Nahúm  2 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 13 versitos |
1 porque el Señor restablece
la gloria de Jacob, la gloria de Israel,
a quien habían asaltado salteadores,
destruyendo sus ramas.
2

Asalto y conquista de Nínive
Is 14,24-27

Que te asaltan los arietes
y se estrecha el cerco:
vigila las entradas,
prepárate para luchar
y redobla tus fuerzas.
3 El escudo de la tropa está rojo
y los soldados visten de púrpura,
reluce en los carros
el brillo del acero
cuando se forman para la batalla.
4 Los jinetes vertiginosos,
los carros enloquecidos
se lanzan por calles
y callejas revolviéndose
como antorchas o relámpagos.
5 Convoca a sus capitanes
que tropiezan unos con otros,
al correr hacia las murallas
y se asegura la defensa.
6 Se abren las compuertas de los ríos
y el palacio se derrumba;
7 hacen formar y salir a los cautivos,
conducen a las esclavas,
que se golpean el pecho
gimiendo como palomas.
8 Nínive es un estanque
cuyas aguas se escapan:
¡Deténganse, deténganse!,
pero nadie se vuelve.
9 Roben la plata, roben el oro,
la riqueza es inacabable,
qué abundancia de toda clase
de objetos preciosos.
10 ¡Destrucción, desolación,
devastación!
El valor se funde,
vacilan las rodillas,
se estremecen los cuerpos,
el rostro pierde el color.
11 ¿Dónde está la cueva de los leones,
el pastizal de los cachorros;
adonde iban sin asustarse
el león con la leona y sus crías?
12 El león que hacía presas
para sus cachorros
y despedazaba para sus leonas,
su cueva se llenaba de víctimas,
su guarida de despojos.
13 ¡Aquí estoy yo contra ti!
– oráculo del Señor de los ejércitos– .
Arderán humeando tus carros
y la espada devorará tus cachorros,
extirparé de la tierra tus presas
y no volverá a sonar
la voz de tus mensajeros.

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Introducción a Nahúm 

NAHÚN

El profeta y su época. De Nahún sabemos que nació en Elcas, pero no sabemos dónde está ubicado tal lugar. La época que refleja su libro es la de la caída del gran imperio opresor de naciones, «el león que hacía presas», Nínive, en el año 612 a.C., bajo el empuje de babilonios y medos. Es una fecha grande y terrible de la historia universal la que canta Nahún. Desaparece Asiria, retorna Babilonia y se anuncia una tercera potencia: Media. Describiendo con exaltada pasión la caída del imperio temido y odiado, Nahún canta también al Señor de la historia, que hace sonar su hora a los imperios.

Estilo. Nahún es un magnífico poeta en tono mayor. Ninguno como él ha sabido evocar líricamente el asalto y conquista de una gran ciudad, el pánico, la agitación, los lamentos; ninguno se ha atrevido a acumular esa serie alucinante de sustantivos y adjetivos. Su técnica es de trazos breves yuxtapuestos, su descripción es impresionista y patética; de cuando en cuando irrumpe encarándose con los personajes. Las imágenes del león y de la langosta están bien desarrolladas, con rasgos originales. Un alarde de vocabulario selecto hace rico y difícil su verso.

Mensaje religioso. Todo el mensaje del libro se centra en el hecho de la caída del imperio odiado. Es comprensible que el que habla en nombre de las víctimas de Nínive, una de las potencias más sanguinarias y despóticas de entonces, lo haga en términos apasionados donde resuenan el rencor y el odio.
Nahún, de todas formas, quiere hacer patente que el Señor de la historia no es indiferente a la opresión de los tiranos. Todo poderío político, basado en la violencia y la injusticia, tiene sus días contados.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Nahúm  2,1Fiesta en Jerusalén. La caída de Nínive es tan inminente que prácticamente se ven a los lejos los pregoneros de la gran noticia. Buena noticia y fiesta se confunden aquí para dar paso al sueño de la paz y la prosperidad, unido a la recuperación por parte de Israel de sus glorias pasadas (3).


Nahúm  2,2-14Asalto y conquista de Nínive. Después de anunciar la paz que se cierne sobre los pueblos, pero centrada en Judá (1s), el profeta describe, como si se tratara de una visión, el gran ajetreo bélico que precede a la caída de Nínive. Se confunden en una sola masa los atacantes y los defensores, los gritos, el tropel de caballos y carruajes. A todo el barullo se suman los gritos y los lamentos de las sacerdotisas de Istar, diosa asiria, expulsada de su ciudad. Los ejércitos asirios y con ello el poder asirio son descritos con la imagen del animal con el sumo poder entre las fieras: el león y la leona; su cueva está llena de los restos de sus presas (13). Pero la exaltación de este poder tiene como finalidad acentuar con mayor fuerza su caída (14). El Señor se ha hecho presente y ante su presencia no queda nada del esplendor y la prepotencia de Asiria; la espada y el fuego con que Asiria arrasaba a sus adversarios acabarán con ella ahora.
Sea que se trate de una predicción sobre la caída de Nínive, como piensan algunos; sea que se trate de una evocación de aquella caída, como piensan otros, el sentido del texto es llenar de ánimo el corazón de quienes pueden llegar a pensar y a creer que un imperio es inexpugnable. El profeta todavía no está en grado de explicar que este tipo de estructuras, aunque externamente poderosas y con capacidad para mantener dominado al mundo entero, lleva dentro de sí la dinamita de su propia destrucción. Eso es lo quiere decir cuando pone en boca de Dios la decisión de acabar con esta estructura opresora. Sin pretender justificar ni la violencia ni la guerra, el mensaje para hoy es una llamada a la resistencia; esto es, a resistir a la idea de que pueda haber potencias invencibles; resistir a la idea, tan bien montada, de que Dios se vale de potencias políticas que pretenden imponer al mundo una única verdad en lo político, en lo económico, en lo social y religioso; resistir a las ideologías que hacen del ser humano un objeto de consumo, un producto más del mercado; resistir a un tipo de religión que manipula a su antojo la imagen del Dios de la justicia revelado en cada evento liberador del Antiguo Testamento y revelado plenamente en Jesús. En fin, resistir a la tentación de creernos innecesarios en la ejecución del proyecto de Dios en el mundo. Se nos infundió de niños que Dios no necesita de nosotros. Pues sí, sí necesita de nosotros, no porque sea desvalido o limitado, sino porque Él mismo lo ha decidido así; su proyecto salvífico está en manos nuestras, y Él nos necesita para que mostremos a los prepotentes cuál es ese proyecto.