Genesis 9 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 29 versitos |
1

Alianza de Dios con Noé

Dios bendijo a Noé y a sus hijos diciéndoles:
– Sean fecundos,
multiplíquense y llenen la tierra.
2 Ante ustedes
todos los animales de la tierra
sentirán temor y respeto:
aves del cielo, reptiles del suelo,
peces del mar, están en sus manos.
3 Todo lo que vive y se mueve
les servirá de alimento:
yo se los entrego
lo mismo que los vegetales.
4 Pero no coman carne con sangre,
que es su vida.
5 Yo pediré cuentas de la sangre
y la vida de cada uno de ustedes,
se las pediré a cualquier animal;
y al hombre le pediré cuentas
de la vida de su hermano.
6 Si uno derrama
la sangre de un hombre,
otro hombre derramará su sangre;
porque Dios
hizo al hombre a su imagen.
7 Ustedes, sean fecundos
y multiplíquense,
llenen la tierra y domínenla.
8 Dios dijo a Noé y a sus hijos:
9 – Yo hago una alianza con ustedes y con sus descendientes,
10 con todos los animales que los acompañaron: aves, ganado y fieras; con todos los que salieron del arca y ahora viven en la tierra.
11 Hago alianza con ustedes: El diluvio no volverá a destruir la vida ni habrá otro diluvio que destruya la tierra.
12 Y Dios añadió:
–Ésta es la señal de la alianza que hago con ustedes y con todos los seres vivientes que viven con ustedes, para todas las edades:
13 Pondré mi arco en el cielo, como señal de alianza con la tierra.
14 Cuando yo envíe nubes sobre la tierra, aparecerá en las nubes el arco,
15 y recordaré mi alianza con ustedes y con todos los animales, y el diluvio no volverá a destruir los vivientes.
16 Saldrá el arco en las nubes, y al verlo recordaré mi alianza perpetua: Alianza de Dios con todos los seres vivos, con todo lo que vive en la tierra.
17 Dios dijo a Noé:
–Ésta es la señal de la alianza que hago con todo lo que vive en la tierra.
Los hijos de Noé
18 Los hijos de Noé que salieron del arca eran Sem, Cam y Jafet – Cam es antepasado de Canaán– .
19 Éstos son los tres hijos de Noé que se propagaron por toda la tierra.
20 Noé, que era labrador, fue el primero que plantó una viña.
21 Bebió el vino, se emborrachó y se desnudó en medio de su tienda de campaña.
22 Cam – antecesor de Canaán– vio la desnudez de su padre y salió a contárselo a sus hermanos.
23 Sem y Jafet tomaron una capa, se la echaron sobre los hombros de ambos y caminando de espaldas cubrieron la desnudez de su padre. Vueltos de espaldas, no vieron la desnudez de su padre.
24 Cuando se le pasó la borrachera a Noé y se enteró de lo que le había hecho su hijo menor,
25 dijo:
–¡Maldito Canaán! Sea siervo de los siervos de sus hermanos.
26 Y añadió:
–¡Bendito sea el Señor Dios de Sem! Canaán será su siervo.
27 Agrande Dios a Jafet, habite en las tiendas de Sem. Canaán será su siervo.
28 Noé vivió después del diluvio trescientos cincuenta años,
29 y a la edad de novecientos cincuenta murió.

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Introducción a Genesis

PENTATEUCO

La tradición judía y los Evangelios lo llaman Torá, o sea, Ley, Instrucción. También se llama «libro de Moisés», o «Pentateuco» en alusión a los cinco rollos o estuches donde se guardaba el texto escrito en papiro o pergamino. Por su contenido, es una historia ambiciosa que comienza con la creación del mundo y termina con la muerte de Moisés, cuya narración se ve interrumpida al acoger diversos cuerpos legales con un genérico propósito fundacional.
El Pentateuco es palabra narrativa que funda historia y con ello conciencia de pueblo, funda un patrimonio común y compartido. Es ley que crea una comunidad humana distinta y organizada. La historia es ley en cuanto sustenta y dirige la vida de un pueblo; la ley configura la historia y pertenece a ella, no es la versión mítica de un orden cósmico que está fuera del tiempo.

