II Reyes  18 Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998) | 37 versitos |
1
VIII. Los últimos tiempos del reino de Judá
1. EZEQUÍAS, EL PROFETA ISAÍAS Y ASIRIA
Introducción al reinado de Ezequías (716-687).
En el año tercero de Oseas, hijo de Elá, rey de Israel, comenzó a reinar Ezequías, hijo de Ajaz, rey de Judá.
2 Tenía veinticinco años cuando comenzó a reinar y reinó veintinueve años en Jerusalén. Su madre se llamaba Abía, hija de Zacarías.
3 Hizo lo recto a los ojos de Yahvé, exactamente como David, su padre.
4 Él fue quien retiró los santuarios, derribó las estelas y cortó los cipos sagrados. Hizo pedazos la serpiente de bronce que Moisés había hecho, pues hasta entonces los israelitas habían quemado incienso en su honor; la llamaban Nejustán.
5 Puso su confianza en Yahvé, Dios de Israel, y no hubo entre todos los reyes de Judá ninguno semejante a él, ni antes ni después de él.
6 Se arrimó a Yahvé y no se apartó de él, guardando los mandamientos que Yahvé había mandado a Moisés.
7 Yahvé estuvo con él y tuvo éxito en todas sus empresas; se rebeló contra el rey de Asiria y le negó vasallaje.
8 Él fue quien derrotó a los filisteos hasta Gaza y sus fronteras, desde las atalayas de vigía hasta las ciudades amuralladas.
9
Recuerdo de la caída de Samaría.
En el año cuarto del rey Ezequías, que era el séptimo de Oseas, hijo de Elá, rey de Israel, marchó Salmanasar, rey de Asiria, contra Samaría y la cercó.
10 Al cabo de tres años la conquistó. Era el año sexto de Ezequías, el noveno de Oseas, rey de Israel, cuando Samaría fue conquistada.
11 El rey de Asiria deportó a los israelitas a Asiria, instalándolos en Jalaj, en el Jabor, río de Gozán, y en las poblaciones de los medos.
12 Esto sucedió porque no escucharon la voz de Yahvé, su Dios, y violaron su alianza, todo cuanto había ordenado Moisés, siervo de Yahvé. No obedecieron y no lo pusieron en práctica.
13
Invasión de Senaquerib.
En el año catorce del rey Ezequías, Senaquerib, rey de Asiria, marchó contra todas las ciudades amuralladas de Judá y se apoderó de ellas.
14 Ezequías, rey de Judá, envió este mensaje a Senaquerib, a Laquis: «He cometido un error; retírate de mí y soportaré cuanto me impongas.» El rey de Asiria impuso a Ezequías, rey de Judá, el tributo de trescientos talentos de plata y treinta talentos de oro.
15 Ezequías entregó todo el dinero que se encontraba en el templo de Yahvé y en los tesoros del palacio real.
16 En aquella ocasión Ezequías rompió las puertas del santuario de Yahvé y los batientes que Ezequías, rey de Judá, había revestido de oro, y los entregó al rey de Asiria.
17
Misión del copero mayor.
El rey de Asiria despachó al copero mayor desde Laquis a Jerusalén, donde el rey Ezequías, con un fuerte destacamento. Avanzó sobre Jerusalén y, nada más llegar, tomó una posición próxima al canal de la Alberca Superior, junto al camino del Campo del Batanero.
18 Llamaron al rey y salieron hacia ellos el mayordomo de palacio, Eliaquín, hijo de Jilquías, el secretario Sebná y el heraldo Joaj, hijo de Asaf.
19 El copero mayor les dijo: «Decid a Ezequías: Así habla el gran rey, el rey de Asiria: ¿Qué seguridad es ésa en la que has puesto tu confianza?
20 Has pensado para ti: «La palabra de los labios es consejo y valor para la guerra». Pero, ¿en quién confías para haberte rebelado contra mí?
21 Te has confiado al apoyo de esa caña rota que es Egipto, que penetra y traspasa la mano de quien se apoya en ella. Eso es el faraón, rey de Egipto, para todos los que en él confían.
22 Pero si me replicáis: “Nosotros confiamos en Yahvé, nuestro Dios”, entonces, ¿no es ése el dios cuyos santuarios y altares retiró Ezequías, ordenando a Judá y Jerusalén: “Daréis culto sólo en Jerusalén, ante este altar”?
23 Haced, pues, una apuesta con mi señor, el rey de Asiria: Te daré dos mil caballos si eres capaz de agenciarte jinetes para ellos.
24 ¿Te crees capaz de ofender aunque sea a uno solo de los siervos más insignificantes de mi señor? ¡Te fías de Egipto para disponer de carros y caballería!
25 ¿Crees que he venido a destruir este lugar sin contar antes con Yahvé? Yahvé es quien me ha dicho: Marcha contra esa tierra y destrúyela.»
26 Eliaquín, Sebná y Joaj dijeron al copero mayor: «Por favor, háblanos a nosotros, tus siervos, en arameo, que lo entendemos; no nos hables en el hebreo de Judá y a oídos del pueblo que está en la muralla.»
27 El copero mayor respondió: «¿Crees que es a tu señor o a ti a quienes me envía mi señor a decir estas cosas? Es precisamente a los hombres que se asoman en la muralla, quienes como vosotros habrán de comerse sus excrementos y beberse su orina.»
28 El copero mayor se puso en pie y gritó a toda voz en el hebreo de Judá: «Escuchad la palabra del Gran Rey, rey de Asiria.
29 Así habla el rey: No os engañe Ezequías, que no podrá libraros de mi mano.
30 Que Ezequías no os haga confiar en Yahvé diciendo: “Yahvé nos librará; esta ciudad no caerá jamás en manos del rey de Asiria.”
31 No hagáis caso a Ezequías, porque así habla el rey de Asiria: Haced las paces conmigo y salid hacia aquí. Así cada uno de vosotros podrá comer de su viña y de su higuera y beber del agua de su cisterna,
32 hasta que llegue yo y os conduzca a una tierra como la vuestra, tierra de trigo y mosto, de pan y de vino, de aceite y de miel, para que viváis y no muráis. Pero no hagáis caso a Ezequías, que os engaña diciendo: “Yahvé nos librará.”
33 ¿Es que los dioses de las demás naciones han podido librar sus territorios del poder del rey de Asiria?
34 ¿Dónde están los dioses de Jamat y de Arpad? ¿Dónde están los dioses de Sefarváin, de Hená y de Avá? ¿Han podido (los dioses de Samaría) librar a Samaría de mi mano?
35 ¿Qué dioses, de entre todos los dioses de las naciones, han librado sus territorios de mi poder, como para que Yahvé pueda librar a Jerusalén de mi mano?»
36 El pueblo callaba, sin responder palabra, pues el rey había ordenado: «No le respondáis.»
37 Eliaquín, hijo de Jilquías, mayordomo de palacio, y el secretario Sebná y el heraldo Joaj, hijo de Asaf, se presentaron ante Ezequías, con las vestiduras rasgadas, y le comunicaron lo dicho por el copero mayor.

