (1/14-20).

a) Redención en Cristo (1Pe_1:14).

14 en quien tenemos la redención, el perdón de los pecados.

Con el pronombre «quien» se hace referencia al Hijo amado de Dios (1Pe_1:13). Y la convicción (fundada en la fe) de que tenemos la redención, sólo tiene su fundamento en quien ha ido por nosotros a la muerte. El judío espera el día venidero de la redención. Pablo, como cristiano, sabe, con la comunidad de la Iglesia, que ya la «tenemos», porque el redentor ya ha venido en Jesucristo. Este verbo «tenemos» expresa la dichosa certeza de la fe.

A continuación se dice en qué consiste lo más importante de la redención en el perdón de los pecados, en su remisión. Dios nos condona nuestros pecados, es decir ya no los mira, los cubre, más aún, expía nuestra culpa, porque otro ha muerto por nosotros, que somos pecadores. El redentor es el crucificado, él ha anulado en la cruz la cédula de nuestra deuda, en que están escritos nuestros pecados (Col_2:14). Cuando se habla de la redención y del perdón de los pecados, el cristiano piensa en la cruz de Jesús.

b) Cristo, imagen del Dios invisible (Col_1:15).

15 El es imagen del Dios invisible, primogénito de toda criatura.

Dios «habita en una luz inaccesible, a quien ningún hombre vio ni puede ver» (Tm 6,16). Pero Dios hizo brillar su claridad para los fieles en la faz de Cristo (2Co_4:6), porque éste, como Hijo encarnado de Dios, es la imagen de Dios. Por tanto, la faz del Dios invisible se hizo patente en la faz de Cristo, de tal forma que cuando le vemos a él, vemos al Padre (Joh_14:9). Jesucristo revela al Padre, en él salió Dios de su reserva. E1 Apóstol aún quiere decir más. En el Antiguo Testamento la divina sabiduría se llama «resplandor de la luz eterna», «espejo de la majestad de Dios» e «imagen de la bondad de Dios» (Wis_7:26). La sabiduría estaba ya presente, cuando Dios creó el cielo y la tierra (Pro_8:22-31), y en Israel pudo poner su morada (Sir_24:7). Ya en los primeros tiempos, aplicaban los cristianos a Jesucristo las declaraciones del Antiguo Testamento sobre la divina sabiduría, porque él es el Verbo eterno de Dios, por medio del que todo fue creado, y que puso su morada entre nosotros (Joh_1:1-14). Así pues, al pensar en Cristo como imagen de Dios invisible, pensamos también en el prodigio y la gloria de la creación y, al mismo tiempo, en el prodigio de la encarnación del Verbo eterno en Jesucristo. En él se ha hecho patente la sabiduría de Dios en persona, porque él es la «imagen» de Dios. Una imagen elaborada por un gran maestro puede significar mucho para el hombre, para él puede significar todo el mundo, más aún, un mundo mejor. En Cristo, que es la imagen del Dios invisible, el cristiano contempla el mundo de Dios.

En el Antiguo Testamento la sabiduría es considerada como la hija primogénita de Dios; ya estaba presente cuando Dios creó el mundo (Pro_8:22-31). La Iglesia, iluminada por el Espíritu Santo ha reconocido que Jesucristo, el Hijo encarnado de Dios y su imagen, es la sabiduría de que habla el Antiguo Testamento. El Apóstol, con la Iglesia, llama a Jesucristo el primogénito de la creación, no porque Cristo sea la primera criatura de Dios, sino para proclamar su dignidad soberana sobre toda la creación.

Lo que en el himno se dice de Cristo (1,15-20) son revelaciones sobre su naturaleza. Tal himno ha de rezarse y cantarse en voz alta (cf. 3,16); de este modo, estas expresiones de fe y de confesión se convierten en glorificación reverente de Dios. A ella tiene también que conducir la reflexión sobre el texto sagrado.

c ) Creación en Cristo (1,16).

16 Porque en él fueron creadas todas las cosas en los cielos y sobre la tierra, las visibles y las invisibles, ya tronos, ya dominaciones, ya principados, ya potestades: todas las cosas fueron creadas por medio de él y con miras a él.

La incomparable dignidad de Cristo en toda la creación, su superioridad soberana sobre ella, se fundan en que todo está creado en él, por medio de él y con miras a é];. En esto se centra el énfasis de la expresión y a ello debemos atender ante todo, es decir, a Cristo. él es causa, mediador y objetivo de toda la creación.

También la piedad pagana se expresaba en fórmulas semejantes. Lo que el Apóstol dice, a diferencia de esta piedad, pero de acuerdo con el Antiguo Testamento y la fe de la Iglesia, es que todas las cosas no sólo están en él, sino que en él fueron creadas. Con estas palabras se insinúa una clara y evidente distancia entre el Creador y su obra. La creación es su obra libre y tiene un principio en el tiempo. Pero permanece en manos de Dios, está cercada por su poder, porque fue creada por Dios en Cristo. En este tiempo difícilmente podemos comprender lo que para la creación significa «ser creada en él», porque el misterio de Cristo se sustrae a nuestro modo terreno de ver y sólo puede entenderse con la fe. Pero con dicha expresión se puede reconocer que la creación es buena y un conjunto en que impera un sentido. En esto se funda la índole luminosa de la creación y su capacidad de ser conocida por el espíritu humano, que por medio de la creación puede y debe conocer al Creador, su eterno poder y su divinidad (Rom_1:20). La creación debe conducir al hombre a la adoración del Creador.

Los colosenses propendían a no tomar enteramente en serio el dominio de Cristo sobre la creación. Era y es grande la tentación de sustraer determinadas partes de la creación al dominio de Cristo, y de ver tras ellas lo demónico (cf. 2,8.16-23). Por eso, insiste tanto el Apóstol en que todas las cosas fueron creadas en Cristo, todas sin excepción28, «en los cielos y sobre la tierra, las visibles y las invisibles». De las cosas invisibles forman parte, sobre todo, los seres celestiales, los ángeles, de los que san Pablo nombra algunas categorías. Hoy, quizás nombra san Pablo otras cosas y sectores de la creación, que al hombre le podrían parecer demónico y que, sin embargo, también están creados «en Cristo»: tal vez las profundidades de los espacios o las profundidades del alma, tal como las va descubriendo la moderna ciencia. A Cristo también le están sometidos los poderes de la historia. La fe en Cristo glorificado es el fundamento de la confianza en la creación y en las relaciones espontáneas con sus fuerzas. Solamente son hostiles a la creación Satán (Rev_12:12) y sus cómplices «que destruían la tierra» (Rev_11:18).

CREACION/META: «Todas las cosas fueron creadas por medio de él y con miras a él»: ésta es una declaración independiente de la época, que además revela un nuevo misterio de la creación. El principio y la duración de las cosas creadas están fijados por Cristo, porque la creación es obra de Dios por medio del Verbo (Joh_1:3). La creación no va corriendo hacia la noche de la nada y de la falta de sentido, sino hacia el Cristo eterno y su gloria, porque está creada con miras a él. Dios ha puesto en la creación la esperanza de que, a su tiempo, «se verá liberada de la esclavitud de la corrupción, para entrar en la libertad gloriosa de los hijos de Dios», aunque «hasta ahora toda la creación está gimiendo y sufriendo dolores de parto», y la noche y la muerte la amenazan (Rom_8:21-22). Cristo es el SalVador de toda la creación. La Iglesia expresa esta fe y esta esperanza incluyendo en la liturgia el uso de muchas cosas de la naturaleza, como la luz, la cera, el fuego, el incienso, el agua, la sal, el aceite, la ceniza, el aire y el aliento, la saliva, la tierra, el pan, el vino y el mismo hombre 29. El retorno de la creación ha empezado ya en la santa liturgia.

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28.Cf. también Joh_1:3.10; 1Co_8:6; Hb 1,2s.

29.Sobre este particular remitimos a R. GUARDINI, Los signos sagrados, ELE, Barcelona 1957.

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d) Preeminencia de Cristo sobre todas las cosas (1,17).

17 y él es ante todo, y todas las cosas tienen en èl su consistencia.

J/PREEMINENCIA: Suena casi como una fórmula de la revelación que subraya en la cúspide de este texto hímnico la permanente referencia a Cristo: «Y él es ante todo.» Esta afirmación hay que entenderla primeramente en sentido temporal, pero también se ha de referir al rango de Cristo: ya que en el orden temporal Cristo es ante todo, también es inmensamente superior a todo, no tan sólo al principio, sino para siempre: él es... Hoy día es más importante que nunca conocer esta preeminencia de Cristo, porque el mundo y su extensión crecen sin cesar en la conciencia del hombre moderno, aunque solamente fuera por la progresiva comprensión del enorme desenvolvimiento del universo y por su conquista científica. Cristo siempre lleva ventaja al hombre moderno y le es superior.

Y todas las cosas tienen en él su consistencia, se mantienen más y coherentes por medio de Cristo en lo más íntimo de su ser. Para la realidad de toda la creación, Cristo es la última causa: un misterio santo que no podemos comprender en este tiempo. «Por mucho que digamos, nos quedará mucho que decir; mas la suma de cuanto se puede decir es que él mismo está en todas las cosas» (Sir_43:29).

e) Cabeza del cuerpo y primogénito de entre los muertos (Sir_1:18).

18 y él es la cabeza del cuerpo, de la Iglesia; él, que es principio, es primogénito de entre los muertos, para que así tenga él primacía en todo:

El Apóstol, en las frases precedentes del himno, ha hecho que nuestra mirada se fijara en el misterio de Cristo en la creación, y ahora la dirige al misterio de la Iglesia. Porque como san Pablo expone, el cuerpo es la Iglesia y su cabeza es Cristo. La imagen de la Iglesia, considerada como el cuerpo de Cristo, nos hace penetrar profundamente en su misterio. Por esta imagen se reconoce la indisoluble y necesaria unión de la Iglesia con Cristo, su cabeza. Esta unión es de una índole muy íntima. Cristo como cabeza es el Señor de la Iglesia, la cual está amorosamente sujeta a Cristo (Eph_5:23-24), que también es el terreno fecundo, en el que tiene lugar todo su crecimiento sobrenatural. Porque de él «todo el cuerpo recibe unidad y cohesión» (Eph_4:16); él lo «sustenta y cuida» (Eph_5:29) con los santos sacramentos, especialmente con el bautismo y la eucaristía 30. En la común participación de los fieles en el santo banquete de la eucaristía, este misterio del «cuerpo» de la Iglesia experimentará claramente lo que dice san Pablo: «Porque es un solo pan, somos, aunque muchos, un solo cuerpo, puesto que todos participamos de un solo pan» (1Co_10:17). Así pues, la índole de la Iglesia se patentiza sobre todo en la mesa del Señor, en el culto divino.

Jesucristo, la cabeza de la Iglesia, fue resucitado por Dios de entre los muertos. Llegará un día en que también los miembros de su cuerpo, los creyentes, serán resucitados de entre los muertos, más aún, ya han sido «resucitados» en su bautismo (1Co_2:12; Eph_2:6), porque ya han recibido en el bautismo la vida divina de Cristo resucitado (Eph_2:5). El Apóstol puede confesar, pues, que Cristo es comienzo y primogénito de entre los muertos. Con Cristo empieza una nueva humanidad, que es congregada en su «cuerpo». Cristo es el segundo Adán, el del fin de los tiempos, el Adán de la vida (cf. 1Cor,Eph_15:45-48). Como primogénito de entre los muertos, inicia una nueva serie, el nuevo linaje de los que han sido resucitados con él, de tal forma que él es además el «primogénito entre muchos hermanos» (Rom_8:29), que por principio están ya sustraídos al dominio de la muerte. En el cuerpo de Cristo, el «ámbito de vida» de Dios penetra ya en este mundo, el «cielo» está ya presente (cf. 1,13; Eph_2:6).

En lengua hebrea la palabra que corresponde a «cabeza» (rosh) significa también comienzo o «principio». Cuando se designa a Cristo como comienzo (de la nueva creación), se hace resaltar al tiempo que Cristo, como tal, es también cabeza suprema de sus hermanos. Esto adrede lo expresa así el Apóstol: Cristo «que es principio, es primogénito de entre los muertos, para que así tenga él primacía en todo». San Pablo piensa aquí en la exaltación de Cristo al trono celestial de Dios, como corresponde a aquel en quien en otro tiempo fueron creadas todas las cosas. En la creación y en la nueva creación, Cristo es Señor y principio de vida, pero en la nueva creación también es el hombre enaltecido, que es nuestro hermano. De esto no eran bastante conscientes los colosenses, como tampoco lo son hoy día muchos cristianos.

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30.Cf. 1Co_10:17; 1Co_12:13.

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j) La «plenitud» (1Co_1:19).

19 pues (Dios) tuvo a bien que en él residiera toda la plenitud,...

Tiene su fundamento en una resolución de Dios que el Señor exaltado tenga primacía en todo y esté por encima de todas las cosas: Dios quiso que en él residiera toda la plenitud de la divinidad (cf. también 2,9). Quizá los colosenses hubieran buscado en otra parte esta «plenitud» de las fuerzas divinas de salvación y de felicidad, en los «elementos del mundo» (2,8.20), en la misteriosa contextura e índole de la naturaleza y de sus fuerzas, donde también hoy día buscan muchos esta plenitud. Por eso dice el Apóstol a los colosenses que la ilimitada plenitud de Dios reside en el Señor encarnado y enaltecido, y a causa de ello la verdadera y eterna salvación del hombre procede solamente de Cristo.

g) Reconciliación universal por Cristo (1,20).