División del Pentateuco. La división en cinco rollos es funcional, se guía por el tema y por el tamaño; útil un tiempo para el manejo, más adelante para la cita, sin embargo, hay otras divisiones que penetran más en la naturaleza del libro, como:
1.La división en unidades, que iremos dando en sucesivas introducciones y títulos.
2.Los cuatro cuerpos o fuentes literarias que la investigación del s. XIX designó con las siglas J (Yahvista), E (Elohísta), D (Deuteronomista), y P (Sacerdotal), pertenecientes a los s. X, IX, VII y V a.C. respectivamente. Según esta hipótesis, que hoy se mantiene como la más razonable y comúnmente aceptada, el Pentateuco actual es el resultado de la fusión de estas cuatro fuentes en un relato unificado.
El autor final compone unas veces yuxtaponiendo o insertando bloques, otras, conservando duplicaciones narrativas, y finalmente, trenzando dos o más relatos en una línea continuada. Separar hoy las piezas integrantes y asignarlas una determinada fuente es tarea relativamente fácil cuando se trata de bloques, no muy difícil cuando se encuentran duplicados, cada vez más arriesgada cuando se quieren destrenzar párrafos, frases, y palabras.
3.Más adelante, la investigación descubrió que las supuestas fuentes no eran documentos originales, sino a su vez colecciones de textos previos. Las fuentes resultaban representar escuelas teológicas y literarias, ser compilaciones de textos oficiales o confluencia de tradiciones orales. La investigación se desplazó a trazar la pista evolutiva de las tradiciones precedentes o subsistentes después de la primera fijación escrita.

Género literario y autor. En cuanto al genero literario, encontramos en estos libros gran variedad: 1. Géneros narrativos como la leyenda o saga, el relato idílico, patético, humorístico, heroico, épico. 2. Leyes, códigos y listas. 3. Bendiciones, plegarias, emblemas, odas. 4. Textos cúlticos de celebración, de catequesis, de predicación.
Tal variedad de géneros produce su correspondiente variedad de estilos que puede desconcertar al lector, el cual encuentra junto a páginas maestras de narración, listas de nombres, minuciosas descripciones de instrumental litúrgico, normas extrañas, exhortaciones reiterativas. El resultado es una obra fascinadora, amena, entretenida, aburrida, pesada... Un inmenso paisaje con cumbres narrativas y barrancos polvorientos, con sendas llanas y veredas escabrosas.
Más que una obra, el Pentateuco parece una colección de piezas heterogéneas: registros de archivo, códigos legales o litúrgicos, documentos jurídicos, poemas, relatos. Con todo, la narración es el elemento importante: desde la vocación de Abrahán hasta la muerte de Moisés, fluye un relato serpenteante, accidentado y bien orientado, produciendo páginas que pertenecen a lo mejor de la literatura universal.
Es claro que el libro no tiene un autor en el sentido normal del término. Podemos pensar en Moisés como origen remoto de corrientes literarias: la corriente narrativa que cuenta los sucesos con entusiasmo religioso, la actividad legal, la corriente parenética o de exhortación. Mentalmente podemos pensar en un coro jerárquico de verdaderos autores anónimos, que a lo largo de siglos han contribuido a esta magna obra.

Mensaje religioso. El Pentateuco es uno de los libros fundamentales de nuestra fe y de la fe del pueblo judío. La convicción de que Dios es el protagonista de la historia afecta profundamente a toda la obra. Dios es quien la pone en movimiento y la dirige con su acción y más aún con su palabra; es también protagonista de la Ley, como legislador, garante y sancionador último. Pero Dios es un protagonista que actúa suscitando verdaderos protagonistas humanos: sean individuos de notable personalidad, sea el pueblo escogido como agente de una historia vivida y narrada.
Toda la obra del Pentateuco, desde la creación hasta las promesas y las alianzas, pone ya el fundamento de lo que será toda la Biblia: la revelación del amor de Dios por el ser humano. Por amor lo creó a su imagen y semejanza; por amor lo llamó a mantener una relación personal con Él, y por amor se comprometió en la historia humana, haciendo de ésta una historia de salvación: «Si el Señor se enamoró de ustedes y los eligió... fue por puro amor» ( Deu_7:7 s).


