Salmos 31 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 24 versitos |
1 En ti me refugio, Señor:
no quede yo nunca defraudado;
por tu justicia ponme a salvo.
2 Inclina tu oído hacia mí,
ven pronto a librarme,
sé mi roca de refugio,
mi fortaleza protectora;
3 tú eres mi roca y mi fortaleza:
por tu Nombre guíame, condúceme;
4 sácame de la red que me han tendido,
porque tú eres mi protector.
5 En tu mano encomendaba mi vida:
y me libraste, Señor, Dios fiel.
6 Odias a quienes veneran ídolos vanos,
yo en cambio confío en el Señor.
7 Festejaré, celebraré tu fidelidad,
pues te fijaste en mi sufrimiento,
reparaste en mi angustia.
8 No me entregaste en poder del enemigo,
afianzaste mis pies en terreno espacioso.
9 Piedad, Señor, estoy angustiado:
se consumen de pena mis ojos,
mi garganta y mis entrañas;
10 mi vida se gasta en la tristeza,
mis años se van en gemidos,
por mi culpa decae mi vigor
y se consumen mis huesos.
11 Soy la burla de todos mis enemigos,
el asco de mis vecinos,
el espanto de mis conocidos:
me ven por la calle y escapan de mí.
12 Me han olvidado como a un cadáver inerte,
soy como un cacharro inútil.
13 Oigo calumnias de la turba,
– terror por doquier–
mientras, a una, se confabulan contra mí
y traman quitarme la vida.
14 Pero yo confío en ti, Señor,
digo: Tú eres mi Dios.
15 En tu mano está mi destino:
líbrame de los enemigos que me persiguen.
16 Brille tu rostro sobre tu siervo,
sálvame por tu amor.
17 Señor, que no fracase por haberte invocado;
que fracasen los malvados
y bajen llorando al Abismo.
18 Enmudezcan los labios mentirosos
que dicen insolencias contra el justo
con soberbia y desprecio.
19 ¡Qué grande es tu bondad, Señor!
La reservas para tus fieles
y ante todos la muestras
a quienes se acogen a ti.
20 En tu escondite personal los escondes
de las intrigas de los hombres,
los ocultas en tu tienda
de lenguas murmuradoras.
21 Bendito el Señor,
que me ha mostrado su ternura
desde la ciudad fortificada.
22 ¡Y yo que decía a la ligera:
me has echado de tu presencia!,
pero tú escuchaste mi súplica
cuando te pedí auxilio.
23 Amen al Señor, todos sus fieles,
que el Señor guarda a sus fieles,
pero castiga con creces a los orgullosos.
24 ¡Sean fuertes y valientes
los que esperan en el Señor!

