Isaías 49 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 26 versitos |
1 --
2 Hizo de mi boca una espada afilada,
me escondió en la sombra de su mano;
me hizo flecha puntiaguda,
me guardó en su aljaba
3 y me dijo:
Tú eres mi siervo – Israel– ,
de quien estoy orgulloso.
4 Mientras yo pensaba:
En vano me he cansado,
en viento y en nada
he gastado mis fuerzas;
en realidad mi derecho
lo defendía el Señor,
mi salario lo tenía mi Dios.
5 Y ahora habla el Señor,
que ya en el vientre
me formó siervo suyo,
para que le trajese a Jacob,
para que le reuniese a Israel
– tanto me honró el Señor,
y mi Dios fue mi fuerza– :
6 Es poco que seas mi siervo
y restablezcas las tribus de Jacob
y conviertas
a los supervivientes de Israel;
te hago luz de las naciones,
para que mi salvación alcance
hasta el confín de la tierra.
7 Así dice el Señor,
redentor y Santo de Israel,
al despreciado,
al aborrecido de las naciones,
al esclavo de los tiranos:
Te verán los reyes, y se pondrán de pie;
los príncipes, y se postrarán;
porque el Señor es fiel,
porque el Santo de Israel
te ha elegido.
8 Así dice el Señor:
En tiempo de gracia te he respondido,
en el día de la salvación
te he auxiliado;
te he defendido
y constituido alianza del pueblo;
para restaurar el país,
para repartir
las herencias devastadas,
9 para decir a los cautivos: Salgan;
a los que están en tinieblas:
Vengan a la luz;
aun por los caminos pastarán,
tendrán praderas en todas las dunas;
10 no pasarán hambre ni sed,
no les hará daño
el viento ardiente ni el sol;
porque los conduce
el que los compadece
y los guía a manantiales de agua.
11 Convertiré mis montes en caminos
y mis senderos se nivelarán.
12 Miren,
unos vienen de un país remoto;
miren, otros del norte y del occidente,
y aquellos del país de Siene.
13 Grita de alegría, cielo;
alégrate, tierra;
prorrumpan en aclamaciones,
montañas,
porque el Señor consuela a su pueblo
y se compadece
de los desamparados.
14

Consuelo de Sión
54; 66,7-14; Bar 4,30– 5,9

– Decía Sión:
Me ha abandonado el Señor,
mi dueño me ha olvidado.
15 –¿Puede una madre
olvidarse de su criatura,
dejar de querer
al hijo de sus entrañas?
Pero, aunque ella se olvide,
yo no te olvidaré.
16 Mira, en mis palmas te llevo tatuada,
tus muros están siempre ante mí;
17 los que te construyen
van más aprisa
que los que te destruían,
los que te arrasaban se alejan de ti.
18 Levanta los ojos
a tu alrededor y mira:
todos se reúnen para venir a ti;
por mi vida – oráculo del Señor– ,
a todos los llevarás
como vestido precioso,
serán tu cinturón de novia.
19 Porque tus ruinas,
tus escombros, tu país desolado,
resultarán estrechos
para tus habitantes,
mientras se alejarán
los que te devoraban.
20 Los hijos que dabas por perdidos
te dirán otra vez:
Mi lugar es estrecho,
hazme sitio para habitar.
21 – Pero tú te preguntarás:
¿Quién me engendró a éstos?
Yo, sin hijos y estéril,
¿quién los ha criado?
Me habían dejado sola,
¿de dónde vienen éstos?
22 – Esto dice el Señor:
Mira, con la mano
hago seña a las naciones,
alzo mi estandarte para los pueblos:
traerán a tus hijos en brazos,
a tus hijas las llevarán al hombro.
23 Sus reyes serán tus tutores;
sus princesas, tus niñeras;
rostro en tierra te rendirán homenaje,
lamerán el polvo de tus pies,
y sabrás que yo soy el Señor,
que no defraudo a los seres
que esperan en mí.
24 – Pero, ¿se le puede quitar
la presa a un soldado,
se le escapa su prisionero a un tirano?
25 – Esto responde el Señor:
Si a un soldado
le quitan su prisionero
y la presa se le escapa a un tirano,
yo mismo defenderé tu causa,
yo mismo salvaré a tus hijos.
26 Haré a tus opresores
comerse su propia carne,
se embriagarán de su sangre
como de vino;
y sabrá todo el mundo
que yo soy el Señor, tu salvador,
y que tu redentor
es el Fuerte de Jacob.