GENESIS

La tradición judía designa este primer libro de la Biblia con el nombre de «Bereshit», palabra con la cual comienza en su original hebreo. La posterior traducción a la lengua griega (s. III a.C.) lo denominó con la palabra «Génesis», y así pasó también a la lengua latina y a nuestra lengua castellana. La palabra «Génesis» significa «origen o principio».
De algún modo, corresponde al contenido del libro, ya que sus temas principales pretenden mostrarnos en un primer momento, el origen del mundo, por creación; el origen del mal, por el pecado; y el origen de la cultura, de la dispersión de los pueblos, y de la pluralidad de las lenguas. En un segundo momento, el origen de la salvación por la elección de un hombre, que será padre de un pueblo; después, la era patriarcal, como prehistoria del pueblo elegido: Abrahán, Isaac, Jacob, y también José.
Al comenzar la obra con la creación del mundo, el autor responsable de la composición actual hace subir audazmente la historia de salvación hasta el momento primordial, el principio de todo, en un intento de dar respuesta a los grandes enigmas que acosan al ser humano: el cosmos, la vida y la muerte, el bien y el mal, el individuo y la sociedad, la familia, la cultura y la religión. Tales problemas reciben una respuesta no teórica o doctrinal, sino histórica, de acontecimientos. Y de esta historia la humanidad es la responsable. Pero tal historia está soberanamente dirigida por Dios, para la salvación de toda la humanidad.

División del libro. El libro se puede dividir cómodamente en tres bloques: orígenes (1-11), ciclo patriarcal (12-36), y ciclo de José (37-50). A través de estos bloques narrativos el autor va tejiendo una historia que es al mismo tiempo su respuesta religiosa a los enigmas planteados.
El bien y el mal. Dios lo crea todo bueno (1); por la serpiente y la primera pareja humana entra el mal en el mundo (2s); el mal desarrolla su fuerza y crece hasta anegar la tierra; apenas se salva una familia (4-11). Comienza una etapa en que el bien va superando al mal, hasta que al final (50), incluso a través del mal, Dios realiza el bien. Ese bien es fundamentalmente vida y amistad con Dios.
Fraternidad. El mal en la familia humana se inaugura con un fratricidio (4) que rompe la fraternidad primordial; viene una separación de hermanos (13; 21), después una tensión que se resuelve en reconciliación (27-33); falla un intento de fratricidio (37) y lentamente se recompone la fraternidad de los doce hermanos (42-50).
Salvación. El pecado atrae calamidades, y Dios suministra medios para que se salven algunos: del diluvio, Noé en el arca (6-9); del hambre, Abrahán en Egipto (12); del incendio, Lot (19); del odio y la persecución, Jacob en Siria (28-31); de la muerte, José en Egipto (37); del hambre, sus hermanos en Egipto (41-47). Esta gravitación de los semitas hacia Egipto tiene carácter provisional hasta que se invierta la dirección del movimiento.
Muchas narraciones y personajes del Génesis han adquirido en la tradición cristiana un valor de tipos o símbolos más allá de la intención inmediata de los primeros narradores.

Historia y arqueología. La historia profana no nos suministra un cuadro donde situar los relatos del Génesis. Las eras geológicas no encajan en la semana laboral y estilizada de Gn 1. El capítulo 4 expone unos orígenes de la cultura donde surgen simultáneamente agricultores y pastores, donde la Edad del Bronce y la del Hierro se superponen, dejando entrever o sospechar una era sin metales.
Los Patriarcas tienen geografía, pero no historia (y el intento de Gn 14 no mejora la información). José está bien ambientado en Egipto, sin distinguirse por rasgos de época o dinastía.
La arqueología ha podido reunir unos cuantos datos, documentos, monumentos, pinturas, en cuyo cuadro genérico encajan bien los Patriarcas bíblicos; ese cuadro se extiende varios siglos (XIX-XVI a.C.). Hay que citar, sobre todo, los archivos de Mari (s. XVIII a.C.), los de Babilonia, testimonios de una floreciente cultura religiosa, literaria y legal, heredada en gran parte de los sumerios. Este material nos ofrece un magnífico marco cultural para leer el Génesis, aunque no ofrece un marco cronológico.
Cuando se piensa que los semitas han sucedido a los sumerios, que los amorreos (occidentales) dominan en Babilonia y desde allí en Asiria, que la cultura babilónica se transmite por medio de los hurritas al imperio indoeuropeo de los hititas, se comprende mejor lo que es la concentración narrativa del Génesis.

