Salmos 18 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 50 versitos |
1 ¡Yo te amo, Señor, mi fortaleza!
2 ¡Señor, mi roca, mi defensa, mi libertador!,
¡Dios mío, mi roca de refugio!
¡Mi escudo, mi fuerza salvadora,
mi baluarte, digno de alabanza!
3 Invoco al Señor y quedo libre del enemigo.
4 Me cercaban lazos mortales,
torrentes destructores me aterraban,
5 me envolvían lazos del Abismo,
me alcanzaban redes de muerte.
6 En el peligro invoqué al Señor
pidiendo socorro a mi Dios;
desde su templo escuchó mi clamor,
mi grito de socorro llegó a él, a sus oídos.
7 Tembló y retembló la tierra,
se tambalearon los cimientos de los montes
estremecidos por su furor.
8 De su nariz se alzaba una humareda,
de su boca un fuego voraz
y arrojaba carbones encendidos.
9 Inclinó los cielos y bajó,
con nubarrones bajo los pies;
10 volaba cabalgando en un querubín,
planeando sobre las alas del viento;
11 se puso como velo un cerco de tinieblas,
como tienda un oscuro aguacero
y nubes espesas.
12 Ante el resplandor de su presencia,
las nubes se deshicieron
en granizo y centellas;
13 mientras el Señor tronaba en el cielo,
el Altísimo lanzaba su voz.
14 Forjaba sus saetas y las dispersaba,
multiplicaba sus rayos y los esparcía.
15 Apareció el cauce del mar
y afloraron los cimientos de la tierra,
ante tu bramido, Señor,
ante el resuello furioso de tu nariz.
16 Desde arriba alargó la mano y me agarró
y me sacó de las aguas caudalosas;
17 me libró de enemigos poderosos,
de adversarios más fuertes que yo.
18 Me asaltaban el día de mi desgracia,
pero el Señor fue mi apoyo.
19 Me sacó a un lugar espacioso,
me libró porque me amaba.
20 El Señor me pagó mi rectitud,
retribuyó la pureza de mis manos,
21 porque seguí los caminos del Señor
y no me alejé de mi Dios;
22 porque tuve presentes sus mandatos
y jamás rechacé sus preceptos,
23 mi conducta ante él ha sido irreprochable
guardándome de toda culpa.
24 El Señor recompensó mi rectitud,
la pureza de mis manos ante sus ojos.
25 Con el leal eres leal,
íntegro con el hombre íntegro,
26 con el sincero eres sincero,
y sagaz con el astuto.
27 Tú salvas al pueblo afligido
y humillas los ojos altaneros.
28 Tú, Señor, enciendes mi lámpara,
Dios mío, tú alumbras mis tinieblas.
29 Contigo corro con brío,
con mi Dios asalto la muralla.
30 El camino de Dios es perfecto,
la palabra del Señor es acrisolada,
escudo para los que se refugian enél.
31 Porque, ¿quién es Dios fuera del Señor?
¿Quién es Roca fuera de nuestro Dios?
32 El Dios que me ciñe de valor
y hace irreprochables mis caminos;
33 me da pies ligeros como de cierva
y me asienta en sus alturas,
34 adiestra mis manos para la guerra
y mis brazos para tensar el arco de bronce.
35 Me prestaste tu escudo salvador,
tu derecha me sostuvo,
y tu triunfo me engrandeció.
36 Ensanchaste el camino a mis pasos
y no flaquearon mis tobillos.
37 Perseguí al enemigo hasta alcanzarlo
y no volví hasta haber acabado con él;
38 los aplasté y no pudieron rehacerse,
cayeron bajo mis pies.
39 Me ceñiste de valor para la guerra,
doblegaste a mis agresores;
40 pusiste en fuga a mis enemigos,
reduje al silencio a mis adversarios.
41 Pedían auxilio, nadie los salvaba;
clamaban al Señor, no les respondía.
42 Los trituré como polvo de la plaza,
los pisé como barro de la calle.
43 Me libraste de las contiendas del pueblo,
me pusiste al frente de las naciones;
un pueblo extraño fue mi vasallo
44 por mi fama se me sometían.
Los extranjeros me adulaban,
45 los extranjeros se desmoralizaban
y abandonaban temblando sus refugios.
46 ¡Viva el Señor, bendita sea mi Roca!
¡Glorificado sea mi Dios y Salvador!
47 El Dios que me dio el desquite
y me sometió los pueblos,
48 que me libró del enemigo,
me levantó sobre los que resistían
y me libró del hombre violento.
49 Por eso te daré gracias ante las naciones
y cantaré, Señor, en honor de tu Nombre:
50 Tú diste gran victoria a tu rey,
fuiste fiel con tu Ungido,
con David y su descendencia para siempre.

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Introducción a Salmos

LOS SALMOS

Los salmos son la oración de Israel. Son la expresión de la experiencia humana vuelta hacia Dios. Son expresión de la vida de un pueblo seducido por Dios. La tradición atribuye muchos de ellos al rey David, y algunos a Córaj y a Asaf; pero esto es sólo una cuestión convencional. Una cadena anónima de poetas, a lo largo de siglos, es la imagen más realista sobre los autores de estas piezas.
Como son variadas las circunstancias de la vida y lo fueron las de la historia, así surgieron, se repitieron y se afianzaron algunos tipos de salmos. Por eso resulta preferible una clasificación tipológica atendiendo al tema, los motivos, la composición y el estilo.
Los himnos cantan la alabanza y suelen ser comunitarios: su tema son las acciones de Dios en la creación y la historia. Muy cerca están las acciones de gracias por beneficios personales o colectivos: la salud recobrada, la inocencia reivindicada, una victoria conseguida, las cosechas del campo. De la necesidad brota la súplica, que es tan variada de temas como lo son las necesidades del individuo o la sociedad; el orante motiva su petición, como para convencer o mover a Dios. De la súplica se desprende a veces el acto de confianza, basado en experiencias pasadas o en la simple promesa de Dios.
Los salmos reales se ocupan de diversos aspectos, que llegan a componer una imagen diferenciada del rey: batallas, administración de la justicia, boda, coronación, elección de la dinastía, y hay un momento en que estos salmos empiezan a cargarse de expectación mesiánica. Otro grupo canta y aclama el reinado del Señor, para una justicia universal.
El pecador confiesa su pecado y pide perdón en salmos penitenciales, o bien el grupo celebra una liturgia penitencial. Hay salmos para diversas ocasiones litúrgicas, peregrinaciones y otras fiestas. Otros se pueden llamar meditaciones, que versan sobre la vida humana o sobre la historia de Israel. Y los hay que no se dejan clasificar o que rompen el molde riguroso de la convención.
Los salmos se compusieron para su uso repetido: no los agota el primer individuo que los compone o encarga, ni la primera experiencia histórica del pueblo. Como realidades literarias, quedan disponibles para nuevas significaciones, con los símbolos capaces de desplegarse en nuevas circunstancias. A veces un retoque, una adición los adapta al nuevo momento; en otros casos basta cambiar la clave.
Por esta razón los salmos se conservaron y coleccionaron. Sabemos que surgieron agrupaciones menores y que después se coleccionaron en cinco partes (como un pentateuco de oración): 2-41; 42-72; 73-89; 90-106; 107-150. En el proceso de coleccionar, la división y numeración sufrió menoscabo: algunos salmos están arbitrariamente cortados en dos (9-10; 42-43); otros aparecen duplicados, al menos en parte (70 y 40; 53 y 14). Se explica que en la tradición griega se haya impuesto otra numeración. Aquí daremos la numeración Hebrea, añadiendo entre paréntesis la grecolatina.
En general, el estilo de los salmos se distingue por su realismo e inmediatez, no disminuido por la riqueza de imágenes y símbolos elementales; sólo algunos fragmentos con símbolos de ascendencia mítica se salen del cuadro general. Es intensa la expresión sin caer jamás en sentimentalismo. El lirismo es más compartido que personal; en muchos casos podríamos hablar de planteamientos y desarrollos dramáticos. La sonoridad y el ritmo son factores importantes del estilo. No sabemos cómo se ejecutaban: muchos se cantaban, probablemente con solistas y coro unísono; algunos quizá se danzaban, otros se recitaban en marchas o procesiones; otros acompañarían ritos específicos. Algunas de las notas añadidas por los transmisores parecen referirse a la ejecución. Estas notas, que asignan una situación histórica o dan una instrucción litúrgica, no son originales, por eso han sido omitidas en el texto, aunque entren en la numeración admitida.
Los salmos son también oración privilegiada de la comunidad cristiana y del individuo aislado. Muchos fueron rezados por nuesto Señor Jesucristo, quien les dio la plenitud de sentido que podían transportar. La experiencia de Israel y del hombre pasan por Cristo y debe encontrar de nuevo expresión en estas oraciones; su lenguaje puede llegar a ser lenguaje del rezo cristiano. El libro de los salmos es un repertorio que suministra textos para diversas ocasiones y a diversos niveles; su lectura puede interesar, pero sólo rezados serán realmente comprendidos.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Salmos 18,1-50La introducción hímnica del salmo (2-4) tiene su paralelo en la conclusión doxológica (47-50 -el versículo 51 ha sido añadido posteriormente-). La lamentación (5-7) desemboca en la liberación (17-20). Ante la teofanía, que es simultáneamente epifanía (8-16), el salmista hace protesta de su inocencia (21-28). La acción marcial se inicia con una antífona introductoria (29) y se desarrolla en tres actos: Dios y las armas (30-37), los enemigos (38-43) y los extranjeros (44-46). El amor visceral con el que se inicia el salmo: «Yo te amo...» (2) se expande en los posesivos que vienen a continuación (2s): reflejan un amor enamorado. Dios responde a ese amor: se muestra teofánicamente (8-16) para librar a aquel a quien ama (20). Existe una complicidad y complementariedad entre ambos amores. Porque Dios ama a quien le ama apasionadamente, lo libra de las aguas mortales (5-7.10-17), le enseña el arte de la guerra (33-36), le somete los pueblos (44-46)... Y el salmista prorrumpe en una acción de gracias ante todos los pueblos (47-50). El versículo añadido (51) permite aplicar este salmo al Ungido, a Cristo, triunfador de la muerte y del abismo. Rom_15:9 cita el versículo 50 del salmo. Quien ama enamoradamente no se cansa de acuñar nuevos epítetos para proclamar su amor. El Dios, así amado, «con-desciende» para estar con nosotros como Roca segura de nuestra existencia.