Sabiduría 13 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 53 versitos |
1

LA IDOLATRÍA
Fascinados por la hermosura del universo

Eran naturalmente faltos de inteligencia
todos los hombres que ignoraban a Dios,
y fueron incapaces de conocer al que es
partiendo de las cosas buenas que están a la vista,
y no reconocieron al artífice fijándose en sus obras,
2 sino que tuvieron por dioses al fuego, al viento, al aire leve,
a las órbitas astrales, al agua impetuosa,
a las lumbreras celestes, regidoras del mundo.
3 Si fascinados por su hermosura los creyeron dioses,
sepan cuánto los aventaja su Dueño,
pues los creó el autor de la belleza;
4 y si los asombró su poder y actividad,
calculen cuánto más poderoso es quien los hizo;
5 pues, partiendo de la grandeza y belleza de las criaturas,
se puede reflexionar y llegar a conocer al que les dio el ser.
6 Con todo, a éstos poco se les puede echar en cara,
pues tal vez andan extraviados
buscando a Dios y queriéndolo encontrar;
7 en efecto, dan vueltas a sus obras, las exploran,
y su apariencia los subyuga, porque es bello lo que ven.
8 Pero ni siquiera éstos tienen excusa,
9 porque si lograron saber tanto que fueron capaces de investigar el universo,
¿cómo no encontraron antes a su Dueño?
10

Ídolos de madera

Son unos infelices los que ponen su esperanza en cosas muertas,
los que llamaron dioses a las obras de sus manos humanas,
al oro y la plata labrados con arte y a figuras de animales,
o a una piedra sin valor, obra de una mano antigua.
11 Tomemos como ejemplo a un carpintero: tala un árbol fácil de manejar,
lo descorteza con maña y, aplicándose a su oficio con destreza,
hace un objeto útil para necesidades de la vida;
12 las astillas que le sobran las gasta preparando la comida, y se sacia;
13 pero queda todavía un resto que para nada sirve,
un palo retorcido y nudoso; lo agarra y lo talla en sus ratos de ocio
y se entretiene dándole forma hábilmente,
hasta sacar la imagen de un hombre
14 o lograr el parecido de un animal despreciable; lo cubre de bermellón,
le pinta de rojo todo el cuerpo y recubre así sus imperfecciones;
15 le prepara un lugar adecuado
y lo coloca en la pared, sujetándolo con una abrazadera.
16 Sabiendo que no puede valerse por sí mismo,
toma sus precauciones para que no se caiga:
es una imagen y necesita ayuda.
17 Luego le reza por sus bienes, su boda y los hijos,
sin sonrojarse de acudir a un ser sin vida;
implora la salud de un ser débil,
18 ruega por la vida a un muerto, solicita ayuda al más torpe
y un buen viaje a quien ni de sus pies puede servirse;
19 para sus negocios y trabajos y el éxito feliz de sus tareas
pide ayuda al que menos vigor tiene en las manos.
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Introducción a Sabiduría

SABIDURÍA

El libro, el autor y fecha de composición.
El título tradicional del libro, Sabiduría de Salomón, es justificado y capcioso. Justificado porque el libro pertenece al grupo o corriente «sapiencial», que se ampara al patronato de Salomón. Entronca con los Proverbios, parece polemizar contra el Eclesiastés, tiene coincidencias notables con Eclesiástico (Ben Sirá) y algún contacto con Job.
La sabiduría ocupa en el libro una posición altísima -en continuación con Prov 6 y Eclo 24-. Alta, pero no exclusiva ni central. A partir del capítulo 11 la sabiduría desaparece, salvo un par de menciones. En cambio, la justicia atraviesa el libro de cabo a rabo: justicia, injusticia, justos e injustos, juicio. Un título temático del libro sería: «A los gobernantes: sobre la justicia».
En cuanto a Salomón, aparece como ficción retórica en los capítulos 7-9. No hay otra razón interna para poner su nombre en el título. El autor es anónimo. Es muy probable que haya vivido en Alejandría. La fecha de composición parece ser el tiempo de Jesús, o algún decenio antes. Es cronológicamente el último libro del Antiguo Testamento. Tiene bastantes coincidencias con el Nuevo Testamento, sobre todo con san Pablo y su escuela.

Contexto cultural. El autor realiza en su tratado una conjunción de culturas: la griega y la semita. Está embebido en los escritos del Antiguo Testamento que lee en la traducción griega de los «Setenta» (LXX); lo que tiene tan asimilado le sale de muchas formas, controladas o espontáneas. Conoce también la cultura filosófica griega, especialmente su corriente estoica, filosofía en estado de cultura poco profunda. El autor aparece como mediador sereno de ambas tradiciones culturales.
Lo que sucede con el pensamiento, sucede también con el estilo. Los recursos hebreos del paralelismo, del comentario midrásico son patentes. No menos lo son los recursos griegos: palabras compuestas, exquisitas, multiplicación de sinónimos, adjetivación refinada, alteraciones, rimas, juegos de palabras. La simbiosis de una tradición hebrea con una alejandrina engendra una obra original, a veces recargada y reiterativa, artificiosa, con alardes de artesanía estilística, rica en sorpresas y agudezas de ingenio.

