Eclesiástico 36 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 15 versitos |
1

Oración por Israel
Sal 79

Sálvanos, Dios del universo,
2 infunde tu terror a todas las naciones;
3 amenaza con tu mano al pueblo extranjero
para que sienta tu poder.
4 Como les mostraste tu santidad al castigarnos,
muéstranos así tu gloria castigándolos a ellos;
5 para que sepan, como nosotros lo sabemos,
que no hay Dios fuera de ti.
6 Renueva los prodigios, repite los portentos;
7 exalta tu mano, robustece tu brazo;
8 despierta la ira, derrama tu enojo;
9 destruye al agresor, dispersa al enemigo;
10 apresura la hora y acuérdate del juramento,
pues ¿quién podrá decirte: qué haces?
11 Que un fuego vengador devore a los que escapan,
que los opresores de tu pueblo vayan a la ruina.
12 Aplasta la cabeza de los jefes enemigos
que dicen: Nadie más que nosotros.
13 Reúne a todas las tribus de Jacob
14 y dales su herencia como antiguamente.
15 Ten compasión del pueblo que lleva tu Nombre;
de Israel, a quien nombraste tu primogénito;

18 ten compasión de tu ciudad santa,
de Jerusalén, lugar de tu residencia.

19 Llena a Sión de tu majestad,
y tu templo de tu gloria.

20 Con tus obras antiguas muéstrales tu favor,
cumple las profecías pronunciadas en tu Nombre,

21 recompensa a los que esperan en ti
y demuestra que tus profetas dijeron la verdad,

22 escucha la súplica de tus servidores por amor a tu pueblo
y reconozcan los confines del mundo que tú eres Dios eterno.


Elección de mujer
25,13– 26,28; Prov 31,10-31

El estómago recibe cualquier comida,
pero hay comidas más sabrosas que otras;

24 el paladar distingue los manjares,
la mente distingue las mentiras;

25 el malintencionado provoca desgracias,
el experimentado las retorcerá contra él.

26 La mujer acepta cualquier marido,
pero unas jóvenes son más bellas que otras.

27 La belleza de la mujer ilumina el rostro
y sobrepasa todo lo deseable;

28 si además habla acariciando,
su marido no es un mortal;

29 tomar mujer es la mejor fortuna:
auxilio y defensa, columna y apoyo.

30 Viña sin tapia será saqueada,
hombre sin mujer andará vagabundo;

31¿quién se fía de una banda armada
que va de ciudad en ciudad?,
así el hombre sin nido,
que se acuesta donde lo alcanza la noche.

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Introducción a Eclesiástico

ECLESIÁSTICO

El libro, su autor y fecha de composición. El título del libro y la firma del autor se encuentran en la parte final de la obra (57,27-29), como en el Eclesiastés. Bajo el título encontramos reunidos varios términos sapienciales: enseñanza, consejo, prudencia, sabiduría. El autor es «Simón, hijo de Jesús, hijo de Eleazar, hijo de Sirá» (50,27), hombre culto y experimentado, conocedor, por sus viajes, de diversos pueblos y culturas.
El libro fue compuesto en hebreo hacia el año 197 a.C. para reafirmar a los judíos de la Diáspora en la fidelidad a la ley y a la tradición de sus mayores, frente a la influencia generalizada de la cultura helenista. El texto hebreo desapareció pronto, quizás por no ser considerado como canónico por una parte de la tradición judía. Desde finales del s. XIX hasta la fecha, sin embargo, han ido apareciendo en diversos lugares fragmentos sueltos del original hebreo que equivalen a dos tercios de la obra completa.
La traducción griega, hacia el año 132 a.C., se debió al nieto de Ben Sirá. El abuelo había escrito en una lengua hebrea más bien académica, según los módulos formales hebreos. El nieto traduce al griego, lengua culta de estructura y estilo bien diversos. Cuenta con el antecedente de otros libros traducidos al griego. Su aclaración parece tener un tono apologético frente a los clásicos de la literatura griega: quiere salvar el prestigio del abuelo y de la literatura de su pueblo.
La «Sabiduría de Ben Sirá», uno de los libros más extensos del Antiguo Testamento, fue aceptado como canónico por la tradición cristiana, y llegó a ser tan leído en la Iglesia antigua que recibió el título de «Eclesiástico».