20 ... y por él reconciliar todas las cosas consigo, pacificando por la sangre de su cruz, ya las cosas de sobre la tierra, ya las que están en los cielos.

Cuando se habla de reconciliación, en seguida pensamos en el pecado, pero no es así como piensa el Apóstol. La reconciliación debe llevarse a término donde hasta el momento ha dominado la enemistad, de tal forma que entonces haya paz. Los hombres, «en sus malas obras» (1,21), tienen la tendencia a ver en Dios a su enemigo31. Pero Dios no piensa en ser el enemigo de los hombres, antes bien el Apóstol ruega en nombre de Cristo: «Reconciliaos con Dios» (2Co_5:20), es decir, abandonad la idea pagana de que Dios es vuestro enemigo. La cruz de Cristo demuestra de un modo convincente que Dios es y quiere ser el amigo de los hombres. «La verdad es que apenas hay quien muera por un justo, y eso que por un hombre de bien quizás haya alguien que se atreva a morir. Pero prueba del amor que Dios nos tiene es que, siendo nosotros aún pecadores, Cristo murió por nosotros... Porque, si cuando éramos enemigos fuimos reconciliados con Dios mediante la muerte de su Hijo, con mucha más razón, una vez reconciliados, seremos salvados por su vida» (Rom_5:7-10). «Si Dios está por nosotros, ¿quién contra nosotros? El que ni siquiera escatimó darnos su propio Hijo, sino que por todos nosotros lo entregó» (Rom_8:31b-32a). Dios nunca fue enemigo del hombre, en cambio, el hombre fue ciertamente el enemigo de Dios.

«Por» Cristo quiere Dios «reconciliar todas las cosas» (Rom_1:20). Las palabras «todas las cosas» dan a entender que no se piensa solamente en la relación de Dios con el hombre. Hay enemistades de la más distinta y múltiple índole, por ejemplo, en las religiones y los pueblos, y especialmente en el reino del Espíritu y de los espíritus. Así nos lo enseña todos los días la experiencia de la historia.

La gran obra de la reconciliación de Dios se efectúa por medio de Cristo y con miras a él. Así como el mundo fue creado con miras a él (Rom_1:16b), así también la eliminación de toda clase de enemistades se dirige en último término a él, que es la paz en persona (Eph_2:14a) y que «pacificó por la sangre de su cruz», que fue derramada por todos, sean quienes fueran, y cualquiera que sea el pueblo y la religión a que pertenezcan. Cristo «derribó el muro medianero de la separación, la enemistad... Y viniendo, anunció paz, a vosotros, los de lejos, y paz a los de cerca» (Eph_2:14.17). Cristo es el gran instaurador de la paz en el mundo, su cruz es la base de la paz y el llamamiento a la paz. Su sangre es la garantía de la paz. También esto se nos anuncia en toda celebración de la eucaristía, en la que todos, sea cual fuere la posición social y la nación a que pertenezcan, tienen el mismo «acceso al Padre» (Eph_2:18).

El Apóstol añade de manera misteriosa que la obra pacificadora de Cristo es eficaz incluso en los cielos. ¿Piensa san Pablo, al hacer esta afirmación, en los «principados y potestades», en «los seres espirituales de la maldad que están en las alturas» (Eph_6:12), en el poder de Satán, que ya ha sufrido la derrota decisiva por la muerte de Cristo en la cruz? En cualquier caso, este texto ofrece una grandiosa visión de la gran paz que Cristo nos trae y que abarca todos los espacios y tiempos. El eco de este don de Cristo solamente puede ser nuestro propio y decidido deseo de la paz.

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31. «El anhelo de la carne es enemistad para con Dios (Rom_8:7)

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4 LOS COLOSENSES, PARTICIPES DE ESTE MISTERIO (1/21-23).

21 Y a vosotros, que erais antes extraños y estabais animados de disposiciones hostiles en vuestras malas obras, 22 ahora ya os ha reconciliado por su cuerpo de carne mediante la muerte, para presentaros santos, sin tacha e irreprochables ante él, ...

El Apóstol tiene que decir especialmente a los colosenses que ellos tampoco están excluidos de la amplia obra de reconciliación de Cristo: y a vosotros... ahora ya os ha reconciliado. «Antes», cuando aún no habían sido bautizados, no solamente vivían con angustia y temor de los demonios y de un destino inescrutable, sino que de hecho eran «extraños» al verdadero Dios, a quien por su manera pagana de pensar consideraban como su enemigo, al que se oponían con sentimientos hostiles. Las malas obras de los colosenses crearon en ellos una mala conciencia, y así pensaban que tenían que captarse la benevolencia del ser divino mediante diversas prácticas paganas de índole mágica y supersticiosa. «Ahora» ha cambiado la situación, porque han oído (1,6) el Evangelio de su liberación por medio de Cristo, que ha ido a la muerte por ellos, y ahora están reconciliados con Dios por medio de Cristo. Este mensaje del Evangelio puede sonar a los oídos de los paganos como algo increíble, y los colosenses no podían comprenderlo enteramente en todo su significado, como lo demuestran determinadas opiniones erróneas en su comunidad (2,8.16-23). Por eso les dice explícitamente san Pablo, que el Evangelio de la reconciliación también tiene validez para ellos, al igual que la tiene para nosotros. Se requiere valor para creer de veras en el increíble mensaje del Evangelio.

La reconciliación por medio de Cristo no es tan sólo una buena nueva; también tiene un fin moral: la santificación de los hombres para que Cristo pueda conducirlos ante el trono del divino juez como los que han sido santificados por su acción 32. El Evangelio es siempre un llamamiento a la realización y a la confirmación moral. También es ley, pero «ley del Espíritu» (Rom_8:2).

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32.Cf. también 2Co_11:2; Eph_1:4; Eph_5:27,

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23 ... si es que permanecéis bien cimentados y firmes en la fe, y sin dejaros apartar de la esperanza del Evangelio que oísteis, el cual ha sido proclamado a toda criatura bajo el cielo, y del cual yo, Pablo, fui constituido servidor.

El Apóstol ha elogiado ya la fe de los colosenses (Eph_1:9). Sin embargo, se ve inducido a advertirles que perseveren en la fe. Esta perseverancia está sobre todo relacionada con la fe en que los colosenses están realmente reconciliados por medio de Cristo. La fe puede llegar a ser lánguida y débil, como lo demuestra todos los días la experiencia de cualquier comunidad cristiana y de nosotros mismos. La comunidad cristiana está «cimentada y firme», porque está «edificada sobre el cimiento de los apóstoles y profetas, y la piedra angular es Cristo Jesús» (Eph_2:20). No obstante, es una permanente tarea de la comunidad cristiana estar cada vez más «cimentada y firme» en la fe y por medio de la fe, para que «ya no seamos niños, sacudidos por las olas y llevados de acá para allá por todo viento de doctrina hasta caer en la trampa de los hombres, en la astucia que urde las artimañas del error» (Eph_4:14). El cristiano también tiene que pedir constantemente a Dios el don de la firmeza en la fe.

Solamente el que ha llegado a estar «firme» en la fe, no desertará de la esperanza del Evangelio, ni siquiera en las mayores calamidades y tentaciones. El Evangelio que los colosenses y nosotros hemos oído, proclama la esperanza (Eph_1:5), y por eso es en sí mismo esperanza para el mundo y para toda la creación (Rom_8:19 ss). Pablo dice, con una audacia sorprendente, que el Evangelio «fue proclamado a toda criatura bajo el cielo». Puede hablar así, porque desde su cautividad tiene ante sus ojos una extensa obra misionera, que le llevó a él o a sus misioneros casi por todo el mundo que entonces se conocía (cf. también 1,6). Además, san Pablo está convencido de que con la proclamación del Evangelio se ha iniciado en todo el mundo un acontecimiento que seguirá su curso, que ya ningún poder conseguirá detener o lograr que retroceda. «La palabra de Dios no está encadenada» (2Ti_2:9b), tiene que «seguir su carrera y ser glorificada» (2Th_3:1). Pablo fue constituido «servidor» de la palabra. Pues, aunque es apóstol de Jesucristo por vocación, no es señor del Evangelio, sino su «servidor». El señor de Pablo es el Evangelio, a cuyo servicio le ha puesto Cristo. La Iglesia tampoco es señora del Evangelio, sino su servidora.

5. EL APÓSTOL, PREGONERO DEL MISTERIO (1/24-28).

a) El Apóstol se alegra de sus padecimientos (1,24).

24 Ahora me alegro de mis padecimientos por vosotros, y voy completando en mi carne lo que falta a los tribulaciones de Cristo en pro de su cuerpo, que es la Iglesia.

El servicio de un apóstol y misionero del Evangelio está cargado de padecimientos. Esto lo sabe Pablo por propia experiencia, y de ella habla repetidas veces en sus cartas. En 2Co_11:23b-33 describe el Apóstol con especial detención sus trabajos apostólicos 33. «Por lo que veo Dios nos señaló a nosotros, los apóstoles, el último lugar, como a condenados a muerte» (1Co_4:9a). «Yo llevo en mi cuerpo las marcas de Jesús» (Gal_6:17b). Las cicatrices en el cuerpo del Apóstol son los testigos visibles de sus padecimientos apostólicos, ya que son padecimientos «por vosotros», y motivo de bendiciones para sus comunidades y lectores. «Lleno estoy de consuelo y me desbordo de alegría en toda clase de tribulación nuestra» (2Co_7:4b). «Y si, además, soy derramado en libación sobre el sacrificio y el ministerio sagrado de nuestra fe, me alegro y me congratulo con todos vosotros» (Phi_2:17).

«Los sufrimientos de Cristo rebosan» en el Apóstol, cuando padece sus propios sufrimientos (2Co_1:5a). Por eso ve en ellos una participación beneficiosa en los sufrimientos de Cristo, y así puede escribir a los colosenses que con los padecimientos de su carne «va completando» en pro de la Iglesia «lo que falta a las tribulaciones de Cristo». Cristo sigue padeciendo en los miembros de su «cuerpo», que es la Iglesia, y san Pablo con sus padecimientos puede reemplazar en forma vicaria a la Iglesia, y lo hace con alegría.

Aquí se muestra una conexión misteriosa de padecimientos entre Cristo, su representante (que es el Apóstol) y la Iglesia. Esta conexión es, sin duda, una especial fuente de gracias y bendiciones para la Iglesia y para toda la humanidad. Los padecimientos y tribulaciones de los cristianos no son de índole privada, sino social: redundan en provecho de todos. No se padece en vano. Por eso, «alegraos también vosotros y congratulaos conmigo» (Phi_2:18).

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33.Cf. además 2Co_4:8-13; 2Co_1:5.8-10; 2Co_4:8-11; Eph_3:1.13; Phi_9:11-13; 2Ti_2:95; 2Ti_3:10s.

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b) La predicación apostólica, descubrimiento de un misterio (2Ti_1:25-26).

25 De ella fui constituido servidor según la economía de Dios que me ha sido dada con miras a vosotros: dar pleno cumplimiento a la palabra de Dios,...

«No hago más que desempeñar un encargo» (1Co_9:17). Así concibe Pablo su cargo apostólico: como una administración que le ha sido confiada por Dios, ya que la palabra usada por Pablo (oikonomia) tiene este sentido. Este cargo le constituye en servidor de la Iglesia, no en soberano de la misma. Así pues, el Apóstol se considera en el desempeño de su cargo como constituido para el servicio de dos: el servicio de Dios y también el servicio de la Iglesia. Por tanto, su cargo no es más que un servicio... y él mismo es solamente un «servidor» (cf. también 1Co_3:5). Así tiene que concebirse cualquier cargo en la Iglesia; siempre se da «con miras a vosotros». El encargo de servicio apostólico tiene un alto objetivo: «dar pleno cumplimiento a la palabra de Dios». Es sorprendente que Pablo hable con respecto a su cargo de un pleno cumplimiento de la palabra de Dios. Sin embargo, esta expresión da a entender que para Pablo el Evangelio -ya que a él alude el Apóstol, cuando dice «la palabra de Dios»- es para los colosenses y para todos los que lo escuchan34 una promesa sobre todo, que el Apóstol y la Iglesia cumplen prestando los servicios de su cargo. Pero cumplir una promesa significa hacer que llegue a ser una realidad. El cumplimiento de una promesa no se contentan con las palabras. Estas pasan a ser la salvación ya ahora y en todas partes donde se proclama el Evangelio.

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34.Cf. una vez más, 1,5.

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26 ... el misterio escondido desde siglos y generaciones pero que ahora ha sido manifestado a sus santos,...

La palabra de Dios contiene un misterio, que antes estaba oculto «en Dios» (Eph_3:9b). Dios lo hace manifiesto «ahora» «por medio de la Iglesia» (Eph_3:10), aunque Dios lo «conocía» -hablando a lo humano- desde toda la eternidad. Eso significa que para los pueblos se trata del misterio salvador (Eph_1:27), de que la «salvación» en sí no es algo que Dios haya añadido a la creación, no es un suplemento de la misma, sino que ya «antes de la creación del mundo» estaba previsto en el plan de Dios (cf. Eph_1:4-5). Desde ahora en adelante, la creación está ordenada a la salvación, ha sido creada con vistas a la salvación.

Los «santos», es decir los fieles cristianos (Eph_1:2), conocen el misterio contenido en el Evangelio, porque el Apóstol se lo comunica en el ejercicio de su cargo apostólico35. Porque «ahora», de acuerdo con la voluntad de Dios, el misterio debe manifestarse; por ello este tiempo presente es también el tiempo final, porque el contenido más inmediato del misterio es Cristo (1,27), que el Apóstol anuncia entre los gentiles. El cristiano ha llegado a conocer por medio del Evangelio los últimos misterios de la historia.

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35. Cuando Pablo dice «los santos», también se podría pensar en los ángeles (Eph_2:19), a quienes Dios permite ver ahora en el plan definitivo de salvación que ha dispuesto para la creación.

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c) El misterio es «Cristo entre vosotros» (Eph_1:27).

27 ... a los que Dios ha querido dar a conocer cuál es la riqueza de la gloria de este misterio entre las naciones, que es Cristo entre vosotros, la esperanza de la gloria;...

El misterio del plan salvador de Dios para el fin de los tiempos, llega a «las naciones» (así se llama en el Antiguo Testamento a los gentiles a diferencia de Israel). Y el Apóstol dice con palabras concisas, pero muy cargadas de sentido, en qué consiste este misterio: es Cristo entre vosotros. El texto griego de la carta queda indeciso intencionadamente. ¿Se quiere decir: Cristo «entre» vosotros o « en» vosotros? Probablemente se piense en las dos cosas: Cristo «entre vosotros» como el Señor de las naciones al fin de los tiempos, y «en vosotros» mediante su profunda unión íntima con su comunidad por medio de la fe y del bautismo. En la misión cristiana, las naciones del mundo están incluidas en la soberanía de Cristo, de tal forma que «son coherederos, miembros del mismo cuerpo y partícipes de la misma promesa en Cristo Jesús por medio del Evangelio» (Eph_3:6). Esto significa la participación actual de las naciones en la riqueza celestial y en la gloria oculta de Cristo; en esta riqueza tienen puesta la esperanza de la plena gloria venidera que un día se manifestará cuando Cristo se manifieste (Eph_3:4). Su riqueza y su gloria se muestran ya ahora con la clara luz, que irradia del Evangelio sobre las naciones (sobre los gentiles), y de la vida divina, que se les da en los sacramentos de Cristo. La eternidad de Dios en la persona de Cristo penetra ya en el tiempo transitorio de este mundo, y el espacio vital de Dios penetra ya en el espacio mortal del mundo. Cristo es nuestra «esperanza de la gloria», y así la historia y nuestra vida están preservadas de la falta de sentido. El mundo tiene esperanza en Cristo.

d) «Hacer avanzar a Cristo» (Eph_1:28).

28 ... a quien nosotros anunciamos, advirtiendo a todo hombre y enseñando a todo hombre en toda sabiduría, para que podamos presentar a todo hombre perfecto en Cristo.

Cristo es anunciado por el Apóstol a los gentiles. Esta es una proclamación «oficial», que tiene lugar en la vida pública del mundo, y en la que se pregona a Cristo como Señor del mismo y como su salvador. Pero la advertencia apostólica también forma parte de esta proclamación. Porque Cristo también debe ser Señor de los corazones y de las decisiones de los hombres. Por eso, según san Pablo, también forma parte de la acción de «hacer avanzar a Cristo» (·Lutero-M) la advertencia apostólica con que se enseña «para presentar a todo hombre perfecto en Cristo». El propio Cristo es el objetivo del perfeccionamiento de los fieles. En ellos debe formarse Cristo «en» el cual los fieles ya viven de una forma misteriosa. El Apóstol siempre procura que se armonicen el ser y el acto, el conocimiento y la acción. La proclamación del Evangelio es siempre un llamamiento a la conversión, como lo era en la predicación de Jesús (Mar_1:15).

En Col_1:28 también se nota la conciencia de la gran responsabilidad del Apóstol por sus comunidades. Porque el presentar a los fieles perfectos en Cristo equivale a una presentación de los mismos ante el juez divino (cf. 2Co_11:2). El Apóstol tiene que presentarlos un día a Cristo, y querría no haberse de avergonzar de ellos ante el Señor. «¿Cuál es nuestra esperanza, o la corona, o alegría de gloria con que sentirnos orgullosos ante nuestro Señor Jesús en su manifestación, sino vosotros mismos? Sí, vosotros sois nuestra gloria y nuestra alegría» (1Th_2:19-20) 36, Por eso insiste Pablo en la realización del Evangelio en las comunidades. Un cristianismo puramente teórico, un mero cristianismo de fe es para Pablo algo horrible, como también para Jesús, que dijo: «No todo el que me dice: ¡Señor, Señor!, entrará en el reino de los cielos, sino el que cumple la voluntad de mi Padre que está en los cielos» (Mat_7:21).

Así pues, el Apóstol ve tres tareas principales en el cargo que Dios le ha otorgado: anunciar a los hombres el Evangelio, que les revela un grandioso misterio de salvación; estimular a las comunidades a llevar una vida cristiana; padecer por ellas y en sustitución de ellas. Pablo lucha sin cesar por sus comunidades, como dice a continuación.

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36.Cf. también 1Co_9:15.18; Phi_2:16.

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6. LA LUCHA POR LAS COMUNIDADES (1/29-2/07).

a) El combate apostólico (,1).

29 Para ello, precisamente, estoy yo trabajando y luchando según la acción con que él actúa en mí poderosamente.

Para conseguir el fin de presentar a los fieles «perfectos en Cristo», Pablo no repara en ninguna fatiga. Con frecuencia en sus cartas habla de estas fatigas al prestar el servicio que importa su cargo. Entre estas fatigas cuenta su honrado trabajo manual como tejedor de tiendas: «Recordad, si no, hermanos, nuestros esfuerzos y fatigas: trabajando día y noche, a fin de no ser una carga para ninguno de vosotros, proclamamos entre vosotros el Evangelio de Dios» (1Th_2:9) 37. Pero también forman parte de estas fatigas sus padecimientos apostólicos en el servicio de la misión (1Th_1:24). A estas fatigas también está vinculado una constante lucha en todas las posibles contrariedades exteriores e interiores, a las que se ve expuesto Pablo, pero que también soporta animosamente poniendo su confianza en el poder de Dios, que en él es eficaz. Por eso, en este combate, Pablo tiene la sensación de ser «buen soldado de Cristo Jesús» (2Ti_2:3), que no combate con las armas terrenas: «Las armas de nuestra milicia no son carnales, sino divinamente poderosas para derrocar fortalezas: derribamos sofismas y toda altanería que se alza contra el conocimiento de Dios, y apresamos cualquier pensamiento para someterlo a Cristo» (2Co_10:4s).

ORA/LUCHA: Pablo ve a sus colaboradores como sus compañeros en la lucha. Evodia y Síntique «me asistieron en la lucha por el Evangelio, junto con... los demás colaboradores míos» (Phi_4:3). Las comunidades deben sostener al Apóstol con su oración: «Pero os ruego, hermanos, por Jesucristo nuestro Señor y por amor del Espíritu, que luchéis juntamente conmigo, dirigiendo a Dios oraciones por mí...» (Rom_15:30). No es una pelea «contra carne y sangre», contra los poderes terrenales, «sino contra los principados (demónicos), contra las potestades, contra los dominadores de este mundo de tinieblas, contra los seres espirituales de la maldad que están en las alturas» (Eph_6:12). Al fin de su vida el Apóstol puede decir de sí: «He combatido el buen combate, he realizado plenamente la carrera, he guardado la fe» (2Ti_4:7).

El cristianismo no es un idilio piadoso, sino un combate perpetuo, que constantemente reclama de los fieles nuevas renuncias: «Todo atleta se domina en todo: ellos para llevarse una corona que se marchita; nosotros, una que no se marchita» (/1Co/09/25).

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37.Cf. también 2Th_3:8; 1Co_4:12; 1Co_15:10; 2Co_11:23; Gal_4:11; Phi_2:10.



Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)



Introducción, 1:1-14.

Saludo epistolar, 1:1-2.
1 Pablo, apóstol de Cristo Jesús por la voluntad de Dios, y el hermano Timoteo, 2 a los santos y fieles, hermanos en Cristo, que moran en Colosas: la gracia y la paz con vosotros de parte de Dios, nuestro Padre.

Es el saludo usual que Pablo emplea al principio de sus cartas. Casi idéntico al de la carta a los Efesios (Efe_1:1-2), a cuyo comentario remitimos, así como a los lugares de referencia allí indicados.
De Timoteo, nombrado también en el saludo de otras varias de las cartas (cf. 2Co_1:1; Flp_1:1; ? y 2Te_1:1; Flm i), cabe decir que fue uno de los más íntimos colaboradores de Pablo, al que acompañaba casi constantemente. Su primer contacto con el Apóstol es narrado en Hec_16:1-3.

Acción de gracias y oración por los colosenses,Hec_1:3-14.
3 Incesantemente damos gracias a Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, en nuestras oraciones por vosotros, 4 pues hemos sabido de vuestra fe en Cristo Jesús y de la caridad que tenéis hacia todos los santos, 5 en vista de la esperanza que os está reservada en los cielos, de la cual tuvisteis noticia por la palabra verdadera del Evangelio, 6 que os llegó, y como en todo el mundo, también entre vosotros fructifica y crece desde el día en que oísteis y conocisteis la gracia de Dios en su pureza, 7 según que la aprendisteis de Epafras, nuestro amado consiervo, que es por nosotros fiel ministro de Cristo, 8 el cual nos ha dado a conocer vuestra caridad en el Espíritu. 9 Por esto, también desde el día en que tuvimos esta noticia, no cesamos de orar y pedir por vosotros; para que seáis llenos del conocimiento de la voluntad de Dios, con toda sabiduría e inteligencia espiritual, 10 y andéis de una manera digna del Señor, procurando serle gratos en todo, dando frutos de toda obra buena y creciendo en el conocimiento de Dios, 11 corroborados en toda virtud por el poder de su gloria, para el ejercicio alegre de la paciencia y de la longanimidad en todas las cosas, 12 dando gracias a Dios Padre, que os ha hecho capaces de participar de la herencia de los santos en el reino de la luz; 13 el cual nos libró del poder de las tinieblas y nos trasladó al reino del Hijo de su amor, 14 en quien tenemos la redención y la remisión de los pecados.

Al saludo sigue la acción de gracias a Dios por los favores concedidos a los colosenses (v.3-8). Estos favores los concreta San Pablo sobre todo en las tres virtudes teologales que, como en otros muchos lugares (cf. 1Co_13:13; Efe_1:15-18; 1Te_1:3; 1Te_5:8), también aquí enumera juntas (v.4-5). Es de notar el hincapié que hace en la esperanza, a la que considera subordinadas en cierto sentido la fe y la caridad (v.5). Y es que San Pablo no concibe una fe y una caridad que estén separadas del deseo del cielo y de poseer a Dios, que es lo que aviva en nosotros aquellas virtudes (cf. Rom_8:18-24; Efe_6:6-9; 1Ti_6:19). Después de esa enumeración de las tres virtudes teologales, que contempla gozoso en los colosenses, les recuerda, igual que suele hacer en otras cartas (cf. 1Co_1:4-7; Gál_3:1-2; 1Te_1:4-7), cómo fue la fundación de su iglesia (v.6-8). De Epafras ya hablamos en la introducción a esta carta; si le llama consiervo (v.7; cf. Flm_1:23), parece ser en razón de la asistencia que le estaba prestando con una especie de cárcel voluntaria. También le da ese mismo título a Tíquico (cf. 4:7). La expresión como en todo el mundo (v.6), aunque tiene su parte de hipérbole (cf. Hec_2:5), indica bien a las claras que para San Pablo el mensaje de Cristo es esencialmente católico, no privilegio para un pueblo o una raza, y la predicación en Colosas no era sino una pequeña migaja de ese amplio movimiento mundial.
También la expresión caridad en el Espíritu (v.8) rezuma catolicidad, aludiendo a la nueva conciencia comunitaria de solidaridad, que el Espíritu Santo produce en la Iglesia, donde uno está para el otro, y una comunidad para otra, y todos para el Señor.
Nótese también (v.5-7) su modo de hablar del Evangelio como fuerza y poder misteriosos que están transformando el mundo (cf. Rom_1:16). Y es que en el Evangelio el mismo Cristo está presente y se ofrece a los hombres como portador de la salvación.
En los v.9-14 cambia un poco el tono de la acción de gracias, convirtiéndose en oración de súplica. Quizás podamos ya entrever aquí los serios temores del Apóstol ante el peligro de una desviación doctrinal en los colosenses. Ardientemente pide a Dios que les dé un conocimiento profundo, que se traduzca en obras, de la voluntad de Dios sobre ellos. La expresión conocimiento profundo (?????????? ), que vuelve a repetir varias veces en la carta (cf. 2:2; 3:10), parece tener la intención de hacer resaltar el contraste con el conocimiento (?????? ) del universo y sus movimientos de que tanto se ufanaban los doctores de Colosas. El auténtico y real conocimiento era éste que Pablo predicaba. Al hablar (v.9) de sabiduría e inteligencia espiritual (????? ??? ??????? ?????????? ), se refiere a los dones de sabiduría e inteligencia, que el Espíritu Santo infunde en el corazón de los cristianos (cf. 1Co_12:8; Efe_1:8) para que sepan juzgar de las cosas rectamente, en función de nuestro fin sobrenatural, cosa que es privilegio de los discípulos de Cristo y falta a los sabios de este mundo (cf. 1Co_2:14-15; Flp_1:9; 2Ti_2:7). Cierto que los colosenses, como en general los cristianos, se encontrarán en su vida con tentaciones y pruebas duras, pero nada de eso debe ser capaz de hacerles perder su paciencia y quitarles su alegría (v.11), dando continuamente gracias a Dios Padre por haberles llamado a participar de la herencia de los santos (v.12). El término santos era corriente para designar a los cristianos (cf. Hec_9:13), y probablemente ése es también ahora su sentido (cf. 1:26), aunque algunos autores creen ver aquí más bien una referencia a los ángeles, a quienes se asocian los elegidos (cf Dan_4:10; Zac_14:5; Mat_13:43; Rev_12:5; Efe_2:19). Esta herencia es la salud mesiánica, cuya consumación definitiva tiene lugar en la gloria, que es reino de la luz (cf. Efe_1:11-14; Efe_5:7-12; ) Hec_26:18). Pablo, al llegar aquí, cambia el pronombre de segunda persona en el de primera, colocándose también él (nos libró., tenemos la redención) entre aquellos a quienes Dios ha sacado del poder de las tinieblas y trasladado al reino de la luz, que es el reino del Hijo de su amor 287, que nos ha redimido de nuestra condición de esclavos (v.13-14; cf. Rom_3:24-25). Este dualismo tinieblasluz, tan frecuente en el lenguaje de San Pablo y de San Juan, lo encontramos también muy usado en la literatura de Qumrán, de la que no hay inconveniente en admitir cierta dependencia literaria 288.




I. Dignidad Supereminente de Crist? , 1:15-2:23.

La persona de Cristo, 1:15-20.
15 El es la imagen de Dios invisible, primogénito de toda criatura; 16 porque en El fueron creadas todas las cosas del cielo y de la tierra, las visibles y las invisibles, los tronos, las dominaciones, los principados, las potestades; todo fue creado por El y para El. 17 El es antes que todo, y todo subsiste en él. 18 El es la cabeza del cuerpo, que es la Iglesia; El es el principio, el primogénito de los muertos, para que tenga la primacía en todas las cosas; 19 porque plugo a Dios que en El habitase toda la plenitud 20 y por El reconciliar consigo, pacificando por la sangre de su cruz todas las cosas, así las de la tierra como las del cielo.

Comienza aquí la parte doctrinal de la carta, que continuará hasta el final del c.2. San Pablo, a vista del peligro en la fe que amenazaba a los colosenses, de que le informó Epafras, trata de instruirles al respecto. Y primeramente, en la presente narración, les habla de la persona misma de Cristo. Es uno de los pasajes cristológicos más completos de todo el epistolario paulino, síntesis admirable de las prerrogativas de Cristo: en relación a Dios, a la creación, a la Iglesia. Es de notar la claridad con que aparece en este pasaje la unidad de persona en Cristo, al que San Pablo atribuye actividad trascendente en la creación y manifestaciones históricas en la redención. Ese ser concreto, que aparece como sujeto gramaticalmente de todo el pasaje, es la persona única del Hijo de Dios, hecho hombre.
Por lo que respecta a la relación hacia Dios, San Pablo designa a Cristo como la imagen (????? ) de Dios invisible (v.15). Ya en una carta anterior le había aplicado esa misma expresión (cf. 2Co_4:4). También del hombre dice que es imagen de Dios, sea en el orden natural (cf. 1Co_11:7), sea en el sobrenatural (cf. 3:10); pero, evidentemente, Cristo lo es de manera mucho más perfecta. Solamente Cristo, en virtud de la generación eterna del Padre, es la imagen sustancial y perfecta, que reproduce y refleja adecuadamente las infinitas perfecciones de Dios invisible, haciéndolas visibles a través de su humanidad (cf. 1Ti_6:16; Heb_1:3; Jua_1:18). Este concepto de imagen, del que frecuentemente se vale Pablo (cf. Rom_8:29; 1Co_15:49; 2Co_3:18), es de gran importancia para profundizar en su pensamiento teológico 289.
Por lo que respecta a la relación de Cristo con el mundo creado, San Pablo hace varias afirmaciones capitales: primogénito (?????????? ) de toda criatura., en El (?? ???? ) fueron creadas todas las cosas de cielo y tierra, visibles e invisibles., todo creado por El y para El (5is ????? ??? ??? ????? ). es antes que todo (??? ?????? ) y todo subsiste (?????????? ) en El (v.15-17). Aunque no todas las expresiones del Apóstol son fáciles de interpretar, y del significado concreto de algunas cabe discusión, la idea general es clara: Cristo esta por encima de toda la creación, en cuyo origen ha influido y a la que sigue dando consistencia. Cuando el Apóstol habla de primogénito de toda criatura (v.15), creen algunos que se está aludiendo a la preexistencia de Cristo, dando al término primogénito su valor etimológico de anteriormente engendrado; otros, por el contrario, tomando el término primogénito en sentido más bien histórico y jurídico, creen que se alude a su preeminencia respecto de todas las criaturas, cual la tiene el primogénito respecto de sus hermanos. Lo más probable es que haya que juntar ambos aspectos. Sabemos, en efecto, que entre los judíos el primogénito tenía la primacía de dignidad como consecuencia de su primacía o prioridad en el tiempo. Lo mismo diría San Pablo de Cristo: prioridad temporal respecto de todas las criaturas y, consiguientemente, primacía o mayorazgo respecto de todas ellas. Lo que ciertamente debe excluirse es que Cristo, por el hecho de ser considerado como primogénito de toda criatura, deba ser incluido entre las criaturas. Absolutamente hablando, la expresión podría ser entendida de ese modo, al igual que cuando se le llama primogénito de entre los muertos (v.18); pero esa interpretación queda excluida por las afirmaciones que siguen, cuando se dice de Cristo que todo fue creado en El, por El y para El, y que es antes que todo, y todo subsiste en El (v.16-17). La especificación cosas del cielo y de la tierra, visibles e invisibles, tronos, etc. (v.16; cf. Efe_1:21), tratando de recalcar que nada queda fuera del influjo de Cristo, da todavía más fuerza al argumento. Todas esas expresiones demuestran claramente que Cristo está en un rango único, fuera de la serie de criaturas 290.
Sigue ahora, en los v. 18-20, la descripción de la persona de Cristo en su condición de Redentor. Ambas ideas, creación y redención, están íntimamente ligadas para San Pablo: si Cristo fue quien en un principio creó todas las cosas, es también El quien luego las va a pacificar y armonizar, una vez disgregadas por el pecado. La afirmación de que es cabeza del cuerpo, que es la Iglesia (v.18), riquísima de contenido, ya queda explicada en otros lugares (cf. Rom_12:4-5; 1Co_12:12-27), y particularmente en la introducción a la carta a los Efesios. De parecido significado, aunque bajo otra imagen, es la afirmación de que es principio, primogénito de entre muertos (???? , ?????????? ?? ???? ?????? ). Parece que estos dos incisos: principio y primogénito de entre los muertos, no constituyen dos afirmaciones independientes, sino que aluden a una misma cosa, diciendo de Cristo que es el primero, el que inició la marcha gloriosa hacia la resurrección; no sólo en orden de tiempo, sino también por su influjo en los demás resucitados (cf. Rom_4:25; 1Co_15:20-23). Y todas esas prerrogativas: para que tenga la primacía en todas las cosas (v.18), es decir, tanto en el orden de la creación material como en el de la renovación espiritual.
Razón última de esta preeminencia de Cristo ha sido la voluntad del Padre, que quiso que en El habitase toda la plenitud (??? ?? ??????? ) y por El reconciliar. todas las cosas, así las de la tierra como las del cielo (v. 19-20). ¿A qué alude San Pablo con la palabra plenitud? Bastantes autores, siguiendo a Santo Tomás, interpretan el término plenitud como alusivo a la suma de gracias y perfecciones que competen a Cristo, en cuanto cabeza de la Iglesia, de cuya suma o plenitud, como dice San Juan, participamos todos (cf. Jua_1:16). Otros, pensando en que, poco después, el mismo San Pablo habla de plenitud de la divinidad (cf. 2:9), opinan que el mismo sentido debe darse aquí al término plenitud, sin que esto excluya, claro está, la consiguiente plenitud de gracias y perfecciones de que habla Santo Tomás. Creemos que también aquí, conforme a las explicaciones ya dadas al comentar Efe_1:23 y 3:19, el término plenitud (??????? ) tiene un sentido técnico especial. San Pablo aludiría al cosmos o mundo universo, que considera lleno de Dios (cf. Isa_6:3; Jer_23:24; Sal_139:8; Sab_1:7; 1Co_10:26) y que, muy en consonancia con el uso de la época, no tiene inconveniente en designar con el término pléroma. A la cabeza de este cosmos o pléroma de Dios, y no sólo a la cabeza de la raza humana, ha sido colocado Cristo, recapitulando en sí todas las cosas, las de los cielos y las de la tierra (cf. Efe_1:10). Precisamente porque en El habita, es decir, le está como incorporado todo el cosmos o pléroma de Dios, es por lo que puede realizar ese influjo pacificador universal a que se alude en el v.20. Dicha pacificación no arguye la salud individual de todos, sino la salud colectiva del mundo, con su retorno al orden y a la paz, y sólo será perfecta al fin de los tiempos, cuando, vencidos todos los enemigos, el Hijo entregue el reino a Dios Padre para que sea Dios todo en todas las cosas (cf. 1Co_15:24-28; Rom_8:19-23; 2Te_1:8-9). San Pablo tiene interés en hacer resaltar que nada en el cosmos queda excluido de ese influjo pacificador de Cristo; de ahí que no se contente con decir todas las cosas, sino que especifique: así las de la tierra como las del cielo (v.20), la misma expresión que había empleado al hablar de la creación (v.16). De qué modo la redención de Cristo afecte también al mundo angélico, San Pablo nunca lo explica; ni es fácil concretar en qué pueda consistir esa pacificación en los cielos. Probablemente San Pablo lo que pretende es extender la perspectiva, dado que todo el cosmos, incluso el mundo angélico, debe entrar a formar parte en este concierto armónico y universal que trajo consigo la muerte de Cristo. Algo parecido a lo que dice del mundo inanimado (cf. Rom_8:19-22). Apoyado en estos textos de Pablo, escribió San Ignacio de Antioquía: Que nadie se lleve a engaño: aun las potestades celestes y la gloria de los ángeles y los príncipes, visibles e invisibles, si no creen en la sangre de Cristo, están también sujetos a juicio. 291

La obra redentora de Cristo y los colosenses,Rom_1:21-23.
21 Y a vosotros, que erais en otro tiempo extraños y enemigos de corazón por las malas obras, 22 ahora os ha reconciliado en su cuerpo de carne, por su muerte, para presentaros santos e inmaculados e irreprensibles delante de El, 23 si perseveráis firmemente fundados e inconmovibles en la fe y no os apartáis de la esperanza del Evangelio que habéis oído, que ha sido predicado a toda criatura bajo los cielos, y cuyo ministro he sido constituido yo, Pablo.

Hablando de la persona de Cristo, dijo San Pablo que por la sangre de la cruz había reconciliado y pacificado todas las cosas (v.20; cf. Rom_3:24-25); ahora (v.21-23) hace una aplicación particular al caso de los colosenses.
Les recuerda su condición anterior de extraños y enemigos de Dios (v.21; cf. Efe_2:11-12; Efe_4:17-19), cambiada ahora por la de santos e inmaculados e irreprensibles delante de El (v.22; cf. ). Esta terminología, para describir el estado de perfección moral en que la obra redentora de Cristo coloca al hombre, está inspirada en las cualidades requeridas para las víctimas en los sacrificios (cf. Lev_22:17-25). Dice el Apóstol que Dios ha operado esa reconciliación mediante la muerte que Cristo padeció en su cuerpo de carne (?? ?? ?????? ??? ?????? ????? ), es decir, en su cuerpo pasible y mortal, donde virtualmente estaba incluido todo el género humano (v.22; cf. Rom_8:3; 2Co_5:21; Gal_3:13-14; Efe_2:14). Mas para que ese nuevo estado, añade, sea un hecho en cada uno de los colosenses es necesario de parte suya que permanezcan firmemente cimentados en la fe, sin apartarse de la esperanza que promete el Evangelio, tal como lo oyeron de Epafras, y del que él ha sido constituido ministro (v.23; cf. v.4-8; 1Co_9:16-18).

