I Crónicas 21 Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998) | 30 versitos |
1
3. HACIA LA CONSTRUCCIÓN DEL TEMPLO
El censo.
Alzóse Satán contra Israel, e incitó a David a hacer el censo del pueblo.
2 Dijo, pues, David a Joab y a los jefes del ejército: «Id, contad los israelitas desde Berseba hasta Dan, y volved después para que yo sepa su número.»
3 Respondió Joab: «¡Multiplique Yahvé su pueblo cien veces más de lo que es! ¿Acaso no son, oh rey mi señor, todos ellos siervos de mi señor? ¿Por qué, pues, pide esto mi señor? ¿Por qué acarrear culpa sobre Israel?»
4 Pero prevaleció la orden del rey sobre Joab, de modo que éste salió y recorrió todo Israel, volviéndose después a Jerusalén.
5 Joab entregó a David la cifra del censo del pueblo: había en todo Israel 1.100.000 hombres capaces de manejar las armas; había en Judá 470.000 hombres capaces de manejar las armas.
6 No incluyó en este censo a Leví y Benjamín, porque Joab detestaba la orden del rey.
7
La peste y el perdón.
Desagradó esto a Dios, por lo cual castigó a Israel.
8 Entonces dijo David a Dios: «He cometido un gran pecado haciendo esto. Pero ahora perdona, te ruego, la falta de tu siervo, pues he sido muy necio.»
9 Y Yahvé habló a Gad, vidente de David, en estos términos:
10 «Anda y di a David: Así dice Yahvé: Tres cosas te propongo; elige una de ellas y la llevaré a cabo.»
11 Llegó Gad donde David y le dijo: «Así dice Yahvé: Elige para ti:
12 tres años de hambre, o tres meses de derrotas ante tus enemigos, con la espada de tus enemigos a la espalda, o bien tres días durante los cuales la espada de Yahvé y la peste anden por la tierra y el ángel de Yahvé haga estragos en todo el territorio de Israel. Ahora, pues, mira qué debo responder al que me envía.»
13 David respondió a Gad: «Estoy en gran angustia. Pero caigamos en manos de Yahvé, que es grande su misericordia. No caiga yo en manos de los hombres.»
14 Yahvé envió la peste sobre Israel, y cayeron de Israel 70.000 hombres.
15 Mandó Dios un ángel contra Jerusalén para destruirla; pero cuando ya estaba destruyéndola, miró Yahvé y se arrepintió del estrago, y dijo al ángel Exterminador: «¡Basta ya; retira tu mano!»
El ángel de Yahvé estaba junto a la era de Ornán el jebuseo.
16 Alzando David los ojos vio al ángel de Yahvé que estaba entre la tierra y el cielo con una espada desenvainada en su mano, extendida contra Jerusalén. Entonces David y los ancianos, cubiertos de sayal, cayeron rostro en tierra.
17 Y dijo David a Dios: «Yo fui quien mandé hacer el censo del pueblo. Yo fui quien pequé, yo cometí el mal; pero estas ovejas, ¿qué han hecho? ¡Oh Yahvé, Dios mío, caiga tu mano sobre mí y sobre la casa de mi padre, y no haya plaga entre tu pueblo!»
18
Se erige el altar.
Entonces el ángel de Yahvé dijo a Gad que diera a David la orden de subir para alzar un altar a Yahvé en la era de Ornán el jebuseo.
19 Subió David, según la palabra que Gad le había dado en nombre de Yahvé.
20 Ornán, que estaba trillando el trigo, se volvió y, al ver al ángel, él y sus cuatro hijos se escondieron.
21 Cuando David llegó junto a Ornán, miró Ornán y, viendo a David, salió de la era y postróse ante David, rostro en tierra.
22 Dijo David a Ornán: «Dame el sitio de esta era para erigir en él un altar a Yahvé —dámelo por su justo valor en plata— para que la plaga se retire del pueblo.»
23 Respondió Ornán a David: «Tómalo, y haga mi señor el rey lo que bien le parezca. Mira que te doy los bueyes para holocaustos, los trillos para leña y el trigo para la ofrenda; todo te lo doy.»
24 Replicó el rey David a Ornán: «No; quiero comprártelo por su justo precio, pues no tomaré para Yahvé lo que es tuyo, ni ofreceré holocaustos de balde.»
25 Y David dio a Ornán por el sitio la suma de seiscientos siclos de oro.
26 David erigió allí un altar a Yahvé y ofreció holocaustos y sacrificios de comunión e invocó a Yahvé, el cual le respondió con fuego del cielo sobre el altar del holocausto.
27 Entonces Yahvé ordenó al ángel que volviera la espada a la vaina.
28 En aquel tiempo, al ver David que Yahvé le había respondido en la era de Ornán el jebuseo, ofreció allí sacrificios.
29 Pues la Morada de Yahvé, que Moisés había hecho en el desierto, y el altar de los holocaustos estaban a la sazón en el alto de Gabaón;
30 pero David no se había atrevido a presentarse delante de Dios para consultarle, porque estaba aterrado ante la espada del ángel de Yahvé.