Contenido del Eclesiástico. Con Jesús Ben Sirá llegamos a un ejercicio profesional del saber, practicado en una escuela. Según sus confesiones en el libro, el autor se ha dedicado al estudio, enseñanza y exposición de lo que era tradicionalmente la sabiduría, sensatez o prudencia. Mantiene como fuentes del saber la experiencia, la observación y la reflexión; al mismo tiempo subraya el valor de la tradición (30,25; 36,16) y la necesidad de la oración (39,5-8).
En su tiempo la sabiduría consistía en buena parte en el estudio y comentario de textos bíblicos, narrativos y legales. De ordinario no cita explícitamente el pasaje comentado, se contenta con aludirlo; supone, quizás, que sus discípulos lo conocen. Al final del libro ofrece un brevísimo resumen de historia, en forma de tratado de vidas ilustres.
El principio de su doctrina consiste en una correlación: lo supremo de la sabiduría es el respeto o reverencia de Dios, y esto se traduce en el cumplimiento de la ley, sobre todo en lo que respecta a la justicia y misericordia para con los débiles y necesitados. Es en Israel donde esta sabiduría se ha hecho presente y operante.
Hombre tradicionalmente piadoso y humano, Ben Sirá, sabe inspirar la piedad y la confianza en Dios a sus oyentes. De todas formas, el horizonte en que se mueve su enseñanza no va más allá de la vida presente donde, según la doctrina tradicional de la retribución, Dios recompensará al que le permanece fiel y castigará a los descarriados.



PRÓLOGO

Muy pocos libros del Antiguo Testamento cuentan con una información tan explícita de la totalidad de la obra, tal como lo encontramos aquí. Estas líneas escritas por el traductor del libro del hebreo al griego, nos informa varias cosas importantes: 1. Los motivos que tuvo para escribirlo: para que los lectores aprendan y puedan ayudar a los de fuera. 2. El autor: mi abuelo Jesús. Este Jesús, según 50,27 es hijo de un tal Eleazar, hijo de Sirá, de Jerusalén. 3. Las fuentes que inspiraron al autor: La Ley, los Profetas y los restantes libros paternos. 4. Motivos y destinatarios de la traducción al griego: ofrecer a los judíos de la dispersión la oportunidad de instruirse en las tradiciones de su pueblo, en una lengua que dominaban más que la de sus ancestros. 5. Contexto del traductor y de la traducción: Egipto, año 132; finalización del trabajo de traducción, año 117 a.C.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Eclesiástico 36,1-22Oración por Israel. Esta oración de súplica al Señor se puede dividir en dos partes. La primera parte (1-12) pide a Dios que con urgencia intervenga contra los enemigos de Israel, contra los gentiles (2), aunque inmediatamente solicita que amenace con su mano «al pueblo extranjero» (3); se podría suponer que el autor está pensando en el imperio griego, incluso hay quienes piensan que en ese momento podría estar pensando en Antíoco III, rey seléucida que gobernó entre 223 y el 187 a.C. Pero bien, lo que importa es la situación de opresión por la que está pasando la porción del pueblo que vive en tierra judía sometido política y culturalmente a los seléucidas, quienes día a día presionan más para helenizar sus territorios lo cual va en detrimento de la mentalidad, la religión y la cultura judía. La prepotencia del opresor lo lleva a lanzar expresiones como: «no hay como nosotros» (12), a la cual, el que ora al Señor, confiesa con convicción «no hay Dios fuera de Ti» (5), convicción que implica creer que así como Dios castigó a Israel, también castigará a las demás naciones para demostrar su poder y su gloria. La segunda parte (13-22) se centra en el pueblo de Israel para el cual se pide su unificación. Hay que recordar que ya para la época del autor se habla de «judíos de la dispersión», esto es, colonias de judíos que vivían en muchas otras ciudades fuera de sus fronteras, dispersos por otros lugares del Cercano Oriente, como Mesopotamia y Egipto. Los anhelos del autor son volver a tener a todo el pueblo unificado y reunido en torno a los lugares más cargados de valor simbólico: Sión (Jerusalén) como ciudad propiedad de Dios, y el Templo como lugar concreto de su morada.


Eclesiástico 36,23-31Elección de mujer. El ideal de la armonía de la creación se hace más real y concreto en las relaciones conyugales; es allí donde el proyecto de crecimiento, el amor y la ayuda mutua adquieren el carácter realmente humano y por tanto inteligente. Con todo, el presupuesto socio-cultural de Ben Sirá no apunta a esto como ideal, sino más bien como un golpe de suerte; es que hay que recordar que los matrimonios eran arreglados por los padres de los jóvenes, no había la posibilidad de conocerse mutuamente ni de prepararse adecuadamente para asumir su experiencia de pareja como un proyecto común, ella con el hombre adecuado ni él con la mujer adecuada. He ahí por qué la expresión «la mujer acepta cualquier marido» (26); lo tenía que aceptar, porque quien mandaba hasta en sus sentimientos era su padre. Por eso pues, la felicidad, la comprensión y la armonía venían a ser algo fortuito, pero además era un beneficio económico.