Participación de Pablo en la obra de Cristo,1Co_1:24-29.
24 Ahora me alegro de mis padecimientos por vosotros, y suplo en mi carne lo que falta a las tribulaciones de Cristo por su cuerpo, que es la Iglesia.25 De ella soy yo ministro en virtud de la dispensación divina a mí confiada en beneficio vuestro, para llevar a cabo la predicación de la palabra de Dios, 26 el misterio escondido desde los siglos y desde las generaciones y ahora manifestado a sus santos, 27 a quienes quiso Dios dar a conocer cuál es la riqueza de la gloria de este misterio entre los gentiles, que es Cristo en vosotros, la esperanza de la gloria. 28 Al cual nosotros anunciamos, amonestando a todos los hombres e instruyéndolos en toda sabiduría, a fin de presentarlos a todos perfectos en Cristo, 29 por lo cual me fatigo, luchando con la energía de su fuerza, que obra poderosamente en mí.

La mención que el Apóstol hizo del Evangelio y de la misión a él confiada al respecto (cf. v.23) le lleva a hablar del cumplimiento de esa su misión. A ella consagra su vida, en libertad o en prisión, y con ese fin lucha y se fatiga sin desmayo.
Comienza por decir que los sufrimientos en la difusión del Evangelio no sólo no le abaten, sino que le son fuente de alegría, pues contribuyen al crecimiento de la Iglesia, cuerpo de Cristo (v.24; cf. v.18). Se ha discutido mucho sobre el sentido de la frase suplo en mi carne lo que falta a las tribulaciones de Cristo (??????????? ?? ?????????? ??? ??????? ??? ??????? ?? ?? ????? ??? ). ¿Es que los padecimientos de Cristo no eran ellos solos suficientes para salvar a los hombres? Evidentemente, sí. Sabemos, en efecto, que la pasión y muerte de Cristo fue de valor infinito, capaz para redimir del pecado no sólo a los seres humanos del mundo actual, sino a todos los de todos los mundos posibles. ¿Qué es, pues, lo que quiere decir el Apóstol? Hay bastantes autores, siguiendo a Santo Tomás, que explican la frase de esta manera: la Iglesia, cuerpo místico de Cristo, debe ser en todo conforme a su cabeza, ni participará de su gloria sino participando de sus padecimientos (cf. Rom_8:17 y 29); ahora bien, Jesucristo, la cabeza, ya padeció lo que le correspondía y estaba en los designios del Padre (cf. Jua_17:4; Jua_19:30), pero falta por padecer lo que corresponde a los miembros para conformarse a la cabeza, debiendo cada uno tomar su parte, hasta que se colme la medida establecida por el Padre. No es, pues, que falte algo a los sufrimientos personales de Cristo, que fueron de valor infinito y cuales debían ser, sino que donde falta, y Pablo trata de completar por lo que a él toca, es en los padecimientos previstos por Dios para el Cristo místico.
Otros autores, sin embargo, sin negar la verdad de lo anteriormente afirmado, creen que no hay base alguna para interpretar en ese sentido la frase del Apóstol, al menos si lo que se pretende es dar su sentido literal. Lo que vendría a decir San Pablo, según estos autores, es lo siguiente: Jesucristo, para establecer su Iglesia, hubo de padecer y sufrir no sólo en su pasión y muerte, que es lo que constituye propiamente el acto redentor, sino también con infinidad de tribulaciones a lo largo de su vida, en orden a dar a conocer su doctrina o mensaje de salud; pues bien, bajo este aspecto, la obra de Cristo quedó muy incompleta, y aquellos trabajos han de ser continuados y como completados por los de los predicadores evangélicos, si es que la salud conseguida por el acto redentor de Cristo ha de llegar de hecho a todos los seres humanos. Muy bien, pues, puede decirse que los trabajos de Cristo en orden a la conversión del mundo quedaron incompletos, y son los predicadores evangélicos quienes los han de continuar, padeciendo cárceles y persecuciones, como está sucediendo a Pablo, supliendo de ese modo lo que hubiera de padecer Cristo si estuviese presente. Ni ello es mengua alguna para Cristo, cual si hubiese dejado las cosas sin terminar, pues, como dirá luego el mismo San Pablo, es de Cristo de quien los predicadores reciben fuerza y energía para realizar sus trabajos (cf. v.29). Y si para Cristo no es mengua, para nosotros los hombres es un honor, al poder participar de ese modo, unidos a Cristo, en la gran obra de la redención del mundo. Nos parece que es ésta la mejor explicación 292.
Lo que San Pablo dice después (v.25-29) es ya más fácil de entender. Afirma primeramente su condición de servidor de la Iglesia, habiendo recibido de Dios la misión de predicar, sobre todo, a los gentiles, entre los cuales se encuentran los colosenses (v.25; cf. Rom_15:15-16; Gal_1:15-16). Esa predicación lleva consigo el anuncio del misterio, por largo tiempo escondido y ahora manifestado a sus santos (v.26), es decir, a los cristianos (cf. 1:2; Rom_1:7; Hch_9:13). De suyo el término santos podría también referirse a los ángeles (cf. 2:19), que sólo ahora, ante la realidad, Dios habría permitido conocer su plan eterno de salud. Para San Pablo el misterio equivale a plan divino de bendición en Cristo, con extensión a todos los seres humanos, superada la distinción entre judíos y gentiles (cf. Rom_16:25-26; Efe_1:9-10; Efe_3:3-9). Aquí propiamente no describe en qué consista, pero claramente lo deja entender en las expresiones Cristo en vosotros (v.27), amonestando a todos los hombres. a fin de presentarlos a todos perfectos en Cristo (v.28). Difícil encontrar fórmula más condensada de lo que es el misterio que esas palabras Cristo en vosotros, dichas a los colosenses, procedentes del gentilismo. Antes de su conversión, los colosenses eran, al igual que los demás gentiles, gentes sin esperanza, sin Cristo, sin Dios en el mundo (cf. Efe_2:12); ahora, unidos a Cristo y formando con El un cuerpo único (cf. Efe_2:16; Efe_3:6), caminan confiados hacia la gloria celestial, donde les espera Cristo (cf. 1Co_15:23). Dice el Apóstol que trata de instruirles en toda sabiduría, a fin de presentarlos perfectos en Cristo (v.28). Sobre el concepto de sabiduría y de perfectos, ya hablamos al comentar 1Co_2:6. La expresión presentarlos perfectos en Cristo (v.28) tiene cierto sabor jurídico, aludiendo a su presentación ante el juez divino, sin que tenga que avergonzarse de ellos ante el Señor (cf. 1Co_4:5; FÜ2,16; 1Co_4:1; 1Te_2:19).

Nuevo Comentario Bíblico San Jerónimo. Nuevo Testamento (Verbo Divino, 2004)



