Oseas  9 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 17 versitos |
1

Cultos de fertilidad: ni pan ni vino

No te alegres, Israel,
no te regocijes como los paganos,
porque te has prostituido
abandonando a tu Dios.
Vendiste tu amor
en todos los campos de trigo;
2 pero el campo y la bodega
no los alimentarán,
el vino les fallará.
3 No habitarán en la tierra del Señor,
Efraín volverá a Egipto,
en Asiria comerán manjar impuro.
4 No harán libaciones de vino al Señor
ni le ofrecerán sus sacrificios;
serán para ellos pan de duelo,
se contaminarán quienes lo coman.
Su pan les quitará el hambre,
pero no entrará en la casa del Señor.
5 ¿Qué harán el día de la solemnidad,
el día de la fiesta del Señor?
6 Porque si escapan de la catástrofe,
Egipto los recogerá,
Menfis los enterrará;
las ortigas heredarán
su codiciada plata
y los cardos crecerán en sus tiendas.
7 Llega la hora de la cuenta,
llega la hora de la paga,
– que se entere Israel– ,
por tu gran culpa,
por tu gran subversión.
El profeta es un loco,
el hombre inspirado delira.
8 El vidente de Efraín profetiza
sin contar con su Dios;
es trampa de ladrón
en sus caminos,
subversión en la casa de Dios.
9 Se han corrompido profundamente,
como en los días de Gabá,
pero él tiene presente su culpa,
castigará su pecado.
10

Poemas breves
Uva en el desierto

Como uvas en el desierto
encontré a Israel,
como higos tempranos en la higuera
descubrí a sus padres.
Pero ellos fueron a Baal-Fegor,
se consagraron a la Ignominia
y se hicieron tan odiosos
como el objeto de su amor.
11 Como pájaro emigra
la gloria de Efraín:
no habrá parto
ni embarazo ni concepción;
12 aunque críen a sus hijos,
los dejaré sin descendencia,
porque, ¡ay de ellos!,
cuando de ellos me aparte.
13 Efraín...
Efraín entrega a sus hijos al verdugo.
14 Dales, Señor; ¿qué vas a darles?
Dales vientres estériles
y pechos secos.
15 Su maldad arranca de Guilgal:
allí lo aborrecía;
por la maldad de sus acciones
los eché de mi casa,
no volveré a quererlos,
todos sus jefes son rebeldes.
16 Herido está Efraín,
su raíz está seca, no da fruto;
aunque den a luz,
mataré al amor de sus entrañas.
17 Mi Dios los rechazará
por su desobediencia
y andarán errantes por las naciones.

Patrocinio

 
 

Introducción a Oseas 

OSEAS

Época. Según el título del libro, el profeta Oseas, hijo de Beerí ejerció su actividad en el reino del Norte, durante el reinado de Jeroboán II (782-753 a.C.). Jehú, jefe militar de una guarnición, se levantó a vengar violentamente los crímenes pasados y selló la venganza haciendo asesinar a Jezabel en el campo de Yezrael -con matanzas criminales vengó crímenes pasados-. Fundó una vigorosa dinastía que contó cinco reyes y duró cien años (841-753 a.C.); el penúltimo rey de esta dinastía fue Jeroboán II. Durante su reinado restableció las fronteras nacionales, desde el Paso de Jamat hasta el Mar Muerto, sometiendo de nuevo el reino transjordánico de Moab.
Con la paz vino la prosperidad, y con ella graves diferencias sociales, lujo, confianza en los bienes de la tierra, corrupción de costumbres. Pero también cultivo de las artes: con dependencia extranjera en las artes plásticas, con soberana maestría en la literatura. En este siglo comienza una edad de oro literaria -al menos una época clásica- que culminará con Isaías, y que cuenta con poetas tan importantes como Amós y Oseas, y magníficos narradores como los autores de tantas páginas incorporadas en el libro de los Reyes.
A la muerte de Jeroboán II comienza la rápida decadencia del reino del Norte. En treinta años se suceden cuatro dinastías por asesinato y usurpación. El reino dejó de existir en el 722 a.C. El título del libro, con su cronología parcial, da a entender que la actividad de Oseas continuó tras la muerte de Jeroboán II; de hecho en sus páginas se reflejan los cambios violentos de dinastías. No sabemos si el profeta llegó a contemplar la destrucción de su patria.