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Introducción a Isaías

PROFETAS

Libros proféticos. El apelativo de profeta se ha aplicado en la Biblia a los grandes amigos de Dios que han desarrollado un papel decisivo en la historia del pueblo de Israel, ya sea como líderes carismáticos (Abrahán, Moisés, etc.) o como autores inspirados que escribieron esa historia a la luz de la inspiración divina (de Josué a los libros de los Reyes). La Biblia hebrea los denominó con el término genérico de «profetas anteriores», para distinguirlos de los profetas propiamente dichos, los cuales, a su vez, fueron catalogados como «profetas mayores», Isaías, Jeremías y Ezequiel, y los 12 «profetas menores».
«Elección, vocación y misión» podrían resumir la experiencia excepcional de Dios que lanzaron a estos hombres a enfrentarse con el pueblo en momentos decisivos de su historia, para denunciar el pecado, llamar a la conversión, avivar la fe, abrir un horizonte trascendente de esperanza e interpretar los signos de los tiempos a la luz de la revelación divina.

ISAÍAS

La profecía de Isaías. Isaías es el primero de los grandes profetas, cuya personalidad e impacto de su mensaje hizo que bajo su nombre y autoridad se reuniera una colección de escritos proféticos posteriores a su muerte y a su época, formando una obra de conjunto que nos ha sido transmitida como la «profecía de Isaías».
Durante siglos todo el escrito se atribuyó a un solo autor, a Isaías -que en hebreo significa «El Señor salva»-. Hoy día la obra aparece claramente dividida en tres partes: los capítulos 1-39 serían del profeta Isaías propiamente dicho; los capítulos 40-55, de un profeta anónimo que ejerció su ministerio, dos siglos más tarde, entre los desterrados de Babilonia, durante el ascenso de Ciro (553-539 a.C.), y al que conocemos como Isaías II o Deuteroisaías; finalmente, los capítulos 56-66 formarían una colección de oráculos heterogéneos perteneciente a la época del retorno del destierro y de la reconstrucción del templo, a la que se le ha dado el título de Isaías III o Tritoisaías.
A pesar de las diferencias entre sí y del largo período histórico que abarcan las tres partes de la obra (tres siglos), el conjunto del escrito aparece como un todo unitario, portador de un mismo espíritu profético y de una misma visión trascendente de la historia.

Isaías el profeta.
De la persona de Isaías sólo sabemos lo que él mismo dice en su libro y lo que nos deja leer entre líneas: un hombre exquisitamente culto, de buena posición social, quien siguiendo quizás una tradición familiar ocupó un puesto importante en la corte real de Jerusalén. Hijo de un tal Amós, sintió la vocación profética en el año 742 a.C. «el año de la muerte del rey Ozías» (6,1).
Ya metido en su ministerio profético, se casó con una mujer designada como «profetisa» (8,3), de la que tuvo dos hijos, cuyos nombres simbólicos (7,3 y 8,3) se convierten en oráculo vivo sobre la suerte del pueblo. Toda su actividad profética se desarrolló en Jerusalén, durante los reinados de Ozías (Azarías), Yotán (739-734 a.C.), Acaz (734-727 a.C.) y Ezequías (727-698 a.C.).

