Oseas  2 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 23 versitos |
1 Llamen a su hermano Pueblo-mío
y a su hermana Compadecida.
2

El buen amor: pleito y reconciliación
Jr 2– 4; Ez 16

Acusen a su madre, acúsenla
que ella no es mi mujer
ni yo soy su marido,
para que se quite de la cara
sus prostituciones
y sus adulterios
de entre los pechos;
3 si no, la dejaré desnuda y en cueros,
como el día que nació;
la convertiré en desierto,
la transformaré en tierra árida,
la mataré de sed;
4 y de sus hijos no me compadeceré,
porque son hijos bastardos.
5 Sí, su madre se ha prostituido,
se ha deshonrado la que los engendró.
Ella decía: Me voy con mis amantes,
que me dan mi pan y mi agua,
mi lana y mi lino,
mi vino y mi aceite.
6 Por eso, voy a llenar
su camino con espinos
y le voy a poner delante un muro
para que no encuentre sus senderos.
7 Perseguirá a sus amantes
y no los alcanzará,
los buscará y no los encontrará,
y dirá: Voy a volver
con mi primer marido,
porque entonces
me iba mejor que ahora.
8 Ella no comprendía
que era yo quien le daba
el trigo y el vino y el aceite,
y oro y plata en abundancia.
9 Por eso le quitaré otra vez
mi trigo en su tiempo
y mi vino en su estación;
recobraré mi lana y mi lino,
con que cubría su desnudez.
10 Descubriré su deshonra
ante sus amantes,
y nadie la librará de mi mano;
11 pondré fin a sus alegrías, sus fiestas,
sus novilunios, sus sábados
y todas sus solemnidades.
12 Arrasaré su vid y su higuera,
de los que decía: son mi paga,
me las dieron mis amantes.
Los reduciré a matorrales
y los devorarán las bestias del campo.
13 Le tomaré cuentas de cuando ofrecía
incienso a los baales
y se adornaba
con su anillo y su collar
para ir con sus amantes,
olvidándose de mí
– oráculo del Señor– .
14 Por tanto, mira, voy a seducirla,
la llevaré al desierto
y le hablaré al corazón.
15 Allí le daré sus viñas,
y el Valle de Acor
será Paso de la Esperanza.
Allí me responderá
como en su juventud,
como cuando salió de Egipto.
16 Aquel día – oráculo del Señor–
me llamarás Esposo mío,
ya no me llamarás ídolo mío.
17 Le apartaré de la boca
los nombres de los baales
y sus nombres no serán invocados.
18 Aquel día haré en su favor
una alianza
con los animales salvajes,
con las aves del cielo
y los reptiles de la tierra.
Arco y espada y armas
romperé en el país,
y los haré dormir tranquilos.
19 Me casaré contigo para siempre,
me casaré contigo
en justicia y en derecho,
en afecto y en cariño.
20 Me casaré contigo en fidelidad,
y conocerás al Señor.
21 Aquel día responderé
– oráculo del Señor– ,
responderé al cielo,
éste responderá a la tierra,
22 la tierra responderá al trigo
y al vino y al aceite
y éstos responderán a Yezrael.
23 Y me la sembraré en el país,
me compadeceré
de No-compadecida
y diré a No-pueblo-mío:
Eres mi pueblo,
y él responderá: Dios mío.

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Introducción a Oseas 

OSEAS

Época. Según el título del libro, el profeta Oseas, hijo de Beerí ejerció su actividad en el reino del Norte, durante el reinado de Jeroboán II (782-753 a.C.). Jehú, jefe militar de una guarnición, se levantó a vengar violentamente los crímenes pasados y selló la venganza haciendo asesinar a Jezabel en el campo de Yezrael -con matanzas criminales vengó crímenes pasados-. Fundó una vigorosa dinastía que contó cinco reyes y duró cien años (841-753 a.C.); el penúltimo rey de esta dinastía fue Jeroboán II. Durante su reinado restableció las fronteras nacionales, desde el Paso de Jamat hasta el Mar Muerto, sometiendo de nuevo el reino transjordánico de Moab.
Con la paz vino la prosperidad, y con ella graves diferencias sociales, lujo, confianza en los bienes de la tierra, corrupción de costumbres. Pero también cultivo de las artes: con dependencia extranjera en las artes plásticas, con soberana maestría en la literatura. En este siglo comienza una edad de oro literaria -al menos una época clásica- que culminará con Isaías, y que cuenta con poetas tan importantes como Amós y Oseas, y magníficos narradores como los autores de tantas páginas incorporadas en el libro de los Reyes.
A la muerte de Jeroboán II comienza la rápida decadencia del reino del Norte. En treinta años se suceden cuatro dinastías por asesinato y usurpación. El reino dejó de existir en el 722 a.C. El título del libro, con su cronología parcial, da a entender que la actividad de Oseas continuó tras la muerte de Jeroboán II; de hecho en sus páginas se reflejan los cambios violentos de dinastías. No sabemos si el profeta llegó a contemplar la destrucción de su patria.

