I Reyes 3 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 28 versitos |
1

Visión de Salomón
2 Cr 1,7-12; Sab 9

Salomón emparentó con el Faraón de Egipto, casándose con una hija suya. La llevó a la Ciudad de David mientras terminaban las obras del palacio, del templo y de la muralla en torno a Jerusalén.
2 La gente seguía sacrificando en los lugares altos de culto pagano, porque todavía no se había construido el templo en honor del Señor,
3 y aunque Salomón amaba al Señor, procediendo según las normas de su padre, David, sacrificaba y quemaba incienso en los lugares altos.
4 El rey fue a Gabaón a ofrecer allí sacrificios, porque allí estaba el santuario principal. En aquel altar ofreció Salomón mil holocaustos.
5 En Gabaón el Señor se apareció aquella noche en sueños a Salomón, y le dijo:
– Pídeme lo que quieras.
6 Salomón respondió:
– Tú le hiciste una gran promesa a tu siervo, mi padre, David, porque procedió de acuerdo contigo, con lealtad, justicia y rectitud de corazón, y le has cumplido esa gran promesa dándole un hijo que se siente en su trono: es lo que sucede hoy.
7 Y ahora, Señor, Dios mío, tú has hecho a tu siervo sucesor de mi padre, David; pero yo soy un muchacho que no sé valerme.
8 Tu siervo está en medio del pueblo que elegiste, un pueblo tan numeroso que no se puede contar ni calcular.
9 Enséñame a escuchar para que sepa gobernar a tu pueblo y discernir entre el bien y el mal; si no, ¿quién podrá gobernar a este pueblo tuyo tan grande?
10 Al Señor le pareció bien que Salomón pidiera aquello,
11 y le dijo:
– Por haber pedido esto, y no haber pedido una vida larga, ni haber pedido riquezas, ni haber pedido la vida de tus enemigos, sino inteligencia para acertar en el gobierno,
12 te daré lo que has pedido: una mente sabia y prudente, como no la hubo antes ni la habrá después de ti.
13 Y te daré también lo que no has pedido: riquezas y fama mayores que las de rey alguno.
14 Y si caminas por mis sendas, guardando mis preceptos y mandatos, como hizo tu padre, David, te daré larga vida.
15 Salomón despertó: había tenido un sueño. Entonces fue a Jerusalén, y de pie ante el arca de la alianza del Señor ofreció holocaustos y sacrificios de comunión y dio un banquete a toda la corte.
El juicio de Salomón
16 Por entonces acudieron al rey dos prostitutas; se presentaron ante él
17 y una de ellas dijo:
– Majestad, esta mujer y yo vivíamos en la misma casa; yo di a luz estando ella en la casa.
18 Y tres días después también esta mujer dio a luz. Estábamos juntas en casa, no había ningún extraño con nosotras, sólo nosotras dos.
19 Una noche murió el hijo de esta mujer, porque ella se recostó sobre él;
20 se levantó de noche y, mientras tu servidora dormía, tomó de mi lado a mi hijo y lo acostó junto a ella, y a su hijo muerto lo puso junto a mí.
21 Yo me incorporé por la mañana para dar el pecho a mi niño, y resulta que estaba muerto; me fijé bien y vi que no era el niño que yo había dado a luz.
22 Pero la otra mujer replicó:
– No. Mi hijo es el que está vivo, el tuyo es el muerto.
Y así discutían ante el rey.
23 Entonces habló el rey:
–Ésta dice: Mi hijo es éste, el que está vivo; el tuyo es el muerto. Y esta otra dice: No, tu hijo es el muerto, el mío es el que está vivo.
24 Y ordenó:
– Denme una espada.
Le presentaron la espada,
25 y dijo:
– Partan en dos al niño vivo; denle una mitad a una y otra mitad a la otra.
26 Entonces a la madre del niño vivo se le conmovieron las entrañas por su hijo y suplicó:
–¡Majestad, dale a ella el niño vivo, no lo mates!
Mientras que la otra decía:
– Ni para ti ni para mí. Que lo dividan.
27 Entonces el rey sentenció:
– Denle a ésa el niño vivo, no lo maten. ¡Ésa es su madre!
28 Todo Israel se enteró de la sentencia que había pronunciado el rey, y respetaron al rey, viendo que poseía una sabiduría sobrehumana para administrar justicia.

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Introducción a I Reyes

1 REYES

Tema. Por el tema, los dos libros de los Reyes continúan la historia de la monarquía y la conducen en movimiento paralelo de dos reinos a la catástrofe sucesiva de ambos. Se diría una historia trágica o la crónica de una decadencia. El paralelismo de los dos reinos determina la composición del libro y hace resaltar una divergencia importante. Conspiraciones las hay en ambos reinos: al norte una conspiración produce cambio de dinastía; al sur produce cambio de monarca de la misma dinastía. Ataques externos los sufren ambos reinos: al norte favorecen los cambios dinásticos, al sur incluso los monarcas impuestos pertenecen a la dinastía de David. ¿Por qué sucede así? Porque la dinastía davídica tiene una promesa del Señor, perdura por la fidelidad de su Dios.