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Introducción a II Reyes 

Los libros de los Reyes , como los de Samuel, constituían una sola obra en la Biblia hebrea. Corresponden a los dos últimos libros de los Reinos en la traducción griega, y de los Reyes en la Vulgata.

Son la continuación de los libros de Samuel, y 1 R 1-2 contiene la parte final del gran documento de 2 S 9-20. La larga narración del reinado de Salomón, 1 R 3-11, detalla la excelencia de su sabiduría, el esplendor de sus construcciones, sobre todo del Templo de Jerusalén, y la abundancia de sus riquezas. Es ciertamente una época gloriosa, pero el espíritu conquistador del reino de David ha desaparecido: se conserva, se organiza y, sobre todo, se saca partido de los triunfos de David. Se mantiene la oposición entre las dos fracciones del pueblo, y a la muerte de Salomón, en 931, el reino se divide: las diez tribus del Norte llevan a cabo una secesión agravada por un cisma religioso, 1 R 12-13. La historia paralela de los dos reinos de Israel y Judá se desarrolla de 1 R 14 a 2 R 17: con frecuencia es la historia de las luchas entre estos reinos hermanos, es también la de los asaltos del exterior por parte de Egipto contra Judá y de los arameos por el Norte. El peligro arrecia cuando los ejércitos asirios intervienen en la región, primero en el siglo IX, con más fuerza en el siglo VIII, cuando Samaría cae bajo sus golpes el 721, mientras que Judá se ha declarado ya vasallo. La historia, limitada ya a Judá, prosigue hasta la ruina de Jerusalén el 587 en 2 R 18-25 21. La narración se alarga al tratar de dos reinados, el de Ezequías, 2 R 18-20, y el de Josías, 2 R 22-23, marcados por un despertar nacional y una reforma religiosa. Los grandes acontecimientos políticos son entonces la invasión de Senaquerib bajo Ezequías el 701, en respuesta a la denegación del tributo asirio y, bajo Josías, la ruina de Asiria y la formación del imperio caldeo. Judá hubo de someterse a los nuevos amos de Oriente, pero pronto se rebeló. El castigo no se hizo esperar: el 597, los ejércitos de Nabucodonosor conquistaron Jerusalén y llevaron cautivos a una parte de sus habitantes; diez años después un amago de independencia provocó una segunda intervención de Nabucodonosor, que terminó el 587 con la ruina de Jerusalén y una segunda deportación. Reyes concluye con dos breves apéndices, 2Re_25:22-30 .