Su época
. En el terreno de la política internacional, el libro de Isaías nos trasmite los ecos de un período de angustia que discurre bajo la sombra amenazadora del expansionismo del imperio asirio. El año 745 a.C. sube al trono Tiglat Piléser III, consumado y creativo militar. Con un ejército incontrastable va sometiendo naciones con la táctica del vasallaje forzado, los impuestos crecientes, la represión despiadada. Sus sucesores, Salmanazar V (727-722 a.C.) y Senaquerib (704-681 a.C.), siguen la misma política de conquistas. Cae pueblo tras pueblo, entre ellos Israel, el reino del norte, cuya capital, Samaría, es conquistada (722 a.C.), a lo que seguiría, poco después, una gran deportación de israelitas y la instalación de colonos extranjeros en el territorio ocupado.
Mientras tanto, el reino de Judá que ha mantenido un equilibrio inestable ante la amenaza Asiria, se suma, en coalición con otras naciones y contra los consejos de Isaías, a un intento de rebelión, y provoca la intervención armada del emperador que pone cerco a Jerusalén. La capital se libra de modo inesperado: el invasor levanta el cerco, pero impone un fuerte tributo ( 2Re_18:14 ).

Mensaje religioso. Como escritor, Isaías es el gran poeta clásico, dueño de singular maestría estilística; amante de la brevedad, la concisión y las frases lapidarias. En su predicación al pueblo sabe ser incisivo, con imágenes originales y escuetas, que sacuden con su inmediatez.
La visión de la santidad y del poder universal de Dios que ha tenido en su llamada profética dominará toda su predicación. Verá la injusticia contra el pobre y el oprimido como una ofensa contra «el Santo de Israel», su nombre favorito para designar a Dios. Desde esa santidad, tratará de avivar la vacilante fe del pueblo.
A la soberanía de Dios se opone el orgullo de las naciones poderosas, orgullo que será castigado pues el destino de todas las naciones está en sus manos. Es justamente este orgullo -antítesis de la fe, de labrarse su propio destino a través de alianzas con potencias vecinas- el pecado de Judá que más denunciará y fustigará el profeta. Pero a pesar de las infidelidades del pueblo y sus dirigentes, Isaías abrirá un horizonte mesiánico de esperanza: Dios se reservará un «resto» fiel de elegidos, hará que perdure la dinastía de David y convertirá a Jerusalén en el centro donde se cumplirán sus promesas.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Isaías 49,1-13Segundo cántico del siervo: La misión. Encontramos el segundo canto del «Siervo del Señor». Algunos comentaristas lo cortan en el versículo 6; otros incluyen los versículos 7-9. Vuelven a resonar algunas ideas del primer cántico (42,1-9), pero insiste en otras nuevas: los versículos 1-4 son la auto-presentación del siervo y su misión; los versículos 5s ratifican la misión de rescatar a Israel, pero considera que es poco y por eso le confía la tarea de ser luz de las naciones; así la misión del siervo se hace universal. No hay ninguna claridad sobre la identidad real de este personaje que sigue siendo anónimo y misterioso. El hecho es que no en todos los manuscritos aparece tal nombre, que pudo haber sido insertado aquí. Con todo, el siervo sería un colectivo, aunque reducido, encargado de llevar adelante el proyecto salvífico de Dios. Si se identifica al siervo con Israel, no encajan los versículos 5s que claramente designan a un individuo que tiene como tarea hacer volver a Jacob/Israel a Dios.
El versículo 4 es una especie de lamentación que hace notar el aspecto doloroso y fatigante de la misión. Humanamente duele el esfuerzo y la lucha que acarrean las tareas de la evangelización si se les compara con los frutos recogidos; pero, ¿acaso tenemos que ser al mismo tiempo sembradores y cosechadores? (cfr. Jua_4:37).


Isaías 49,14-26Consuelo de Sión. Imágenes familiares que manifiestan la ternura de Dios. Con toda validez se puede hablar del rostro materno de Dios; algunos hablan del Padre-Madre Dios. La imagen de la desposada del versículo 18 evoca la predicación de Oseas y Jeremías. Muchos israelitas no podían creer que fuera posible liberarse del poder de Babilonia; el profeta garantiza que no tendrán ningún obstáculo para su liberación, pues es Dios mismo quien está por medio para liberarle.