II Crónicas  18 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 34 versitos |
1 Cuando Josafat llegó al colmo de su riqueza y prestigio emparentó con Ajab.
2 Años más tarde bajó a Samaría a visitar a Ajab. Éste mató gran cantidad de ovejas y de toros para él y para su séquito; luego lo incitó a atacar a Ramot de Galaad.
3 Ajab, rey de Israel, dijo a Josafat, rey de Judá:
–¿Quieres venir conmigo contra Ramot de Galaad?
Josafat le respondió:
– Tú y yo, tu ejército y el mío, iremos juntos a la guerra.
4 Luego añadió:
– Consulta antes el oráculo del Señor.
5 El rey de Israel reunió a los profetas, cuatrocientos hombres, y les preguntó:
–¿Podemos atacar a Ramot de Galaad, o lo dejo?
Respondieron:
– Vete. Dios se la entrega al rey.
6 Entonces Josafat preguntó:
–¿No queda por ahí algún profeta del Señor para preguntarle?
7 El rey de Israel le respondió:
– Queda todavía uno, Miqueas, hijo de Yimlá, por cuyo medio podemos consultar al Señor; pero yo lo aborrezco, porque nunca me profetiza cosas buenas, sino siempre desgracias.
Josafat dijo:
–¡No hable así el rey!
8 El rey de Israel llamó a un funcionario y le dijo:
– Que venga en seguida Miqueas, hijo de Yimlá.
9 El rey de Israel y Josafat de Judá estaban sentados en sus tronos, con sus vestiduras reales, en la plaza, junto a la puerta de Samaría, mientras todos los profetas gesticulaban ante ellos.
10 Sedecías, hijo de Cananá, se hizo unos cuernos de hierro y decía:
– Así dice el Señor: Con éstos embestirás a los sirios hasta acabar con ellos.
11 Y todos los profetas coreaban:
–¡Ataca a Ramot de Galaad! Triunfarás, el Señor te la entrega.
12 Mientras tanto, el mensajero que había ido a llamar a Miqueas le dijo:
– Ten en cuenta que todos los profetas a una le están profetizando buena fortuna al rey. A ver si tu oráculo es como el de cualquiera de ellos y anuncias la victoria.
13 Miqueas replicó:
–¡Por la vida de Dios! ¡Diré lo que Dios me manda!
14 Cuando se presentó al rey, éste le preguntó:
– Miqueas, ¿podemos atacar a Ramot de Galaad, o lo dejo?
Miqueas le respondió:
– Vete, triunfarás. El Señor te la entrega.
15 El rey le dijo:
– Pero, ¿cuántas veces tendré que tomarte juramento de que me dices únicamente la verdad en nombre del Señor?
16 Entonces Miqueas dijo:
– Estoy viendo a Israel desparramado por los montes, como ovejas sin pastor. Y el Señor dice: No tienen amo. Vuelva cada cual a su casa y en paz.
17 El rey de Israel comentó con Josafat:
–¿No te lo dije? No me profetiza cosas buenas, sino desgracias.
18 Miqueas continuó:
– Por eso, escuchen la Palabra del Señor: Vi al Señor sentado en su trono. Todo el ejército celeste estaba de pie a derecha e izquierda,
19 y el Señor preguntó: ¿Quién podrá engañar a Ajab, rey de Israel, para que vaya y muera en Ramot de Galaad? Unos proponían una cosa, otros otra.
20 Hasta que se adelantó un espíritu y, puesto de pie ante el Señor, dijo: Yo lo engañaré. El Señor le preguntó: ¿Cómo?
21 Respondió: Iré y me transformaré en oráculo falso en la boca de todos los profetas. El Señor le dijo: Conseguirás engañarlo. Vete y hazlo.
22 Como ves, el Señor ha puesto oráculos falsos en la boca de esos profetas tuyos, porque el Señor ha decretado tu ruina.
23 Entonces Sedecías, hijo de Cananá, se acercó a Miqueas y le dio una bofetada, diciéndole:
–¿Por dónde se me ha escapado el Espíritu del Señor para hablarte a ti?
24 Miqueas respondió:
– Lo verás tú mismo el día en que vayas escondiéndote de habitación en habitación.
25 Entonces el rey de Israel ordenó:
– Apresen a Miqueas y llévenlo al gobernador Amón y al príncipe Joás.
26 Díganles: Por orden del rey, metan a éste en la cárcel y ténganlo a pan y agua hasta que yo vuelva victorioso.
27 Miqueas dijo:
– Si tú vuelves victorioso, el Señor no ha hablado por mi boca.
28 El rey de Israel y Josafat de Judá fueron contra Ramot de Galaad.
29 El rey de Israel dijo a Josafat:
– Voy a disfrazarme antes de entrar en combate. Tú vete con tu tropa.
Se disfrazó y marcharon al combate.
30 El rey sirio había ordenado a los comandantes de los carros que no atacasen a chico ni grande, sino sólo al rey de Israel.
31 Y cuando los comandantes de los carros vieron a Josafat, comentaron:
–¡Aquél es el rey de Israel!
Y se lanzaron contra él. Pero Josafat gritó, y el Señor vino en su ayuda, alejándolos de él.
32 Los comandantes vieron que aquél no era el rey de Israel, y lo dejaron.
33 Un soldado disparó el arco al azar e hirió al rey de Israel, atravesándole la coraza. El rey dijo al conductor de su carro:
– Da la vuelta y sácame del campo de batalla, porque estoy herido.
34 Pero aquel día arreció el combate, de manera que sostuvieron al rey de Israel de pie en su carro frente a los sirios hasta el atardecer. Murió a la puesta del sol.

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Introducción a II Crónicas 

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Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

II Crónicas  18,1-34Josafat de Judá. La narración del reinado de Josafat amplía y modifica el texto de 1Re_22:1-59 donde la figura del rey no es tan destacada. El Cronista desarrolla ampliamente la figura de Josafat en cuatro cuadros complementarios y opuestos que se van alternando: reforma religiosa y militar (17), batalla y victoria (18), reforma judicial (19), nueva victoria (20). Para realizar la reforma no se contenta con cortar abusos sino que emprende una campaña de instrucción catequética, por medio de predicadores y catequistas ambulantes (1Re_17:7-9). Las medidas militares están en continuidad con las tomadas por su padre, Asá. La reforma religiosa sirve de base a la reforma judicial. El eje de esta reforma judicial fue el cumplimiento de las disposiciones del Deuteronomio y los avisos de los profetas sobre los jueces (Deu_1:16s). En cuanto a las expediciones militares, la del capítulo 18 coincide con 1 Re 22, en cambio la del capítulo 20 es creación del autor. Su intención es didáctica: el Cronista está instruyendo a sus paisanos que confíen en el Señor, que no se mezclen en alianzas o en compromisos con otros pueblos, a ellos solo les toca contemplar cómo el Señor actúa en los sucesos y recibir el premio por su lealtad sin reservas; la fuerza no está en las armas sino en la protección de Dios, por eso 20,1-30 más que una batalla, parece un acto litúrgico: en la víspera el rey proclama un ayuno con asamblea litúrgica (20,3); en ella pronuncia una oración ante el pueblo y Dios responde con un oráculo, que los cantores corean con aclamaciones (20,4-19). A la mañana siguiente el rey pronuncia una arenga religiosa y organiza sus tropas como una procesión. Durante los cantos Dios desbarata al enemigo; los judíos suben a contemplar la derrota (20,20-29). La conclusión del reinado de Josafat (20,31-21,1) está tomada de 1Re_22:41-51 y en ella el fracaso de Josafat se atribuye a su alianza con el rey de Israel.