La obra cita nominalmente tres de sus fuentes, una Historia de Salomón, los Anales de los reyes de Israel y los Anales de los reyes de Judá, pero también existieron otras: además de la parte final del gran documento davídico, 1 R 1-2, una descripción del Templo, de origen sacerdotal, 1 R 6-7, y, sobre todo, una historia de Elías compuesta hacia fines del siglo IX y una historia de Eliseo un poco posterior; estas dos historias forman la base de los ciclos de Elías, 1 R 17 - 2 R 1, y de Eliseo, 2 R 2-13. Los relatos del reinado de Ezequías que presentan en escena a Isaías, 2Re_18:17-20:19, provienen de los discípulos de este profeta.

Cuando la utilización de las fuentes no lo impide, los sucesos quedan encerrados en un marco uniforme: se trata cada reinado como una unidad independiente y completa, su comienzo y su fin se señalan casi con las mismas fórmulas, en las que jamás falta un juicio sobre la conducta religiosa del rey. Se condena a todos los reyes de Israel a causa del pecado original de este reino, la fundación del santuario de Betel; entre los reyes de Judá, ocho solamente son alabados por su fidelidad general a las prescripciones de Yahvé. Pero esta alabanza queda restringida seis veces por la observación de que los altos no desaparecieron; únicamente Ezequías y Josías reciben una aprobación sin reservas.

Estos juicios se inspiran evidentemente en la ley del Deuteronomio sobre la unidad del santuario. Más aún: el descubrimiento del Deuteronomio bajo Josías y la reforma religiosa que inspiró señalan el punto culminante de toda esta historia, y toda la obra es una demostración de la tesis fundamental del Deuteronomio, repetida en 1 R 8 y 2 R 17: si el pueblo observa la alianza concluida con Dios, será bendecido; si la rompe, será castigado. Este influjo deuteronomista se encuentra también en el estilo, siempre que el redactor desarrolla o comenta sus fuentes.

Es probable que una primera redacción deuteronomista fuera hecha antes del Destierro, antes de la muerte de Josías en Meguidó el 609, y la alabanza otorgada a este rey, 2Re_23:25 (menos las últimas palabras) sería la conclusión de la obra primitiva. Una segunda edición, asimismo deuteronomista, se hizo durante el Destierro: después del 562, si se le atribuye el final del libro, 2Re_25:22-30 , o algo antes si ponemos su punto final después del relato de la segunda deportación, 2Re_25:21 , que tiene trazas de ser una conclusión. Hubo, finalmente, algunas adiciones, durante y después del Destierro.

Los libros de los Reyes se han de leer con el espíritu con que fueron escritos, como una historia de salvación: la ingratitud del pueblo elegido, la ruina sucesiva de las dos fracciones de la nación parecen llevar al fracaso el plan de Dios; pero siempre queda, para defender el futuro, un grupo de fieles que no han doblado las rodillas ante Baal, un resto de Sión que guarda la Alianza. La firmeza de las disposiciones divinas se manifiesta en la admirable subsistencia del linaje davídico, depositario de las promesas mesiánicas, y el libro, en su forma definitiva, se cierra con la gracia concedida a Jeconías, como aurora de una redención.

Fuente: Nueva Biblia de Jerusalén (1998) - referencias, notas e introducciones a los libros

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Notas

II Reyes  18,1
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] |2Cr_29:1-2

NOTAS

18:1 Cronología dudosa.