10
Saludo (1,1-2). Siguiendo la forma literaria de las cartas antiguas, Col comienza nombrando a los remitentes y a los destinatarios, e incluyendo un saludo (--> Cartas del NT, 45:6.8A). 1. Pablo, apóstol: Véase el comentario a Gál 1,1. El contenido de la carta, esp. la instrucción destinada a corregir la falsa doctrina, se presenta con la autoridad de la condición apostólica de Pablo, que es el tema de 1,24-2,5.
2. a los hermanos santos y fieles: En contraste con los comienzos de otras cartas (Rom 1,7; 1 Cor 1,2; 2 Cor 1,1; Ef 1,1; Flp 1,1), «santos» es un adj. coordinado con «fíeles», y no un sustantivo. En el AT, Israel es un pueblo santo (qádós), pero qédósim («santos») a menudo se refiere a la asamblea celestial (p.ej., Zac 14,5; Sal 89,6). Los miembros de la comunidad de Qumrán se denominaban a sí mismos los «santos» (10M 3,5; 6,6; 10,10; 16,1). en Cristo: --> Teología paulina, 82:121. La locución en Christo expresa la unión del creyente con Cristo en muchos planos, tema importante de Col (1,4.14.16.17.19.28; 2,3.6.7.9.10.11.12; 3,18.20; 4,7).
11 (II) Acción de gracias y oración (1,3-23).
(A) Acción de gracias (1,3-8). La acción de gracias, rasgo común de las cartas grecorromanas, forma parte de la mayoría de las cartas del NT (--> Cartas del NT, 45:8B). Estos versículos constituyen una única y larga sentencia donde se alude a hechos relativos a la vinculación entre remitentes y destinatarios, a la comunidad y a la ocasión de la carta: el evangelio fue llevado a la comunidad por Épafras (1,7); la comunidad está creciendo y dando fruto (1,6); se ha informado de ello a Pablo (1,4). 3. nuestro Señor Jesucristo: --> Jesús, 78:42; --> Teología paulina, 82:51-54. 4-5. fe, amor y esperanza: Esta tríada aparece frecuentemente en las epístolas del NT y probablemente formaba parte de la antigua tradición prepaulina (Caird). Dicha tríada se convierte en un tema que se desarrolla en la enseñanza de la carta. La fe en Cristo Jesús (1,4; véase también 2,5.7) se formula en 1,23 como la condición para ser presentados santos e irre(-)prochables ante Cristo, y en 2,12 como uno de los medios por los que los creyentes han sido resucitados con Cristo. El amor es, dentro de la comunidad cristiana, la práctica que mantiene unido el cuerpo (1,4.8; 2,2; 3,14). La esperanza, en contraste con las dos aptitudes anteriores de los creyentes, es algo que está fuera del creyente (1,5.23.27; --> 6 supra; véase Rom 8,24 y su comentario).
12 (B) Oración (1,9-11) y (C) Aplica(-)ción y transición (1,12-14). Gramaticalmente, estos versículos son una unidad en la cual el vb. principal, «no cesamos», va seguido por tres ptcs., «orar» (1,9), «pedir» y «deis gracias» (1,12) . Recogiendo los temas de la sección de acción de gracias, la oración se extiende sobre las nociones de fe, amor y esperanza. 9. conocimiento, sabiduría e inteligencia: Estas palabras clave indican una meta práctica, no especulativa: el conocimiento exige obediencia a la voluntad de Dios. Los tres términos hebr. correspondientes, da'at, hokma y bina, se encuentran muy frecuentemente en la LQ (1QH 1,19-21, donde los tres se conectan con la revelación de misterios [cf. Col 1,27-28; 2,2-3]; 1QS 4,2-8, que cuenta los caminos del Espíritu de Verdad, entre los que se encuentran: la humildad y la paciencia; la inteligencia, el conocimiento y la sabiduría; el celo por las ordenanzas justas, una inclinación fírme y discreción en relación con los misterios [cf. Col 2,18.23; 3,12-13]). 12. compartir la herencia de los santos en la luz: Esto trae de nuevo a la mente las enseñanzas de la LQ: el dualismo ético de «luz y tinieblas» (véase Col 1,13) y la «porción» o «herencia» (hebr. górál [1QM 13,9-10; 1QH 3,22-23; 6,12-13; 11,11-12]), que es un destino predeterminado impuesto a los seres humanos (véanse P. Benoit, «Qumran and the NT», Paul and Qumran [J. MurphyOConnor (ed.), Chicago 1968] 18-24; «Hagioi in Colossiens 1.12», Paul and Paulinism [Fest. C. K. Barrett; M. D. Hooker y S. G. Wilson (eds.), Londres 1982] 83-101; en el segundo ar(-)tículo afirma que «santos» quizás se refiera tanto a la comunidad fiel como a los seres ce(-)lestiales). 12-14. Estos versículos, tomados por algunos como una introducción, o incluso una parte, del himno cristológico de los w. 15-20, forman una de las secciones de transición de la carta (--> 9 supra). Están ligados por vínculos gramaticales y de contenido a la sección de acción de gracias que antecede y al himno que sigue. 14. perdón de los pecados: Aphesis hamartión no aparece en los escritos paulinos indiscutidos; véanse Ef 1,7; Heb 9,22; 10,18; -«Teología paulina, 82:75 (final).
13 (D) Himno (1,15-20). Sea cual sea la interpretación que se haga de los w. 12-14, es algo reconocido desde hace mucho tiempo que los w. 15-20 constituyen una unidad independiente que posee el carácter de un primitivo himno cristiano. Otros pasajes poéticos de las cartas del NT se pueden encontrar en Flp 2,6-11; 1 Tim 3,16; 1 Pe 2,22-25; probablemente tuvieron su origen en la liturgia (véase B. Vawter, CBQ 33 [1971] 68-70). Tanto el estilo como el contenido de estos versículos se pueden comparar además con los himnos o Hódayót de Qumrán (1QH) y con el prólogo del evangelio de Juan (J. M. Robinson, JBL 76 [1957] 278-79; BGJ 20). Las diferencias de lenguaje, estilo y pensamiento respecto al resto de Col y respecto a las cartas paulinas indiscutidas indican que esta sección hímnica no fue compuesta por el autor de la carta, sino que más bien era, en su mayor parte, material tradicional adaptado por el autor de Col para que sirviera a los fines didácticos de su carta. (Pero Benoit piensa que el autor de Col compuso el himno, y E. Kasemann ha sostenido que los orígenes de éste fueron gnósticos, no cristianos).
Entre los numerosos intentos de determinar el trasfondo del himno se encuentran las siguientes descripciones del material: un himno estoico transmitido por el helenismo (E. Norden); un midrás judío sobre Gn 1,1 a la luz de Prov 8,22 (C. F. Burney, seguido por W. D. Davies); material judío relacionado con el día de la expiación (Lohmeyer); un himno cristianizado dedicado a una figura gnóstica de redentor (Kasemann); especulación sapiencial judía (J. T. Sanders); teología misionera judía y cristiana nacida del pensamiento del AT (N. Kehl). Estas descripciones, como las del error colosense, se deben contrastar con el ambiente de sincretismo que dominaba Asia Menor en aquella época. En el himno se pueden encontrar, entretejidos, numerosos elementos procedentes de diversos entornos; pero la mayoría de los comentaristas están de acuerdo en que los motivos sapienciales judíos desempeñan un papel destacado.
Aunque hay acuerdo sobre la presencia del himno, existen numerosas propuestas diferentes en lo tocante a su estructura. Las dos cuestiones principales son: (1) si el himno empieza con el v. 12 (--> 12 supra; así, p.ej., Lohmeyer, Norden, Kasemann, Lohse, Schille y Kehl) o con el v. 15 (así, p.ej., Schweizer, Bruce, Mar(-)tin, Masson, Gnilka, Benoit, Conzelmann, Gabathuler, Lindemann, Aletti); (2) qué elementos del himno son redaccionales. Esta última cuestión, sin embargo, no afecta al himno en su forma actual dentro de Col, pero es importante para quienes intentan recuperar el himno original o determinar la teología del redactor. (Para un resumen de las opiniones de comentaristas modernos sobre los elementos redaccionales, véase la tabla de Benoit, «Lhymne» 238). Casi todos (salvo Kehl) están de acuerdo en que «la iglesia», en el v. 1,18a, es una adición, y la mayoría consideran «por la sangre de su cruz», en 1,20b, como redaccional. Existen algunas repeticiones dentro del himno que son indicios claros de las divisiones principales: el pron. reí. hos estin (1,15a. 18b); prótotokos, «primogénito» (1,15b. 18b); oraciones que empiezan con hoti en autQ, «pues en él» (1,16.19); oraciones con di autou, «por él» (1,16b.20).
15 El cual es la imagen del Dios invisible, primogénito de toda la creación,
16 pues en él fue creado todo, lo del cielo y lo de la tierra,
lo visto y lo no visto,
tanto tronos como dominaciones,
tanto principados como potestades;
todo por él y para él
fue creado.
17 Él es anterior a todo; y todo en él existe.
18 Él es la cabeza del cuerpo, la iglesia.
El cual es el principio, primogénito de entre los muertos, de manera que en todo es preeminente.
19 Pues la plenitud total quiso habitar en él, y por él reconciliar todo consigo,
haciendo la paz por la sangre de su cruz, tanto en la tierra como en el cielo.
15-16 El tema es el papel de Cristo en la creación, con alusión a motivos sapienciales del AT. En Prov. 3,19 la sabiduría se describe como asistente en la obra de la creación; en Prov. 8,22-31, la sabiduría, creada primero, se presenta como colaboradora en la obra de Yahvé (cf. Sab 7,22; 9,2-4). imagen: Para Cris(-)to como imagen de Dios, véase 2 Cor 4,4; en otros lugares, Pablo habla de los seres huma(-)nos a imagen de Cristo o de Dios (Rom 8,29 [véase el comentario]; 1 Cor 11,7; 15,49; 2 Cor 3,18). tronos, dominaciones... principados, po(-)testades: Estas realidades creadas se presentan en Col como seres angélicos que están subor(-)dinados a Cristo (los mismos términos se usan también para hacer referencia a poderes te(-)rrenos [véanse comentarios a 2 Pe 2,10; Jds 8]). En la falsa doctrina de Colosas, dichas re(-)alidades tal vez fueran consideradas rivales de Cristo o seres que proporcionaban un poder complementario al de Cristo (2,10.15). Tal creencia procedía de una angelología comple(-)ja y sumamente desarrollada que estaba muy difundida en aquella época. Este es el único lugar del NT donde «tronos» es una categoría de seres angélicos; los otros términos sí apa(-)recen: «dominaciones», Ef 1,21; «principa(-)dos», Rom 8,38 [véase el comentario]; 1 Cor 15,24; Ef 1,21; «potestades», 1 Cor 15,24; Ef 1,21; 2,10 (--> Teología paulina, 82:89; véanse también W. Carr, Angels and Principalities [Cambridge 1981]; M. Black, «Pasai exousiai autg hypotagésontai», Paul and Paulinism [ 12 supra] 74-82). 17. antes que todo: El himno presenta a Cristo como preexistente, otro re(-)flejo de especulación sapiencial del judaismo helenístico ( Teología paulina, 82:49-50; véa(-)se el comentario a 1 Cor 8,4-6; R. G. Hamerton-Kelly, Pre-Existence, Wisdom, and the Son of Man [Cambridge 1973]). 18. la cabeza del cuerpo, la Iglesia: Véase también 2,19. La ex(-)presión redaccional «la Iglesia» altera la idea de Cristo como cabeza del cuerpo cósmico, convirtiéndola en la de Cristo como cabeza de la Iglesia, un tema importante en Col (1,24.27; 2,17.19; 3,15). La comunidad como cuerpo es un tema presente también en los escritos pau(-)linos indiscutidos (1 Cor 6,15; 10,16-17; 12,12-27; Rom 12,4-5 [véase el comentario]), pero la imagen de Cristo como cabeza del cuerpo re(-)presenta un avance respecto a esa idea pauli(-)na (Ef 1,23; 4,15-16; 5,23; Teología paulina, 82:122-27). el principio: En este punto puede haber un juego de palabras entre archç, «prin(-)cipio», referido a la preexistencia y al papel de Cristo en la creación, y arche, «principado», que proclama a Cristo el dominador por exce(-)lencia de las realidades mencionadas en el v. 16 (véase 2,10-15). primogénito de entre los muertos: cf. Rom 8,29; 1 Cor 15,20; Ap 1,5. 19. la plenitud... quiso habitar: cf. 1 Cor 8,6. Algu(-)nos comentaristas explican «plenitud» con el añadido «de Dios» a partir de 2,9 (así RSV [cf. NBE]), pero «plenitud» se usa aquí sin gen. determinativo. El plçrôma era todo el cuerpo de poderes celestiales y de emanaciones espi(-)rituales procedentes de Dios (J. Ernst, Pleroma und Pleroma Christi [Ratisbona 1970]). 20. reconciliar: El vb. apokatallassô aparece sólo en Col y Ef. Pablo utiliza katallassô con el mis(-)mo significado en Rom 5,10; 2 Cor 5,18.19 (--> Teología paulina, 82:72).
(Aletti, J.-N., Colossiens 1,15-20 [AnBib 91, Roma 1981] , Benoit, P., «Lhymne christologique de Col 1,15-20», Christianity, Judaism and Other GrecoRoman Cults [Fest. M. Smith, ed. J. Neusner, Leiden 1975] 1. 226-63. Bruce, F. F,, BSac 141 [1984] 99-111). Deichgráber, R., Gotteshymnus und Christushymnus in der frühen Christenheit [Gotinga 1967] 146-52. Gabathuler, Jesús Christus. Kasemann, E., «A Primitive Christian Baptismal Liturgy», ENTT 149-68. Kehl, N., Der Christushymnus im Kolosser(-)brief [Stuttgart 1967], Norden, E., Agnostos Theos [Leipzig 1913]. Schille, G., Früchristliche Hymnen [Berlín 1965]. Vawter, B,, CBQ 33 [1971] 62-81.)
14 (E) Aplicación y transición (1,21-23). Esta sección vuelve sobre los temas de la oración (w. 9-14) y del himno (w. 15-20) y de(-)muestra su actualidad para la comunidad. 21. alejados, con sentimientos hostiles y acciones perversas: Antes de que el evangelio fuera lle(-)vado a la comunidad por Épafras, su situación era la contraria de la que el autor pide en su oración según los w. 9-14: el conocimiento, la sabiduría y la inteligencia espiritual (v. 9) con(-)trasta con el estar alejados y con sentimientos hostiles; dar como fruto «toda suerte de bue(-)nas obras» (v. 10) contrasta con sus acciones perversas. 22. su cuerpo de carne: Véase tam(-)bién 2,11. K. G. Kuhn («New Light on Temptation, Sin, and Flesh in the New Testament», The Scrolls and the New Testament [K. Stendahl (ed.), Nueva York 1957] 107) denomina esto un terminus technicus del judaismo que posee el significado neutral de «corporalidad» o «cuerpo humano ordinario» (cf. lQpHab 9,2) . En Col, la importancia y dignidad del cuerpo humano de Jesús en su función salvífi(-)ca contrasta con el menosprecio por el cuerpo que al parecer formaba parte de la falsa doc(-)trina de Colosas (2,18.21.23); dicho contraste se establece recordando de nuevo el importan(-)te tema del cuerpo de Cristo, por la muerte: La reconciliación obtenida en virtud de la muerte de Jesús es una idea frecuente en los escritos paulinos; véase el comentario a Rom 5,10. 23. esperanza del evangelio: Es decir, la esperanza y el evangelio son lo mismo (--> 6 supra). en to(-)da la creación: El evangelio es universal, en contraste con la exclusividad de los cultos se(-)cretos. yo, Pablo, me he convertido en ministro:
El autor deuteropaulino inyecta una nota de autenticidad y completa la transición a la sec(-)ción siguiente, donde trata el ministerio de Pa(-)blo (--> 6 supra).
15 (III) El ministerio de Pablo (1,24-2,5). La autoridad apostólica de Pablo queda establecida antes de la instrucción cristológica principal y las advertencias que se harán en 2,6-23. Como en la sección precedente, esta parte de la carta entreteje temas ya planteados antes (la Iglesia como cuerpo de Cristo; la tría(-)da de fe, esperanza y amor; sabiduría, conoci(-)miento e inteligencia) e introduce temas nue(-)vos que se desarrollarán a lo largo de la carta: el misterio (1,26.27; 2,2; 4,3) y la falsa doctri(-)na (2,4.8-23).
16 (A) Las penalidades del apóstol (1,24-25). 24. voy completando en mi carne, y en favor del cuerpo de Cristo... lo que aún falta al total de las tribulaciones cristianas: La tra(-)ducción habitual de este fragmento es: «Com(-)pleto en mi carne lo que falta a las tribulacio(-)nes de Cristo». Los intérpretes han debatido dos cuestiones: (1) el significado de «comple(-)tar lo que falta»; y (2) el significado de «tribu(-)laciones de Cristo». Puesto que el himno pro(-)clamaba a Cristo como aquel por quien todos quedan reconciliados -cosa que el autor repite en 1,22-, no cabe pensar que el sentido del v. 24 sea que la obra de Cristo fue en cierto mo(-)do insuficiente. La palabra thlipsis, que nunca se aplica a la pasión de Jesús, pero sí de modo habitual a las penalidades de quienes procla(-)man el evangelio (Rom 5,3; 8,35; 2 Cor 1,4.8; 2,4; 4,17; 6,4; 7,4), indica que las tribulaciones son de Pablo, no de Cristo (Schweizer, Lindemann). (Un uso parecido del gen. «de Cristo» se puede encontrar en 2,11, «la circuncisión de Cristo», es decir, no la circuncisión de Je(-)sús, sino la circuncisión metafórica de la co(-)munidad cristiana [W. A. Meeks, «In One Body» (--> 6 supra) 217 n. 8].) Este versículo re(-)fleja la creencia de que quienes proclaman el evangelio han de soportar penalidades y tribu(-)laciones.
17 (B) El misterio revelado y predica(-)do (1,26-29). 26. el misterio: A diferencia de «los misterios», es decir, cultos sincretistas he(-)lenísticos o judíos en los cuales el conoci(-)miento de secretos cósmicos o religiosos esta(-)ba al alcance de unos pocos privilegiados, los iniciados, «el misterio» es en este caso una re(-)velación universal abierta a todos, la palabra de Dios, Cristo entre vosotros, la esperanza gloriosa. El misterio también es una idea cla(-)ve en los escritos sectarios de la LQ (hebr. y ar. raz; cf. Dn 2,18.19.27-30.47; 4,6). En la LQ raz es un misterio revelado por Dios a ciertas per(-)sonas, p.ej., el maestro de justicia (lQpHab 7,1-5). El misterio en los escritos proféticos, apocalípticos y sapienciales judíos se asocia con el hecho de que, en sus visiones, los anti(-)guos profetas fueron introducidos en la asam(-)blea celestial, donde se les dieron a conocer los planes secretos de Dios sobre la historia (véanse R. E. Brown, CBQ 20 [1958] 426-48; 40 [1959] 70-87; J. M. Casciaro Ramírez, Scripta Theologica 8 (1976) 9-56; Benoit, «Qumran and the New Testament» [--> 12 su(-)pra] 21-24). El misterio hace referencia al plan divino sobre la historia, lo cual contrasta con el uso que de él se hacía en los llamados cultos mistéricos, donde los misterios eran secretos cósmicos, metafisicos o filosóficos. 27. ha que(-)rido Dios dar a conocer: La revelación del mis(-)terio viene de Dios (cf. lQpHab 7,1-5). la ri(-)queza de la gloria de este misterio: cf. Rom 9,23. la esperanza gloriosa: 6 supra. 28. amones(-)tando e instruyendo: En este caso se trata de la tarea del apóstol, pero en 3,16 se dan instruc(-)ciones a los miembros de la comunidad para que se amonesten y enseñen unos a otros.