Tema del libro. El libro de la Sabiduría es el más importante tratado de «teología política» del Antiguo Testamento. Si preferimos, es un tratado sobre la justicia en el gobierno, con argumentación teológica y orientación doctrinal. Ni manual práctico ni tratado profano.
El tema de la justicia en el gobierno es de buena ascendencia sapiencial: «El trono se afianza con la justicia» ( Pro_16:12 ). Dirigirse a los gobernantes, israelitas o extranjeros, que quieran leer no es una fantasía desatinada. Lo habían hecho otros antes: Ester y el tercer libro de los Macabeos en forma narrativa, Daniel en clave apocalíptica. Quizás nuestro autor lo hace con una conciencia más lúcida y también con mayor acierto. No es extraño que su obra tuviera más lectores judíos que paganos, más súbditos que gobernantes; los que gobiernan son siempre menos.
El discurso sobre la justicia, sobre todo si es crítico, es provocado muchas veces por la práctica de la injusticia, sobre todo de la «injusticia establecida», de «los que dictan sentencias en nombre de la Ley» ( Sal_94:20 ). Aparte las persecuciones bien conocidas, por ejemplo, la de Tolomeo II, es probable que los judíos de la diáspora alejandrina tuvieran que sufrir discriminaciones, opresión y vejaciones a manos de gobernantes griegos o romanos; también pudieron sumarse a esos opresores algunos judíos renegados e influyentes.
El libro no especifica la raza de los destinatarios, pues quiere atravesar fronteras ( Sal_6:1 ); el libro no disimula su actitud crítica, que estriba en la justicia de Dios, en un «pensar recto del Señor» ( Sal_1:1 ). La denuncia profética se hace aquí crítica sapiencial.
A diferencia de los otros libros sapienciales, el autor de la Sabiduría se mueve ya en otro horizonte, el del destino inmortal del ser humano: «Dios creó al hombre para la inmortalidad y lo hizo a imagen de su propio ser» ( Sal_2:23 ). Es la clara respuesta a la angustia del mal y del dolor de Job y del Eclesiastés.
Es desde este horizonte que el autor nos habla de Dios como ser trascendente, omnipotente, creador de todo, pero también misericordioso y providente, cuya bondad rebasa los límites de Israel, abarcando a toda la familia humana: «a todos perdonas porque son tuyos, Señor, amigo de la vida» (11,26). Y también nos habla del ser humano, como el que debe rendir culto a Dios haciendo su voluntad y caminando por sus caminos, gracias al don de la Sabiduría o Palabra o Espíritu de Dios. Estamos ya en los umbrales de la «Gracia» del Evangelio.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Sabiduría 13,1-913:1-15:19 La idolatría. El ambiente que rodeaba a la composición de este libro queda plasmado en esta nueva sección. Se interrumpen los juicios históricos -continuarán en el capítulo 16- y aparece una dura crítica de la idolatría politeísta.
El mensaje de esta parte del libro sigue siendo plenamente actual. Los ídolos se multiplican en nuestra sociedad -el poder, el dinero, el placer...-. Sus consecuencias son evidentes: cinismo, injusticias, destrucción... Al creyente le queda todavía su tarea de denuncia, pero también de esperanza.

13:1-9 Fascinados por la hermosura del universo. El primer versículo del capítulo 13 expresa una idea sustentada en lo que encontraremos aquí desarrollado y en otros capítulos que vienen a continuación: la incapacidad de los idólatras para reconocer al Creador de todas las cosas -con la consiguiente evidencia de su culpa-.
En este primer apartado se critica la idolatría de los astros y de las fuerzas naturales -similares puntos de vista se hallan también en escritores judíos de la época, como Filón de Alejandría-. El Antiguo Testamento también alaba el poder y la grandeza de Dios a través de la creación (Job_36:22-26; Sal_19:2; Isa_40:12-14), pero aquí se condena a los que lo ven como un fin en sí mismo (cfr. Hch_14:17; Hch_17:27; Rom_1:19s).
La naturaleza es lugar de encuentro con Dios, sobre todo cuando quien la contempla se sabe dentro de ella y no como su dueño y señor. También a pesar de las catástrofes humanas y naturales, es posible percibir la huella de Dios en la hermosura y en la grandeza de la creación, cuando uno se reconoce instrumento para que ésta sea reflejo del amor misericordioso de quien la formó.


Sabiduría 13,10-19Ídolos de madera. La crítica a la idolatría iniciada anteriormente, se hace ahora con más fuerza al dirigirse contra las creaciones humanas. Este apartado puede dividirse de esta forma: 1. Introducción (10): más miserables que los adoradores de la naturaleza son los que ponen su esperanza en los ídolos sin vida. 2. Desarrollo (13,11-14,6): se recoge un tema tradicional en la literatura bíblica -y también en la filosofía griega-, la sátira contra el culto a las imágenes (Isa_40:19s; Isa_44:9-20; Isa_46:1-7; Jer_10:2-15; Carta de Jeremías; Sal_115:4-8; Sal_135:15-18). En 13,10-19 se enumeran distintos tipos de culto a las imágenes y en 14,7-11 se describe el caso del culto del navegante, con lo que se recuerda el episodio del arca de Noé (Gén_6:1-5). 3. Conclusión (Gén_14:7-11): se añade que los ídolos serán sometidos a juicio porque inducen a los hombres al mal.
No está exenta de actualidad esta crítica que se hace a los ídolos hechos de manos humanas. Casos se pueden constatar en contextos tanto religiosos como profanos. El creyente de hoy día no ha de olvidar que la imagen más real de Dios se encuentra en los hermanos y hermanas más necesitados que le rodean.