Temas de su profecía.
Oseas es sobre todo un profeta acusador. El pecado capital que denuncia es la infidelidad al Señor, presentada como fornicación, prostitución y adulterio. Esa infidelidad se muestra ante todo en el culto de los ídolos, con sus altares y sacrificios, las consultas a los adivinos, los cultos de fertilidad y la prostitución sagrada. Otra forma de infidelidad son las alianzas políticas, especialmente con Asiria y Egipto cuyo poderío militar y político ocupa el puesto de Dios. Sus consecuencias son la dependencia económica, tributos onerosos, y al final la represión y la deportación (7,8-12; 8,9s).
En sus profecías se puede resaltar la denuncia a la confianza del pueblo en sus fortificaciones militares y en sus riquezas (8,14; 11, 13s; 12,9); su ambición, con sus secuelas de usurpaciones, la inestabilidad política, y la debilidad del rey (7,3-7; 10,15; 13,10s). Finalmente, aunque con menos desarrollo que en otros profetas, denuncia las injusticias sociales (4,1s; 6,6.8s; 7,1; 10,12s).

Mensaje religioso. Domina en la predicación de Oseas la articulación pecado-castigo, muchas veces con la correspondencia inspirada en la ley del Talión: porque rechazan son rechazados, por olvidarse serán olvidados, una infidelidad engendra otra, los cultos de fertilidad producen esterilidad, la paloma atolondrada cae en la red, la novilla atrae el yugo, el arco falso provoca la espada certera. A veces se enuncia genéricamente (5,5; 7,2), y en forma de aforismo suena así: «Siembran vientos, cosechan tempestades».
Sin embargo, esta «ley del Talión» no es la última palabra del Señor; su amor es su última palabra, y porque sigue amando habrá salvación. Es más, el perdón está concedido antes de que el pueblo se convierta. Esta inagotable paciencia y fidelidad de Dios a su pueblo viene expresada en la imagen más importante del libro: el símbolo conyugal con que Oseas representa las relaciones de Dios con su pueblo.
Quizás el amor inquebrantable a su esposa infiel, le hizo al profeta penetrar en el misterio del amor de Dios a su pueblo. Dios es como un esposo, celoso pero paciente, siempre tendiendo la mano y esperando que su pueblo le corresponda con la fidelidad de una obediencia amorosa.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Oseas  2,1-3Salvación. Los nombres simbólicos de Yezreel, No-compadecida, y No-pueblo-mío son un llamado en vivo para que Israel caiga en la cuenta de su situación y vuelva al Señor. Sólo cuando se convierta, el pueblo gozará de los dones de su Dios; es decir, de los dones que estos nombres vueltos en positivo pueden atraer para el pueblo: será numeroso, el Señor se «compadecerá» de él porque es «su-pueblo» (cfr. 2,24s).


Oseas  2,4-25El buen amor: pleito y reconciliación. La siguiente «fotografía» del álbum familiar de Oseas no es agradable de mostrar, pero ahí está. Los versículos 4-15 describen: 1. El comportamiento infiel de Gomer, sus ambiciones, su indiferencia por su esposo y sus hijos; en fin, la vida que lleva a sus anchas con otros amantes. 2. El profundo dolor del esposo engañado que invita a sus hijos para que acusen a su propia madre y se unan a las acciones de castigo que le infligirá.
Sin embargo, puede más el amor del Oseas enamorado. No va a tener en cuenta sus desmanes e infidelidades y probará a seducirla de nuevo (16-25), la llevará al desierto y allí le hablará al corazón. Aquí se alternan pues los sentimientos del hombre Oseas respecto a su mujer con sus convicciones religiosas y su análisis sobre lo que Dios hará con su pueblo. Sólo cuando el pueblo vuelva al desierto, cuando se encuentre con las manos vacías y traicionado por aquellos en quienes ponía su confianza, se dará cuenta de que allí estará su Dios esperándolo para acogerlo de nuevo y hablarle una vez más al corazón.