Comentario de Santo Toms de Aquino


Lección 6: Colossenses 1,24-29
Se dice fiel ministro del Evangelio que, aunque escondido por siglos, ha venido ahora a ciarse a conocer, y por quien tiene a mucha honra padecer hasta cadenas.24 Yo, que al presente me gozo de lo que padezco por vosotros, y estoy cumpliendo en mi carne lo que resta de padecer a Cristo en pro de su cuerpo místico, el cual es la Iglesia,25 cuyo ministro soy yo por la disposición de Dios, ministerio que se me ha dado en orden a vosotros, para desempeñar la predicación de la palabra de Dios,26 anunciándoos el misterio escondido a los siglos y generaciones pasadas, y que ahora ha sido revelado a sus santos,27 a quienes Dios ha querido hacer patentes las riquezas de la gloria de este arcano entre los gentiles, el cual no es otra cosa que Cristo, hecho por la fe la esperanza de vuestra gloria.28 Este es a quien predicamos nosotros, amonestando a todos los hombres, e instruyéndolos a todos en toda sabiduría, para hacerlos a todos perfectos en Jesucristo,29 a cuyo fin dirijo yo todos mis esfuerzos, peleando según el impulso que ejerce en mí el Señor con su poderosa virtud.Luego de haber enaltecido a Cristo, en comparación de Dios y de todas las criaturas, y de toda la Iglesia, y de los mismos Colosenses, enaltécelo ahora aquí en comparación de sí mismo, mostrándose su ministro; y pone primero su ministerio; muestra, en segundo lugar, su fidelidad en desempeñarlo y la magnitud de ese ministerio. Dice pues: Afirmo que este Evangelio ha sido predicado a todas las naciones, y que he sido constituido ministro para predicar este Evangelio, no por mi propia autoridad, sino mostrando por la predicación las letras credenciales de mi ministerio: "a nosotros, pues, nos ha de considerar el hombre como unos ministros de Cristo, y dispensadores de los misterios de Dios" (I Co. 4, I).Que sea ministro fiel lo prueba el hecho de que, a trueque de cumplir diligentemente con su ministerio, no rehusa padecer y arrostrar los peligros. De donde muestra con qué afecto y con qué fruto soporta los padecimientos: con afecto o sentimiento de alegría, porque "al presente me gozo. . por vosotros", esto es, por vuestra utilidad (II Co. I); y por el contento de la vida eterna, que de ahí espera, que es el fruto de su ministerio (Stg. I; Fil. 2). Y también con este fruto, de completar en mi carne "!o que resta de padecer a Cristo". Estas palabras, superficialmente tomadas, pueden entenderse mal, en el sentido de que la Pasión de Cristo no fue suficiente para la redención, sino que fue necesario para completarla añadirle las pasiones de los santos. Pero esto es herético, porque la Sangre de Cristo es suficiente para la redención no de uno, sino aun de mil mundos (I Jn. 2). Mas es de advertir que Cristo y su Iglesia es una persona mística, cuya cabeza es Cristo y su cuerpo todos los justos, y cualquier justo es cuasi miembro de esta cabeza (I Co. 12); y Dios ordenó, en su predestinación, la cantidad de méritos que debe haber en toda la Iglesia, tanto en la cabeza, como en los miembros, así como predestinó el número de los elegidos; y entre estos méritos se llevan la palma las pasiones de los santos Mártires. Cierto que los méritos de Cristo, cabeza, son infinitos, pero cada santo contribuye, según su capacidad o medida, con algunos méritos. Por eso dice: "completo en mi carne lo que resta de padecer a Cristo", esto es, a toda la Iglesia, cuya cabeza es Cristo. Completo, esto es, añado mi granito de arena. Y esto en mi carne, es a saber, padeciendo yo mismo. O lo que resta de padecer a mi carne. Pues esto faltaba, que así como Cristo había padecido en su cuerpo, así padeciese en Pablo, miembro suyo, y de manera semejante en los demás. Y en pro de su cuerpo, la Iglesia, que había de ser redimida por Cristo, "para sacarla a vistas, delante de El, llena de gloria, sin mácula ni arruga, ni cosa semejante" (Ef. V, 27). De modo parecido todos los santos padecen por la Iglesia, que se robustece con su ejemplo. Restan pasiones todavía, por no estar llena aún de méritos la paritoria de la Iglesia, ni se llenará hasta que el siglo haya concluido. La paritoria es un recipiente o una casa donde se meten ¡untas muchas cosas.Al decir luego: "cuyo ministro he sido constituido", muestra la dignidad de su ministerio por 3 capítulos: a) por la materia de la adopción; b) por el fin que ahí se dice: "para desempeñar la predicación de la palabra de Dios"; c) por el uso. Pero pudiera alguno objetar: ¿es grande este ministerio? Y responde diciendo: así es, pues me lo confiaron por dispensación; que puede explicarse de dos maneras: o activamente, y el sentido es, para que os sea dispensador de las cosas divinas, entregándolas fielmente, y con este fin se me ha dado este poder; o pasivamente, y el sentido es éste: según la dispensación que Dios me ha hecho, que a unos escogió para Apóstoles, a otros para profetas. . . (Ef. 4; Hch. 13).He aquí, pues, el fin para que me fue confiado este ministerio, que no es ciertamente el dinero ni la propia gloria, sino algo grande: "para desempeñar la predicación". Y muestra primero la dignidad de esa predicación para la que recibió el ministerio; luego ¿qué es aquello? Es Cristo. Asimismo hace plausible esa grandeza por la difusión, ocultación y manifestación de la predicación; y se recibe para la conversión de los Gentiles. De donde para que desempeñe no la palabra de la predicación, sino la dispensación eterna de Dios, esto es, para que con mi predicación muestre cumplida la palabra de Dios, esto es, la dispensación y preordenación de Dios, y la promesa de la Encarnación del Verbo de Dios, o la dispensación eterna de Dios por la que dispuso que las Gentes se convirtiesen por Cristo a la fe verdadera de Dios. Y esto era menester se cumpliese. "Cuando El, pues, ha dicho una cosa, ¿no la hará? Habiendo hab'ado, ¿no cumplirá su palabra?" (Nm. 23, 19). Pero dispuso que esto se cumpliese por el ministerio de Pablo. De donde dice: "para que cumpla anunciando este misterio", por cuanto es una cosa recóndita; porque esta palabra es "un misterio escondido a los siglos", esto es, desde el principio de los siglos, y a todas las generaciones humanas de tiempos pasados, que no pudieron saber "la dispensación del misterio, que después de tantos siglos había estado en el secreto de Dios" (Ef. 3, 9); porque, aunque los filósofos antiguos dijesen, al parecer, ciertas cosas, propias o apropiadas, de la deidad de Cristo, así como las halló San Agustín en los libros de Platón: en el principio era ya el Verbo. . ., con todo eso, nadie pudo saber que ei Verbo se hizo carne. Pero dirás: ¿por ventura no lo supieron los profetas? Respondo: diremos que sí, aunque lo tocante al Evangelio no con tanta claridad como los Apóstoles.Trata luego de su manifestación, cuando dice: "y que ahora ha sido revelado a sus santos", y muestra a quiénes se ha revelado y por qué. Dice pues: "ha sido revelado ahora", a saber, en el tiempo de la gracia: "Llegado es ahora el tiempo favorable, llegado es ahora el día de la salvación" (II Co. 6, 2). Y ésta es la ciencia de los santos. (Sb X; Job. 36); mas no se la dio por su cara bonita, sino por su beneplácito. De donde dice: "a quienes quiso Dios" (Jn. 15). Y añade: "no me habéis elegido vosotros a Mí, sino Yo a vosotros" (Mt. XI). - "hacer patentes las riquezas de la gloria de este arcano"; pues por el hecho de haber estado ocultas estas cosas, Dios hace patentes las riquezas de su gloria; que en otro tiempo sólo era conocido en Judea, mas por este arcano de la conversión de los Gentiles, la gloria de Dios se ha dado a conocer por todo el mundo. "Yo por Mí te he glorificado en la tierra" (Jn. 17). Y esto "entre los Gentiles", es a saber, que ha tenido su cumplimiento en ellos (Ro. V y XI). Esta palabra no es otra cosa que Cristo, esto es, lo que alcanzamos por Cristo, la esperanza de la gloria, que antiguamente parecía prometida a solos los Judíos, "quedaron pasmados al ver que la gracia del Espíritu Santo se derramaba también sobre los gentiles" (Hch. 10, 45; Ro. V; Is. XI).Así pues, de este modo se muestra el origen y el fin del ministerio; pero añade su uso a! decir: "Este es a quien predicamos". Acerca de lo cual muestra su uso, su fruto y el auxilio que le han dado para conseguir el uso. Su uso es anunciar a Cristo; y pone el uso y e! modo de servirse de él. "Anunciad en los pueblos sus obras" (Sal. 9, 12; I Jn. I). Pónese allí el modo: "amonestando a todos los hombres"; y en eso consiste la perfecta anunciación, porque se hace a todos los hombres, no sólo a los Judíos (Mt. 28). También es modo suyo enseñar la verdad y rechazar la falsedad. Por eso dice: "amonestando a todos los hombres", hasta a los infieles en su vida (II Co. X); "e instruyéndolos a todos en toda sabiduría", es a saber, en el conocimiento de Dios: "porque el conocerte a Ti es la perfección de la justicia, y el conocer tu justicia y poder es la raíz de la inmortalidad" (Sb. 15; I Co. 2).Y el fruto es aquí llevar los hombres a la perfección. De donde dice: "para hacer a todo hombre", de cualquier condición, "perfecto" no en la ley, sino "en Cristo" (Mt. V). Mas ¿por ventura todo hombre está obligado a la perfección? No, pero el predicador ha de intentarlo. Hay doble perfección en la caridad: una de necesidad de precepto, a saber, que nada contrario a Dios admita en su corazón (Mt. 22); otra de necesidad de consejo, que se abstenga aun de lo lícito, y ésta es perfección de supererogación. Mas para esto tuvo ayuda de Dios; de donde dice: "a cuyo fin dirijo yo todos mis esfuerzos peleando" contra infieles y pecado-Ti. 2; 4); y esto "según su impulso" (! Co. XV) "que res ejerce en mí el Señor"; porque esto lo obra en mí Dios en virtud de los milagros, es a saber, dando esa virtud (Lc. 24, 49).

Nuevo Comentario Bíblico Siglo XXI (Editorial Mundo Hispano, 2019)



la Mision de Pablo y Su Interes Pastoral

Habiendo mencionado que se considera ministro del evangelio (23), Pablo describe su ministerio (dado por Dios) a los gentiles, que incluye a los colosenses, por medio de diversas figuras (24-29). Aunque Pablo nunca se había encontrado con la mayoría de sus lectores (2:1), él se identifica con ellos por compartir los sufrimientos de Cristo por toda la iglesia (24), y así puede escribirles en la forma que lo hace.

24
Como un apóstol, Pablo se regocija de sus sufrimientos por los colosenses, a favor del cuerpo de Cristo, la iglesia como un todo. Estas tribulaciones son parte de las tribulaciones de Cristo -no su muerte en la cruz relacionada con sufrimientos redentores que ya han sido completados-, es decir, las tribulaciones de su pueblo que él soporta. La expresión tribulaciones de Cristo debe comprenderse contra del trasfondo judío del AT con sus nociones de aflicciones al final de los tiempos. Estas aflicciones eran llamadas dolores de parto del Mesías, aquellas penas y ayes que vendrían antes del arribo del rey ungido de Dios, el Mesías. En el NT estos dolores ocurren entre la primera y la segunda venidas de Cristo. El Cristo exaltado está en los cielos, y antes de su regreso él sufre en sus miembros, y no menos en la vida de Pablo mismo (Hech. 9:4). Estas tribulaciones han sido limitadas por Dios, y la cuota estará completa cuando llegue el fin. Todos los cristianos toman parte de estos sufrimientos; es a través de ellos que entramos al rei no de Dios (Hech. 14:22; 1 Tes. 3:3, 7). El sufrir con Cristo es esencial si hemos de ser glorificados con él (Rom. 8:17). A través de los sufrimientos infligidos a su propia carne, Pablo contribuye a la suma total, hasta completar lo que falta. Cuanto más sufra él, menos tendrán que sufrir los colosenses.

25-27 El ministerio de Pablo es una comisión (oficio) dada por Dios según su plan evangélico. El es un mayordomo (1 Cor. 4:1) al que le ha sido confiada esta misión (1 Cor. 9:17). No le es posible renunciar a esta responsabilidad, sino que debe cumplirla obedientemente. Como un administrador de los misterios de Dios espera ser hallado digno de confianza (1 Cor. 4:2). Su tarea especial era que la palabra de Dios fuera conocida. La expresión para dar pleno cumplimiento sugiere llevarlo a su completamiento en la predicación de Pablo, particularmente la dirigida a los gentiles, lo cual contribuía al cumplimiento último de los propósitos salvíficos de Dios revelados en su Palabra (ver Isa. 55:11). El mensaje mismo no era otro que un misterio de Dios, su secreto revelado, antes escondido, pero que ahora a la luz de su decisiva acción en Cristo, ha sido revelado (Rom. 16:25; Ef. 3:3). Las riquezas de la gloria indica la magnificencia del misterio, toma parte de su propio carácter (de allí gloria) y en ellas Dios ha dado sus bendiciones para hombres y mujeres, en especial a las naciones (los gentiles). El contenido del misterio es Cristo en vosotros (colosenses). Cristo ha sido predicado por Epafras. Ellos recibieron a Cristo como Señor y ahora él vive en ellos. Como miembros de su cuerpo tienen su vida dentro de ellos y con él la seguridad y esperanza ciertas (3:4).