Temas de su profecía.
Oseas es sobre todo un profeta acusador. El pecado capital que denuncia es la infidelidad al Señor, presentada como fornicación, prostitución y adulterio. Esa infidelidad se muestra ante todo en el culto de los ídolos, con sus altares y sacrificios, las consultas a los adivinos, los cultos de fertilidad y la prostitución sagrada. Otra forma de infidelidad son las alianzas políticas, especialmente con Asiria y Egipto cuyo poderío militar y político ocupa el puesto de Dios. Sus consecuencias son la dependencia económica, tributos onerosos, y al final la represión y la deportación (7,8-12; 8,9s).
En sus profecías se puede resaltar la denuncia a la confianza del pueblo en sus fortificaciones militares y en sus riquezas (8,14; 11, 13s; 12,9); su ambición, con sus secuelas de usurpaciones, la inestabilidad política, y la debilidad del rey (7,3-7; 10,15; 13,10s). Finalmente, aunque con menos desarrollo que en otros profetas, denuncia las injusticias sociales (4,1s; 6,6.8s; 7,1; 10,12s).

Mensaje religioso. Domina en la predicación de Oseas la articulación pecado-castigo, muchas veces con la correspondencia inspirada en la ley del Talión: porque rechazan son rechazados, por olvidarse serán olvidados, una infidelidad engendra otra, los cultos de fertilidad producen esterilidad, la paloma atolondrada cae en la red, la novilla atrae el yugo, el arco falso provoca la espada certera. A veces se enuncia genéricamente (5,5; 7,2), y en forma de aforismo suena así: «Siembran vientos, cosechan tempestades».
Sin embargo, esta «ley del Talión» no es la última palabra del Señor; su amor es su última palabra, y porque sigue amando habrá salvación. Es más, el perdón está concedido antes de que el pueblo se convierta. Esta inagotable paciencia y fidelidad de Dios a su pueblo viene expresada en la imagen más importante del libro: el símbolo conyugal con que Oseas representa las relaciones de Dios con su pueblo.
Quizás el amor inquebrantable a su esposa infiel, le hizo al profeta penetrar en el misterio del amor de Dios a su pueblo. Dios es como un esposo, celoso pero paciente, siempre tendiendo la mano y esperando que su pueblo le corresponda con la fidelidad de una obediencia amorosa.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

Patrocinio

Notas

Oseas  9,1-9Cultos de fertilidad: ni pan ni vino. Pese al bienestar y la prosperidad económicos por los que pasa el reino del norte, motivo por el cual hay regocijo y celebraciones continuas (1), el profeta llama a mirar más allá. No se trata de un profeta necesariamente «aguafiestas», sino de la conciencia del pueblo. Nótese cómo de nuevo se menciona el regreso a Egipto y se pronostica el destierro a Asiria. Al parecer, Oseas es un hombre que conoce muy bien los movimientos de la política internacional y ha podido captar las aspiraciones y posibilidades que tiene Asiria, lo mismo que la suerte que correrán los más débiles. Ciertamente, Israel saldrá muy mal parado a la hora de la paga (7). Así es como terminará la fiesta y el regocijo de Israel.


Oseas  9,10-17(Cap. 9:10-14:10) Comienza aquí una serie de poemas breves que tienen como denominador común algún aspecto de la feliz historia inicial de Israel, en contraste con su situación actual. A cada momento se subraya la infidelidad y prostitución de Israel en contrapunto con la fidelidad del Señor.

9:10-17 Uva en el desierto. Para comenzar, se registra este movimiento del desierto -nomadismo- a la sedentarización, ilustrada ésta última con la mención de Baal-Fegor y Guilgal, lugares ligados a la época tribal y al inicio de la monarquía (cfr. 1Sa_11:14), punto de partida de todos los males de Israel y de Judá cuando eran una sola nación (1Sa_7:15-17 y 1Sa_8:1-22; 1Sa_11:14). Precisamente aquí comienza a secarse la savia de las raíces que daban vida a Israel (15-17).