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Introducción a Salmos

LOS SALMOS

Los salmos son la oración de Israel. Son la expresión de la experiencia humana vuelta hacia Dios. Son expresión de la vida de un pueblo seducido por Dios. La tradición atribuye muchos de ellos al rey David, y algunos a Córaj y a Asaf; pero esto es sólo una cuestión convencional. Una cadena anónima de poetas, a lo largo de siglos, es la imagen más realista sobre los autores de estas piezas.
Como son variadas las circunstancias de la vida y lo fueron las de la historia, así surgieron, se repitieron y se afianzaron algunos tipos de salmos. Por eso resulta preferible una clasificación tipológica atendiendo al tema, los motivos, la composición y el estilo.
Los himnos cantan la alabanza y suelen ser comunitarios: su tema son las acciones de Dios en la creación y la historia. Muy cerca están las acciones de gracias por beneficios personales o colectivos: la salud recobrada, la inocencia reivindicada, una victoria conseguida, las cosechas del campo. De la necesidad brota la súplica, que es tan variada de temas como lo son las necesidades del individuo o la sociedad; el orante motiva su petición, como para convencer o mover a Dios. De la súplica se desprende a veces el acto de confianza, basado en experiencias pasadas o en la simple promesa de Dios.
Los salmos reales se ocupan de diversos aspectos, que llegan a componer una imagen diferenciada del rey: batallas, administración de la justicia, boda, coronación, elección de la dinastía, y hay un momento en que estos salmos empiezan a cargarse de expectación mesiánica. Otro grupo canta y aclama el reinado del Señor, para una justicia universal.
El pecador confiesa su pecado y pide perdón en salmos penitenciales, o bien el grupo celebra una liturgia penitencial. Hay salmos para diversas ocasiones litúrgicas, peregrinaciones y otras fiestas. Otros se pueden llamar meditaciones, que versan sobre la vida humana o sobre la historia de Israel. Y los hay que no se dejan clasificar o que rompen el molde riguroso de la convención.
Los salmos se compusieron para su uso repetido: no los agota el primer individuo que los compone o encarga, ni la primera experiencia histórica del pueblo. Como realidades literarias, quedan disponibles para nuevas significaciones, con los símbolos capaces de desplegarse en nuevas circunstancias. A veces un retoque, una adición los adapta al nuevo momento; en otros casos basta cambiar la clave.
Por esta razón los salmos se conservaron y coleccionaron. Sabemos que surgieron agrupaciones menores y que después se coleccionaron en cinco partes (como un pentateuco de oración): 2-41; 42-72; 73-89; 90-106; 107-150. En el proceso de coleccionar, la división y numeración sufrió menoscabo: algunos salmos están arbitrariamente cortados en dos (9-10; 42-43); otros aparecen duplicados, al menos en parte (70 y 40; 53 y 14). Se explica que en la tradición griega se haya impuesto otra numeración. Aquí daremos la numeración Hebrea, añadiendo entre paréntesis la grecolatina.
En general, el estilo de los salmos se distingue por su realismo e inmediatez, no disminuido por la riqueza de imágenes y símbolos elementales; sólo algunos fragmentos con símbolos de ascendencia mítica se salen del cuadro general. Es intensa la expresión sin caer jamás en sentimentalismo. El lirismo es más compartido que personal; en muchos casos podríamos hablar de planteamientos y desarrollos dramáticos. La sonoridad y el ritmo son factores importantes del estilo. No sabemos cómo se ejecutaban: muchos se cantaban, probablemente con solistas y coro unísono; algunos quizá se danzaban, otros se recitaban en marchas o procesiones; otros acompañarían ritos específicos. Algunas de las notas añadidas por los transmisores parecen referirse a la ejecución. Estas notas, que asignan una situación histórica o dan una instrucción litúrgica, no son originales, por eso han sido omitidas en el texto, aunque entren en la numeración admitida.
Los salmos son también oración privilegiada de la comunidad cristiana y del individuo aislado. Muchos fueron rezados por nuesto Señor Jesucristo, quien les dio la plenitud de sentido que podían transportar. La experiencia de Israel y del hombre pasan por Cristo y debe encontrar de nuevo expresión en estas oraciones; su lenguaje puede llegar a ser lenguaje del rezo cristiano. El libro de los salmos es un repertorio que suministra textos para diversas ocasiones y a diversos niveles; su lectura puede interesar, pero sólo rezados serán realmente comprendidos.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Salmos 31,1-24La confianza presente tiene un sólido fundamento: Dios como roca, refugio y fortaleza (2-5). Si otros traman quitarle la vida -han escondido una red (5)-, el orante pone su vida a buen recaudo: la deposita en manos del guardián que es Dios. Ello significa que se fía de Dios y que confía en Él con absoluta confianza (6). Dios no puede tratarlo como a uno de tantos idólatras (7), sino que, lejos de la angustia presente, abrirá espaciosos caminos a los pies del orante (9). Afianzada la confianza, el poeta da rienda suelta a la descripción de su dolor (10-19): tres versos dedicados a las dolencias físicas (10s); cinco a las relaciones con los demás (12-14), y, de nuevo, el retorno a la confianza, con esta heroica confesión: «Tú eres mi Dios» (15). Como los males del salmista han sido causados por otros, pide para sí mismo la protección y para los enemigos el castigo (17-19). La tercera parte del salmo es un cántico gozoso. El poeta celebra ante todo la gran bondad divina (20s). La «bondad» de Dios, mostrada en una acción del pasado -un «prodigio de lealtad» (22)-, ha enseñado al salmista a confiar plenamente en Dios: ¡qué equivocado estaba cuando pensaba que Dios le había echado de su presencia! (23). Dios, más bien, escuchaba y atendía (23b). Que otros aprendan ahora a amar al Señor, a confiar absolutamente en Él (24s). El Cristo agonizante de Luc_23:46 acude a este salmo (6a). Lo mismo hará el primer mártir, Esteban (Hch_7:59). Este salmo tiene tantos matices y tan diversas perspectivas, que quien ore con él puede quedarse donde más a gusto se encuentre. Al finalizar el recorrido del salmo, prevalece el amor.