Mensaje religioso. Dios intervine en esta historia profundamente humana como verdadero protagonista. En muchos rasgos actúa a imagen del ser humano, pero su soberanía aparece sobre todo porque su medio ordinario de acción es la palabra. La misma palabra que dirige la vida de los Patriarcas, crea el universo con su poder.
La aparición de Dios es misteriosa e imprevisible. Es la Palabra de Dios la que establece el contacto decisivo entre el ser humano y su Dios. Como la Palabra de Dios llama e interpela a la persona libre, el hombre y la mujer quedan engranados como verdaderos autores en la historia de la salvación.
La Palabra de Dios es mandato, anuncio, promesa. El ser humano debe obedecer, creer, esperar: esta triple respuesta es el dinamismo de esta historia, tensa hacia el futuro, comprometida con la tierra y comprometida con Dios, intensamente humana y soberanamente divina.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Genesis 9,1-17Alianza de Dios con Noé. Como al inicio de la creación (1,1-2,4a), Dios bendice la obra creada y, de un modo muy especial, a todos los seres vivientes (1-3), y confía a Noé y a su familia -como a la primera pareja- el cuidado y la administración del resto de la creación. Pero hay un énfasis especial en la responsabilidad con el hermano. De una vez sienta el Señor su posición respecto a la violación del derecho a la vida de cada ser viviente, pero especialmente del hermano (5s).
Los versículos 8-17 nos presentan la alianza de Dios con Noé. Pese a que esta narración aparece en el texto antes de que se hable de Abrahán y de la alianza con él y su descendencia (15,1-21) y mucho antes de que se hable de la alianza en el Sinaí (Éx 19-24), en realidad se trata de un texto de alianza muchísimo más reciente que los dos anteriores textos citados. Se trata de la alianza «noáquica», cuyo signo es el arco iris. La escuela sacerdotal (P), preocupada por rescatar la identidad de Israel y su exclusividad en el mundo, no puede negar que la paternal preocupación de Dios se extiende a toda la humanidad.
Hay una explicación para que se incluyera este texto. Después del exilio ya está prácticamente consolidada en Israel la creencia monoteísta (cfr. Isa_44:5-8) y la consiguiente paternidad universal de Dios (Isa_56:3-8); pero, por otro lado, la conciencia multisecular de los israelitas de ser el pueblo elegido se resiste a aceptar que el resto de los humanos sin excepción esté en el mismo plano de igualdad. Al cobijar a la humanidad entera bajo la alianza con Noé se afirma la paternidad general de Dios sobre todos los seres vivos. El signo, también universal, es el arco iris, pero Israel está mucho más cerca de Dios, ocupa un lugar destacado en su relación con Él por la alianza hecha con Abrahán, cuyo signo es mucho más íntimo, una impronta que se lleva en la carne: la circuncisión (17,10s).
Esta diferencia entre Israel y el resto de la humanidad va a quedar derogada en Jesús. En Él quedan abolidas todas las formas de división y separación entre pueblos y creyentes. En adelante, lo único que establece diferencias entre los fieles es el amor y la práctica de la justicia, la escucha de la Palabra de Dios y su puesta en práctica (cfr. Luc_11:28). Esta supresión queda perfectamente ilustrada con el pasaje de la ruptura del velo del templo que nos narran Marcos y Mateo tras la muerte del Señor (Mat_27:51; Mar_15:38). El mismo Pablo anuncia con vehemencia el fin de toda división y distinción (cfr. Rom_10:12; Gál_3:28; Col_3:11).


Genesis 9,18-29Los hijos de Noé. Este pasaje anticipa la narración de la descendencia de Noé del siguiente capítulo, e intenta explicar las relaciones internacionales de Israel a lo largo de su historia. Se trata de un relato etiológico, cuyo fin es explicar las causas de una realidad o de un fenómeno que se está viviendo en el presente y cuyo origen «histórico» es desconocido. La explicación se pone siempre bajo la autoridad de Dios para que aparezca como algo que procede de la misma voluntad divina. Sin embargo, una interpretación en clave de justicia nos revela de inmediato que, en la mente recta de Dios, no cabe la separación entre los pueblos y mucho menos el sometimiento de unos por otros. También es necesario iluminar este pasaje, como el de la alianza con Noé (9,8-17), con las palabras y la praxis de Jesús. Dicho de otro modo, hay que leerlo a la luz de la nueva alianza establecida por Jesús.