Horizonte histórico.
El autor tiene como horizonte de su libro el pueblo de Israel, unido o dividido. Si cruza la frontera nacional es porque algún personaje extranjero se ha metido en el espacio o el tiempo de los israelitas. Le falta, sin embargo, la visión de conjunto, la capacidad de situar la historia nacional en el cuadro de la historia internacional. Quizás por falta de información, o por falta de interés, o por principio. Los profetas escritores de aquella época tuvieron un horizonte más amplio.
Al faltar dicho horizonte amplio, falta la motivación compleja de muchos hechos que el autor cuenta o recoge. Esto se puede suplir en bastantes casos con datos sacados de los libros proféticos.

El principio teológico. La historia del pueblo y de la monarquía se desarrolla bajo el signo de la alianza, que constituye a Israel como pueblo de Dios y le exige fidelidad exclusiva y cumplimiento de los mandatos; cumplimiento e incumplimiento se sancionan con bendiciones y maldiciones. Es un código de retribución basado en la relación personal del pueblo con su Dios.
La fidelidad exclusiva toma al principio la forma de veneración y culto exclusivos al Señor, eliminando todo politeísmo, idolatría o sincretismo; los lugares de culto están diseminados por el país, aunque existe un santuario central para la corte y las grandes ocasiones.
Muy pronto la fidelidad exclusiva se encuentra amenazada en los santuarios locales: dioses y cultos de fertilidad, introducción de dioses extranjeros, imágenes prohibidas; entonces surgió la idea de atacar el mal en su raíz, purificando constantemente los cultos locales, hasta extirparlos con una fuerte centralización del culto. En ese momento la fidelidad exclusiva al Señor toma la forma de culto en un solo templo.

Mensaje religioso. Se puede resumir en dos palabras: conversión y esperanza. El tema de la conversión del pueblo y el perdón de Dios está presente a lo largo de toda esta historia. La fidelidad del pueblo no es lo último, la fidelidad de Dios la abarca y la desborda. La destrucción no es lo último, la historia continúa. No solo la historia universal -que continúa cuando desaparece Siria- sino la historia de Israel como pueblo de Dios.
El autor no quiere contar la historia de un pueblo desaparecido, sino que habla a los hijos y a los nietos, llamados a continuar la historia dramática. No por méritos del pueblo, sino por la fidelidad de Dios, quedan más capítulos por vivir en la esperanza.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

I Reyes 3,1-15Visión de Salomón. El biógrafo destaca en Salomón tres facetas: sabio (capítulos 3-5), constructor (capítulos 6-9), rico (capítulo 10). De las tres, la que se lleva la preeminencia es la sabiduría: «Dios concedió a Salomón una sabiduría e inteligencia extraordinarias y una mente abierta como las playas junto al mar. La sabiduría de Salomón superó a la de los sabios de Oriente y de Egipto» (5,9s).
La sabiduría de Salomón abarca todos los campos. Nuestro texto subraya su sabiduría como gobernante. Como prueba aduce el que ha venido a llamarse «juicio de Salomón» (3,16-28). La sabiduría de Salomón como gobernante se puso de manifiesto también en la reorganización administrativa interna del reino y en la planificación de la política exterior.
La sabiduría de Salomón se extendió asimismo a las letras y a las artes.
Lo que el texto acentúa con más fuerza es que toda esta sabiduría es un don de Dios. Le ha sido otorgada en el marco del santuario de Gabaón, como fruto de la oración, acompañada de sacrificios.
La mejor prueba de la sabiduría del rey de Jerusalén es su misma oración. Es una oración sabia e inteligente; por eso agradó al Señor. Salomón no se dejo llevar del egoísmo en su plegaria sino que pidió a Dios buen criterio para juzgar, para saber discernir entre el bien y el mal: en una palabra, pidió acierto en el arte de gobernar.
La respuesta de Dios habla de la largueza con que el Señor otorga sus bienes. Podríamos evocar a este propósito la «medida buena, apretada, sacudida y colmada» de que habla el Evangelio (Luc_6:38). Juntamente con la sabiduría Dios otorgó a Salomón inmensas riquezas: «El rey Salomón sobrepujó a todos los reyes de la tierra en riqueza y sabiduria» (cfr. 10,14-29).


I Reyes 3,16-28El juicio de Salomón. El arte de gobernar se realizaba en gran parte en el arte de juzgar (16-28). Un ejemplo de ello es la presente narración, contada con cierto gusto popular, con viveza de detalles, sin temor a repeticiones. Se supone que las dos rameras no se van a esmerar en la veracidad, y la sagacidad del juez se revelará en descubrir quién de las dos dice la verdad. El juez auténtico conoce el corazón, que se encubre con falsas palabras y se descubre y traiciona ante los hechos (cfr. Pro_25:2).