Patrocinio

 
 

Introducción a I Crónicas

LOS LIBROS DE LAS CRÓNICAS DE ESDRAS Y NEHEMÍAS

Introducción
El AT comprende un segundo grupo de libros históricos que en gran parte reiteran y luego prosiguen la historia deuteronomista que abarca de Josué al fin de los Reyes. Se trata de los dos libros de las Crónicas, y además del libro de Esdras y, según la opinión común, del libro de Nehemías. Los dos libros de las Crónicas formaban primitivamente uno solo, y los libros de Esdras y Nehemías integraban el mismo conjunto, obra de un solo autor. No sólo encontramos en ellos el mismo estilo y las mismas ideas fundamentales, sino que la repetición, al comienzo de Esd 1, de los versículos con que concluye 2 Cro 36, certifica la unidad de composición.

Son, pues, los libros de las Crónicas (según el título hebreo; la Biblia griega y la Vulgata los llaman «Paralipómenos», es decir, los libros que refieren las «cosas omitidas», que añaden un complemento) obra del Judaísmo postexílico, de una época en que el pueblo, privado de su independencia política, gozaba con todo de una especie de autonomía reconocida por los dueños del Oriente: vivía bajo la dirección de sus sacerdotes, según las reglas de su ley religiosa. El Templo y sus ceremonias eran el centro de la vida nacional. Pero este marco legalista y ritual recibe vida de una corriente de piedad personal, de las doctrinas sapienciales, del recuerdo de las glorias o de las debilidades del pasado y de la confianza en las promesas de los profetas.

El autor de las Crónicas, un levita de Jerusalén, es profundamente adicto a este medio.

Escribe después de Esdras y Nehemías, bastante tiempo después, puesto que puede combinar a su gusto las fuentes que a aquéllos se refieren. La fecha más probable parece ser el comienzo de la época griega, antes del año 300 a. C. El libro recibió después adiciones procedentes de una o de varias manos. En especial fueron ampliados los cuadros genealógicos de 1 Cro 2-9 y se añadieron listas de nombres, probablemente las de los partidarios de David, 1 Cro 12, las de sacerdotes y levitas, 1 Cro 15, y la larga adición de 23:3-27:34, que es un recuento del personal cultual y administrativo de David.

Estos complementos, que posiblemente utilizaron excelentes documentos, siguen la línea de pensamiento del Cronista.

Muestra gran interés por el Templo. El clero desempeña en su obra un papel preeminente: no sólo los sacerdotes y los levitas, según el espíritu del Deuteronomio y de los textos sacerdotales del Pentateuco, sino también las clases inferiores del clero, los porteros y los cantores, equiparados en adelante a los levitas. La santificación del clero se extiende a los seglares mediante la participación de éstos en los sacrificios de comunión, que ante el Cronista recuperan su antigua importancia. Esta comunidad santa no se restringe exclusivamente a los de Judá: por encima de la apostasía del reino de Israel, del que habla lo menos posible, se imagina a las Doce Tribus unidas bajo el cetro de David y, por encima de las circunstancias del momento, espera la reunión de todos los hijos de Israel. Ni aun los mismos paganos quedan excluidos de la oración del Templo. «Israel» es para él todo el pueblo fiel, con el que Dios había concertado en otro tiempo una alianza y con el que ha renovado aquella alianza en la persona de David. Bajo David se realizaron mejor que nunca las condiciones de la teocracia del reino de Dios sobre la tierra; y en el espíritu de David debe vivir la comunidad, con un afán constante de reforma que es una vuelta a las tradiciones, para que Dios le conserve su favor y cumpla sus promesas.

El centro de interés permanente de esta larga historia es el Templo de Jerusalén y su culto, desde los preparativos bajo David hasta la restauración llevada a cabo por la comunidad vuelta del Destierro.

Estos grandes pensamientos del Cronista explican la composición de su obra. Los primeros caps., 1 Cro 1-9, ofrecen listas genealógicas que se detienen más en la tribu de Judá y la descendencia de David, en los levitas y en los habitantes de Jerusalén. Esto sirve de introducción a la historia de David, que ocupa todo el final del primer libro, 10-29. Se omiten las desavenencias con Saúl, así como el pecado con Betsabé, los dramas de familia y las rebeliones, pero se da relieve a la profecía de Natán, 17, y se concede una importancia considerable a las instituciones religiosas: traslado del arca y organización del culto en Jerusalén, 13, 15-16, preparativos para la construcción del Templo, 21-29. David ha levantado el plano, reunido los materiales, ha organizado las funciones del clero hasta en los detalles, y ha dejado la realización a su hijo Salomón. En la historia de éste, 2 Cro 1-9, la construcción del Templo, la oración del rey en la dedicación y las promesas con que Dios corresponde, ocupan la mayor parte. A partir del cisma, el Cronista sólo se preocupa del reino de Judá y de la dinastía davídica. A los reyes se les juzga conforme a su fidelidad o infidelidad a los principios de la alianza, según se aproximen o se aparten del modelo dado por David, 2 Cro 10-36. A los desórdenes siguen las reformas, y las más profundas de éstas son las de Ezequías y Josías; este último rey tiene sucesores impíos que precipitan el desastre, pero las Crónicas concluyen con la autorización dada por Ciro para reconstruir el Templo. Continuación de estas Crónicas, como hemos dicho, son los libros de Esdras y Nehemías.

Para escribir esta historia, el autor se ha valido, en primer lugar, de los libros canónicos: Génesis y Números para las listas del comienzo, y sobre todo Samuel y Reyes. Los utiliza con libertad, elige lo que cuadra a su propósito, añade y corta. Con todo, jamás cita estas fuentes esenciales que nosotros podemos verificar. En cambio, se refiere a cierto número de otras obras, «libros» de los reyes de Israel o de los reyes de Israel y de Judá, un «midrás» del libro de los Reyes, «palabras» o «visiones» de tal o cual profeta, etc. Estos escritos son desconocidos para nosotros y se discute respecto a su contenido y sus mutuas relaciones. Probablemente describían los diversos reinos a la luz de las intervenciones proféticas. Es dudoso que el Cronista se haya valido también de tradiciones orales.

Puesto que el Cronista ha dispuesto de fuentes que nosotros ignoramos y que podían ser dignas de fe, no hay razón para desconfiar, en principio, de todo lo que añade a los libros canónicos que nosotros conocemos. Se ha de examinar cada caso en sí, e investigaciones recientes han vindicado en diversos puntos al Cronista del descrédito en que le tenían muchos exegetas. Pero también se da el caso de que presente noticias incompatibles con el cuadro que trazan Samuel o los Reyes, o bien que modifique a sabiendas lo que dicen estos últimos libros. Este procedimiento —que no tendría excusa en ningún historiador moderno, cuya misión es narrar y explicar la sucesión de los hechos— se justifica por la intención del autor; él no es un historiador, es un teólogo que, a la luz de las experiencias antiguas y, sobre todo, de la experiencia davídica, «medita» sobre las condiciones del reino ideal; hace que el pasado, el presente y el futuro confluyan en una síntesis: proyecta sobre la época de David toda la organización cultual que tiene ante sus ojos, omite todo lo que pudiera empequeñecer a su héroe. Fuera de los datos nuevos que contiene y cuyo valor se puede verificar, su obra no vale tanto para reconstruir el pasado como para ofrecernos un cuadro del estado y de las preocupaciones de su época.

Porque el Cronista escribe para sus contemporáneos. Les recuerda que la vida de la nación depende de su fidelidad a Dios y que esta fidelidad se expresa mediante la obediencia a la ley y a la regularidad de un culto animado por la verdadera piedad. Quiere hacer de su pueblo una comunidad santa, en cuyo favor se realizarán las promesas hechas a David. Los hombres religiosos del Judaísmo contemporáneo de Cristo vivirán en este espíritu, a veces con desviaciones que él no había previsto. Su enseñanza sobre la primacía de lo espiritual y sobre el gobierno divino de todos los acontecimientos del mundo tiene un valor permanente; deberíamos meditarlo en una época como la nuestra, en que la invasión de lo profano parece retrasar indefinidamente el establecimiento del reino de Dios.

Fuente: Nueva Biblia de Jerusalén (1998) - referencias, notas e introducciones a los libros

Patrocinio

Notas

I Crónicas 21,1
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] |2Sa_24:1-9

NOTAS

21 (a) Este cap. abre una sección capital del libro: la organización del culto y del clero en la comunidad davídica, la que posee las promesas mesiánicas del oráculo de Natán.

21 (b) El Cronista ha conservado este relato en el que David aparece como pecador, 1Cr_21:8, porque termina con la erección de un altar en el lugar en que se levantará el Templo, ver 1Cr_21:18+.

21:1 El Cronista atribuye a Satanás (ver Job_1:6+), según una teología más desarrollada, lo que 2 S refería a la «ira de Yahvé» como la causa principal.


I Crónicas 21,5
NOTAS

21:5 Cifras distintas en 2 S 24, ver 1Cr_27:24. A Leví se le excluye del censo, como en Nm 1.

I Crónicas 21,7
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] |2Sa_24:10-17

I Crónicas 21,16
NOTAS

21:16 Este v., propio del Cronista, supone una nueva representación de los ángeles, bastante cercana a la de Dan_9:21 y de 2Ma_10:29.

I Crónicas 21,18
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] |2Sa_24:18-25

NOTAS

21:18 El episodio de 2 S 24 se convierte en el Cronista en un relato de la fundación del Templo de Jerusalén: el altar erigido por David será el altar del Templo, 1Cr_22:1. El Cronista es el único que pone explícitamente al Templo de Salomón en relación directa con la era de Ornán. -Del mismo modo, a la vuelta del Destierro, Esd_3:1 s, la erección del altar precedió a la reconstrucción del Templo.

I Crónicas 21,26
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] 1Re_18:38

I Crónicas 21,30
NOTAS

21:30 Estos dos vv. explican mediante la intervención del Ángel el traslado a Jerusalén del culto de Gabaón donde, ver ya 1Cr_16:39-40, se encontraba la Morada, ante la cual se debía consultar a Yahvé, Éxo_29:42; Éxo_30:36; Éxo_33:7 s.