SABIDURÍA
Es este el último libro, cronológicamente hablando, del Antiguo Testamento. Su autor, que se presenta en la primera parte como el rey Salomón (un nuevo caso de ficción literaria), fue un judío profundamente religioso de la diáspora alejandrina. Abierto a la cultura griega y auténtico conocedor de la tradición de sus antepasados, escribió su obra probablemente en Alejandría de Egipto en los primeros años del reinado de Augusto (30 a.C.-14 d.C.). Se dirige en primer lugar a sus compatriotas judíos, cuya fidelidad al yahvismo estaba en peligro por el auge de la civilización alejandrina (escuelas filosóficas, religiones mistéricas, astrología, hermetismo, cultos populares) y también al mundo pagano, especialmente a los ambientes más sensibles a la problemática religiosa. Aunque en su composición se sirve de conceptos, categorías y términos de la filosofía platónica, del estoicismo y del epicureísmo para trasmitir su mensaje, su principal fuente de inspiración es, sin duda alguna, el Antiguo Testamento: Ley, Profetas y Escritos. Es un sabio de Israel, cuyo pensamiento se nutre de la Escritura y cuya máxima preocupación es exhortar a la búsqueda de la sabiduría como camino para llegar a Dios.
Sabiduría 11,1-26*10-19 A partir de Sab 10:1, y hasta el final del libro, la sabiduría se revela por medio de su intervención en la historia humana, desde los orígenes hasta la salida de Egipto (Sab 10:1-21; Sab 11:1-26; Sab 12:1-27 y Sab 16:1-29; Sab 17:1-21; Sab 18:1-25; Sab 19:1-22). Estas dos grandes meditaciones sobre el Éxodo, interrumpidas por una digresión sobre la idolatría (Sab 13:1-19; Sab 14:1-31; Sab 15:1-19), siguen un mismo esquema a partir de la oposición israelitas (justos salvados) - egipcios (impíos castigados).