I Reyes 16 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 34 versitos |
1 El Señor dirigió la palabra a Jehú, hijo de Jananí, contra Basá:
2 – Yo te saqué del polvo y te hice jefe de mi pueblo Israel; pero tú has imitado a Jeroboán, has hecho pecar a mi pueblo, Israel, irritándome con sus pecados,
3 por eso voy a barrer a Basá y su casa y a dejarla como la de Jeroboán, hijo de Nabat.
4 A los de Basá que mueran en poblado los devorarán los perros y al que muera en descampado lo devorarán las aves del cielo.
5 Para más datos sobre Basá y sus hazañas militares, véanse los Anales del Reino de Israel.
6 Basá murió, y lo enterraron en Tirsá. Su hijo Elá le sucedió en el trono.
7 Por medio del profeta Jehú, hijo de Jananí, el Señor dirigió la palabra a Basá y su casa, por haber imitado a la casa de Jeroboán, haciendo lo que el Señor reprueba, irritándolo con sus obras, y también porque exterminó a la casa de Jeroboán.
8

Elá de Israel (885-884)

Elá, hijo de Basá, subió al trono de Israel, en Tirsá, el año veintisiete del reinado de Asá de Judá. Reinó dos años.
9 Su oficial Zimrí, jefe de media división de carros, conspiró contra él mientras se emborrachaba en Tirsá, en casa de Arsá, mayordomo de palacio.
10 Entró Zimrí, lo asesinó el año veintisiete del reinado de Asá de Judá y lo suplantó en el trono.
11 En cuanto subió al trono y se proclamó rey, mató a toda la familia de Basá; acabó con todo varón, pariente o amigo. Zimrí
12 exterminó a toda la familia de Basá, como el Señor había profetizado contra Basá por medio del profeta Jehú,
13 a causa de los pecados de Basá y los de su hijo Elá; los que cometieron ellos y los que hicieron cometer a Israel, irritando al Señor, Dios de Israel, con sus ídolos.
14 Para más datos sobre Elá y sus empresas, véanse los Anales del Reino de Israel.
15

Zimrí de Israel (884)

Zimrí ocupó el trono en Tirsá siete días, el año veintisiete del reinado de Asá de Judá. La tropa acampaba junto a Gabatón, que pertenecía a los filisteos,
16 y cuando los acampados oyeron que Zimrí había conspirado y matado al rey, aquel mismo día proclamaron rey de Israel al general Omrí.
17 Omrí, con todo el ejército israelita, marchó de Gabatón para sitiar a Tirsá.
18 Cuando Zimrí vio que la ciudad estaba para caer, se encerró en la torre de palacio, prendió fuego al palacio, y así murió.
19 Fue por los pecados que cometió haciendo lo que el Señor reprueba, imitando a Jeroboán y persistiendo en el pecado que éste había cometido al hacer pecar a Israel.
20 Para más datos sobre Zimrí y la conspiración que tramó, véanse los Anales del Reino de Israel.
21

Omrí de Israel (884-874)

Entonces los israelitas se dividieron: la mitad siguió a Tibní, hijo de Guinat, queriendo proclamarlo rey, y la otra mitad siguió a Omrí.
22 Los partidarios de Omrí se impusieron a los de Tibní, hijo de Guinat. Tibní cayó muerto y Omrí subió al trono.
23 Omrí subió al trono de Israel el año treinta y uno del reinado de Asá de Judá. Reinó doce años, seis en Tirsá.
24 Le compró a Sémer el monte de Samaría por sesenta kilos de plata y edificó allí una ciudad, a la que llamó Samaría – por Sémer, el dueño del monte– .
25 Omrí hizo lo que el Señor reprueba; fue peor que todos sus predecesores.
26 Imitó a la letra a Jeroboán, hijo de Nabat, y los pecados que hizo cometer a Israel, irritando al Señor, Dios de Israel, con sus ídolos.
27 Para más datos sobre Omrí y sus hazañas militares, véanse los Anales del Reino de Israel.
28 Omrí murió y lo enterraron en Samaría. Su hijo Ajab le sucedió en el trono.
29