II Reyes  18,2
NOTAS

18:2 «Abía» 2Cr_29:1; «Abí» hebr.

II Reyes  18,4
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] |2Cr_31:1; Deu_12:2+; Éxo_23:24+; Éxo_34:13+

[2] Núm_21:4-9+; Sab_16:6

NOTAS

18:4 (a) «los cipos» versiones; hebr. en singular. -Por medio de esta centralización del culto y esta lucha contra la idolatría, Ezequías preludia la reforma deuteronómica de Josías, cap. 23, y merece los elogios de 2Re_18:3 y 2Re_18:5-6.

18:4 (b) Este nombre propio alude a la materia del objeto, nejoset «bronce», y a su figura de serpiente, najas. La imagen pasaba por ser la que Moisés había hecho en el desierto, Núm_21:8-9, y recibía culto idolátrico, Sab_16:6-7.

II Reyes  18,7
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Gén_39:2

NOTAS

18:7 El 711, o quizá mejor después de la muerte de Sargón el 705.

II Reyes  18,9
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] = 2Re_17:1-6

NOTAS

18:9 Este pasaje repite los datos de 2Re_17:5-6 y añade una reflexión según el espíritu de 2Re_17:7.

II Reyes  18,11
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] 2Re_17:7-18

NOTAS

18:11 «instalándolos» versiones; «los llevó» hebr.

II Reyes  18,13
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] |2Cr_32:1; |Isa_36:1

NOTAS

18:13 La campaña de Senaquerib (hijo y sucesor de Sargón) en Palestina tuvo lugar el 701. El detallado informe que de ella dan sus Anales confirma las indicaciones de 2Re_18:13-16, pero no contienen nada que corresponda a 18:17—19:37, silenciando así el fracaso final de Senaquerib. El texto bíblico contiene dos relatos paralelos, 18:17—19:9a y 2Re_19:36-37, por una parte, y 2Re_19:9-35 por otra, que refieren de manera un poco distinta la misma relación de hechos. Todo el conjunto 18:13—19:37 ha sido repetido, salvo algunas variantes, en Is 36-37.

II Reyes  18,16
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] 1Re_6:20-22

NOTAS

18:16 El texto trae aquí el nombre de Ezequías, que ha sustituido por inadvertencia al de un rey anterior.

II Reyes  18,17
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] |2Cr_32:9-19; |Isa_36:2-22

[2] Isa_7:3

[3] 1Re_4:2+

NOTAS

18:17 (a) El texto de 2 R inserta: «al comandante en jefe y al eunuco» (y en consecuencia pone en concordancia los verbos en 2Re_18:17-18), omitido por Isa_32:6. Estos personajes no aparecen en el resto del relato.

18:17 (b) El hebr. dice aquí: «subieron pues a Jerusalén y llegaron y subieron y llegaron».

II Reyes  18,18
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Isa_22:15-25

II Reyes  18,21
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Isa_30:1-7; Isa_31:1-3; Eze_29:6-7

NOTAS

18:21 Los intentos de alianza egipcia han sido censurados por Isaías.

II Reyes  18,22
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] 2Re_18:4

II Reyes  18,24
NOTAS

18:24 «uno solo» conj.; «un solo gobernador» hebr.

II Reyes  18,26
NOTAS

18:26 (a) «Eliaquín» Isa_16:11; hebr. añade «hijo de Jilquías».

18:26 (b) El arameo empezaba a convertirse en la lengua de las relaciones internacionales del Próximo Oriente; más adelante llegará a ser la lengua común hablada en Palestina. Pero, en la época de Ezequías, el pueblo sólo entendía el «judío», el hebreo hablado en Jerusalén.

II Reyes  18,27
NOTAS

18:27 Expresión realista del hambre a que un asedio reduciría la ciudad.

II Reyes  18,29
NOTAS

18:29 «de mi mano» versiones; «de su mano» hebr.

II Reyes  18,34
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] 2Re_17:5-6; 2Re_17:24

NOTAS

18:34 Sobre estas ciudades sirias, ver 2Re_17:24. Habían sido conquistadas por los predecesores inmediatos de Senaquerib. Las versiones añaden: «¿Dónde están los dioses del país de Samaría?»; omitido por hebr.