28 En su predicación misionera Pablo y sus colegas trabajaron enérgicamente para anunciar -una palabra importante tomada del evangelio o de segmentos de él (1 Cor. 9:14; Fil. 1:17, 18)- a Cristo como el Señor. Su misión evangelística no se llevaba a cabo por la proclamación superficial de un mensaje salvador de Cristo al mundo, sino por haber amonestando y enseñando persistentemen te a cada persona (estos verbos juntamente con anunciar están en tiempo presente), los apóstoles se proponían hacer discípulos de hombres y mujeres, edificándolos en situaciones pastorales. Tres veces Pablo escribe a todo hombre (cada uno), enfatizando que la enseñanza cristiana es para todos los hombres, no para una elite espiritual, y que el trabajo apostólico tenía que ver con el cuidado individual de las almas (cf. 1 Tes. 2:11, 12). Sus responsabilidades no terminaban con la conversión de las personas, sino que su objetivo era el presentar a todo hombre perfecto en Cristo Jesús en el día final cuando la calidad de su ministerio sería probada. Su interés era el plantar y fundamentar debidamente congregaciones cuyos miembros fueran fuertes en la fe. Los objetivos evangelísticos y pastorales de Pablo proveen modelos para aquellos que están abocados a un ministerio verdaderamente apostólico hoy. 29 Por esto mismo Pablo pone todas sus energías en su ministerio a favor del evangelio. Trabajo denota un esfuerzo intenso, mientras que esforzadándome es una palabra fuerte usada a veces para luchas o competencias atléticas. Con alegría Pablo reconoce que la fuerza para este esfuerzo proviene de arriba. Mientras que él labora enérgicamente, Dios, que ha mostrado su gran poder al levantar a Cristo de entre los muertos, está obrando poderosamente en él.

King James Version (KJVO) (1611)



Chapter I.

[Hope laide vp.]

1 After salutation hee thanketh God for their faith, 7 confirmeth the doctrine of Epaphras, 9 Praieth further for their increase in grace, 14 describeth the true Christ, 21 encourageth them to receiue Iesus Christ, and commendeth his owne ministery.
1 Paul an Apostle of Iesus Christ, by ye will of God, and Timotheus our brother,
2 To the saints and faithfull brethren in Christ, which are at Colosse, grace be vnto you, and peace from God our Father, and the Lord Iesus Christ.
3 We giue thanks to God, and the Father of our Lord Iesus Christ, praying alwayes for you,
4 Since we heard of your faith in Christ Iesus, and of the loue which yee haue to all the Saints,
5 For the hope which is layd vp for you in heauen, whereof ye heard before in the word of the trueth of the Gospel,
6 Which is come vnto you as it is in all the world, and bringeth foorth fruit, as it doth also in you, since the day yee heard of it, and knew the grace of God in trueth,
7 As yee also learned of Epaphras our deare felow seruant, who is for you a faithfull Minister of Christ:
8 Who also declared vnto vs your loue in the spirit.
9 For this cause wee also, since the day we heard it, doe not cease to pray for you, and to desire that ye might be filled with the knowledge of his will, in all wisedome and spirituall vnderstanding:
10 That ye might walke worthy of the Lord vnto all pleasing, being fruitfull

[Christ the Head.]

in euery good worke, & increasing in the knowledge of God:
11 Strengthened with all might according to his glorious power, vnto all patience and long suffering with ioyfulnesse:
12 Giuing thanks vnto the Father, which hath made vs meete to be partakers of the inheritance of the Saints in light:
13 Who hath deliuered vs from the power of darkenesse, and hath translated vs into the kingdome of [ Greek: the Sonne of his loue.] his deare Sonne,
14 In whom we haue redemption through his blood, euen the forgiuenesse of sinnes:
15 Who is the image of the inuisible God, the first borne of euery creature.
16 For by him were all things created that are in heauen, and that are in earth, visible and inuisible, whether they be thrones, or dominions, or principalities, or powers: all things were created by him, and for him.
17 [ 1Co_8:6 Joh_1:3 .] And he is before all things, and by him all things consist.
18 And hee is the head of the body, the Church: who is the beginning, the first borne from the dead, that [ Or, among all.] in all things he might haue the preeminence:
19 For it pleased the Father that in him should all fulnesse dwell,
20 And ( [ Or, making peace.] hauing made peace through the blood of his crosse) by him to reconcile all things vnto himself, by him, I say, whether they bee things in earth, or things in heauen.
21 And you that were sometimes alienated, and enemies [ Or, by your mind in wicked works.] in your minde by wicked workes, yet now hath hee reconciled,
22 In the body of his flesh through death, to present you holy & vnblameable, and vnreprooueable in his sight,
23 If ye continue in the faith grounded and setled, and be not moued away

[How to walke in Christ Iesus.]

from the hope of the Gospel, which yee haue heard, and which was preached to euery creature which is vnder heauen, whereof I Paul am made a Minister.
24 Who now reioyce in my sufferings for you, and fill vp that which is behind of the afflictions of Christ in my flesh, for his bodies sake, which is the Church,
25 Whereof I am made a Minister, according to the dispensation of God, which is giuen to mee for you, [ Or, fully to preach the word of God, Rom_1:19 .] to fulfill the word of God:
26 Euen the mystery which hath been hid from ages, and from generations, but now is made manifest to his saints,
27 To whom God would make knowen what is the riches of the glory of this mysterie among the Gentiles, which is Christ [ Or, amongst you.] in you, the hope of glory:
28 Whom we preach, warning euery man, and teaching euery man in all wisedome, that we may present euery man perfect in Christ Iesus.
29 Whereunto I also labour, striuing according to his working, which worketh in me mightily.

La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

Ministerio de Pablo. Esta salvación ofrecida a todos y que ya experimentan los colosenses, antes paganos y ahora reconciliados por la sangre de Cristo, es el gran «misterio escondido por siglos y generaciones y ahora revelado a sus consagrados» (1,26). Dios había prometido formalmente un Mesías para los judíos y ellos lo esperaban para sí. Pero, en el proyecto de Dios, el Mesías estaba destinado también para los paganos, es decir, para todos los hombres y las mujeres del mundo, sin distinción de religión, raza o nación. Ahora, Pablo ha sido el confidente a quien se ha comunicado el secreto, y a él le toca anunciarlo y proclamarlo, que no es otro sino «la espléndida riqueza... Cristo... esperanza de gloria» (1,27). En esto consiste su ministerio y el servicio de su misión apostólica. Y para que este proyecto de Dios se vaya cumpliendo, el Apóstol enseña, amonesta, trabaja y lucha con la energía y la eficacia que le da el poder de la Palabra de Dios que anuncia. La revelación de la que es portador no es simple información, sino la riqueza, que se regala y reparte, de la participación en la gloria de Dios.
Este trabajo misionero está marcado, sobre todo, por el sufrimiento, como corresponde a un apóstol que sigue las huellas del Crucificado. A este padecer por el Evangelio se refiere Pablo con una de esas frases geniales y paradójicas, en la que expresa su alegría al poder completar «lo que falta a los sufrimientos de Cristo para bien de su cuerpo que es la Iglesia» (1,24). No nos quiere decir que la acción salvadora de Cristo, su muerte y resurrección, haya sido insuficiente, necesitando así del aporte de nuestro sufrimiento, sino que, contemplando la íntima comunión que existe entre Cristo y el cristiano, ve en su propio padecer la continuación del padecimiento salvador de su Señor.
Pablo considera siempre sus penalidades misioneras como la máxima garantía de la veracidad del Evangelio que anuncia (cfr. 2Co_1:5; 2Co_4:8-15; 2Co_11:23-29) y como motivo de consuelo y ánimo para sus evangelizados. Con esta intención les recuerda, ahora, lo que tuvo que luchar por ellos (2Co_2:1) y por todas sus comunidades cristianas, aunque no conozca a todas personalmente, para transmitirles el «secreto de Dios, que es Cristo» (2Co_2:2) y que encierra «todos los tesoros del saber y el conocimiento» (2Co_2:3).

Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)



12. "La herencia luminosa" es la salvación reservada a los cristianos, que por su unión con Cristo han recibido la filiación divina ( Rom_8:14-17). Es probable que los "santos" sean aquí los ángeles, y no los cristianos como es habitual en el lenguaje del Nuevo Testamento. Ver nota Hec_9:13.

18-19. Ver Efe_1:22-23.

22. Ver Efe_2:14-18.

23. "Todas las criaturas que están bajo el cielo": esta expresión es evidentemente hiperbólica.

24. "Completo en mi carne lo que falta a los padecimientos de Cristo": si bien no se puede añadir nada a la eficacia redentora del Sacrificio de Cristo, Dios ha elegido colaboradores humanos para distribuir los bienes de la redención. En el plan divino está prevista la medida de los sufrimientos y fatigas necesarios para la difusión del Evangelio, y Pablo, en su condición de Apóstol de los paganos, se siente particularmente llamado a llenar esa medida. Ver Flp_1:20; 2Co_4:10-11.

27. La "esperanza de la gloria" son los bienes celestiales, con los que hemos sido colmados por medio de Jesucristo. Ver Efe_1:3.

Nueva Biblia de Jerusalén (1998) - referencias, notas e introducciones a los libros


REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Col_3:4

NOTAS

1:27 Los gentiles se hallaban anteriormente como excluidos de la salvación, reservada entonces a Israel; por eso estaban «lejos de Cristo» y «sin esperanza», Efe_2:12. El designio del plan divino, su «misterio», finalmente revelado, es llamarles también a ellos a la salvación y a la gloria celeste mediante la unión con Cristo. Ver Efe_2:13-22; Efe_3:3-6.

Nueva Biblia de Jerusalén (Desclée, 1998)


REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Col_3:4

NOTAS

1:27 Los gentiles se hallaban anteriormente como excluidos de la salvación, reservada entonces a Israel; por eso estaban «lejos de Cristo» y «sin esperanza», Efe_2:12. El designio del plan divino, su «misterio», finalmente revelado, es llamarles también a ellos a la salvación y a la gloria celeste mediante la unión con Cristo. Ver Efe_2:13-22; Efe_3:3-6.

Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011)

*1:27 El misterio es uno de los conceptos originales desarrollados por las cartas de la cautividad (véase Efe 2:13-22; Efe 3:3-6) y expresa el designio salvífico de Dios mantenido oculto en el AT y revelado en Cristo. En el caso presente se refiere en concreto a la unión de los dos pueblos enemistados (judíos y gentiles) formando una sola unidad en Cristo.

Biblia Peshitta en Español (Holman, 2015)

a Efe 3:9;b Rom 5:2; 2Co 3:18; 1Ti 1:1

Dios Habla Hoy (Sociedades Bíblicas Unidas, 1996)



Dios Habla Hoy 1996 Notes:



[1] 1.13 Poder de las tinieblas: es decir, del poder de Satanás; cf. Lc 22.53; Ef 6.12.

[2] 1.14 Liberación: Véase Ro 3.24 nota m.

[3] 1.15 Cf. Jn 1.1-2; 2 Co 4.4; Heb 1.2-4.

[4] 1.16 Seres espirituales que tienen dominio, autoridad y poder: Véase Ef 1.21 n.

[5] 1.16 Jn 1.3; 1 Co 8.6, y cf. Pr 8.22-31.

[6] 1.17 Heb 1.2-3.

[7] 1.18 Ef 1.22-23; 5.23.

[8] 1.18 1 Co 15.20-23; Ap 1.5.

[9] 1.24 Cf. 2 Co 1.5; 4.10; Flp 3.8-10.

Comentario al Nuevo Testamento (EUNSA, 2008)

Los hombres podemos cooperar con los planes de Dios no sólo por nuestras acciones y oraciones, sino también por nuestros sufrimientos, participando en los sufrimientos de Cristo. «El hombre que sufre (...) en la dimensión espiritual de la obra de la redención sirve, como Cristo, para la salvación de sus hermanos y hermanas» (Juan Pablo II, Salvif. dol. 27).

Sobre el «misterio» salvífico (vv. 26-27), cfr Ef 1,3-14.


Biblia Hispano Americana (Sociedad Bíblica Española, 2014)

— vive en ustedes: También podría traducirse: que ha sido proclamado entre ustedes.

iNT-CEVALLOS+ Interlineal Académico Del Nuevo Testamento Por Cevallos, Juan Carlos

[I τί I] cuál es.

Greek Bible (Septuagint Alt. Versions + SBLGNT Apparatus)

ὅ WH Treg NA28 ] ὅς RP

Nueva Traducción Viviente (Tyndale House, 2009)

Gentil[es], que no es judío.

Biblia Latinoamericana (San Pablo, 1995)



[=] *Ef 1:18 *Rom 5:2 *Rom 8:19

Torres Amat (1825)



[14] De la esclavitud en que nos tenía el demonio.

Jünemann (1992)


27 j. Sea.