Ajab de Israel (874-853)

Ajab, hijo de Omrí, subió al trono de Israel el año treinta y ocho del reinado de Asá de Judá.
30 Reinó sobre Israel, en Samaría, veintidós años.
Hizo lo que el Señor reprueba, más que todos sus predecesores.
31 Lo de menos fue que imitara los pecados de Jeroboán, hijo de Nabat; se casó con Jezabel, hija de Etbaal, rey de los fenicios, y dio culto y adoró a Baal.
32 Erigió un altar a Baal en el templo que le construyó en Samaría;
33 colocó también un poste sagrado y siguió irritando al Señor, Dios de Israel, más que todos los reyes de Israel que le precedieron.
34 En su tiempo, Jiel, de Betel, reconstruyó Jericó: los cimientos le costaron la vida de Abirán, su primogénito, y las puertas, la de Segub, su benjamín, como lo había dicho el Señor por medio de Josué, hijo de Nun.

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Introducción a I Reyes

1 REYES

Tema. Por el tema, los dos libros de los Reyes continúan la historia de la monarquía y la conducen en movimiento paralelo de dos reinos a la catástrofe sucesiva de ambos. Se diría una historia trágica o la crónica de una decadencia. El paralelismo de los dos reinos determina la composición del libro y hace resaltar una divergencia importante. Conspiraciones las hay en ambos reinos: al norte una conspiración produce cambio de dinastía; al sur produce cambio de monarca de la misma dinastía. Ataques externos los sufren ambos reinos: al norte favorecen los cambios dinásticos, al sur incluso los monarcas impuestos pertenecen a la dinastía de David. ¿Por qué sucede así? Porque la dinastía davídica tiene una promesa del Señor, perdura por la fidelidad de su Dios.

Horizonte histórico.
El autor tiene como horizonte de su libro el pueblo de Israel, unido o dividido. Si cruza la frontera nacional es porque algún personaje extranjero se ha metido en el espacio o el tiempo de los israelitas. Le falta, sin embargo, la visión de conjunto, la capacidad de situar la historia nacional en el cuadro de la historia internacional. Quizás por falta de información, o por falta de interés, o por principio. Los profetas escritores de aquella época tuvieron un horizonte más amplio.
Al faltar dicho horizonte amplio, falta la motivación compleja de muchos hechos que el autor cuenta o recoge. Esto se puede suplir en bastantes casos con datos sacados de los libros proféticos.

El principio teológico. La historia del pueblo y de la monarquía se desarrolla bajo el signo de la alianza, que constituye a Israel como pueblo de Dios y le exige fidelidad exclusiva y cumplimiento de los mandatos; cumplimiento e incumplimiento se sancionan con bendiciones y maldiciones. Es un código de retribución basado en la relación personal del pueblo con su Dios.
La fidelidad exclusiva toma al principio la forma de veneración y culto exclusivos al Señor, eliminando todo politeísmo, idolatría o sincretismo; los lugares de culto están diseminados por el país, aunque existe un santuario central para la corte y las grandes ocasiones.
Muy pronto la fidelidad exclusiva se encuentra amenazada en los santuarios locales: dioses y cultos de fertilidad, introducción de dioses extranjeros, imágenes prohibidas; entonces surgió la idea de atacar el mal en su raíz, purificando constantemente los cultos locales, hasta extirparlos con una fuerte centralización del culto. En ese momento la fidelidad exclusiva al Señor toma la forma de culto en un solo templo.

Mensaje religioso. Se puede resumir en dos palabras: conversión y esperanza. El tema de la conversión del pueblo y el perdón de Dios está presente a lo largo de toda esta historia. La fidelidad del pueblo no es lo último, la fidelidad de Dios la abarca y la desborda. La destrucción no es lo último, la historia continúa. No solo la historia universal -que continúa cuando desaparece Siria- sino la historia de Israel como pueblo de Dios.
El autor no quiere contar la historia de un pueblo desaparecido, sino que habla a los hijos y a los nietos, llamados a continuar la historia dramática. No por méritos del pueblo, sino por la fidelidad de Dios, quedan más capítulos por vivir en la esperanza.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas