Judith 5 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 24 versitos |
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Informe de Ajior

A Holofernes, comandante en jefe del ejército asirio, le llegó el aviso de que los israelitas se estaban preparando para la guerra: habían bloqueado los desfiladeros de la montaña, fortificado las cumbres de los montes más altos y llenado de obstáculos las llanuras.
2 Holofernes se enfureció. Convocó a todos los jefes moabitas, a los generales amonitas y a todos los gobernadores del litoral,
3 y les habló así:
– Cananeos: díganme qué gente es ésa de la sierra, qué ciudades tienen, con qué fuerzas cuentan y en qué basan su poder y su fuerza, qué rey los gobierna y manda su ejército
4 y por qué no se han dignado venir a mi encuentro, a diferencia de lo que han hecho todos los pueblos de occidente.
5 Ajior, jefe de todos los amonitas, le respondió:
– Escucha, alteza, lo que dice tu servidor. Te diré la verdad sobre ese pueblo que vive en la sierra, ahí cerca. Tu servidor no mentirá.
6 Esa gente desciende de los caldeos.
7 Al principio estuvieron en Mesopotamia, por no querer seguir a los dioses de sus antepasados, que residían en Caldea.
8 Abandonaron la religión de sus padres y adoraron al Dios del cielo, al que ellos reconocían por Dios; pero los caldeos los expulsaron de la presencia de sus dioses, y tuvieron que huir a Mesopotamia. Allí residieron mucho tiempo;
9 pero su Dios les mandó salir de allí y marchar al país de Canaán, donde se establecieron, y se enriquecieron con oro, plata y muchísimo ganado.
10 Después bajaron a Egipto a causa de un hambre que se abatió sobre el país de Canaán, y allí se estuvieron mientras encontraron alimento. Allí crecieron mucho, hasta ser un pueblo innumerable.
11 Pero el rey de Egipto se levantó contra ellos y los explotó astutamente obligándolos a fabricar adobes, humillándolos y esclavizándolos.
12 Ellos gritaron a su Dios, y él castigó a todo el país de Egipto con plagas insanables; así, los egipcios los expulsaron de su presencia.
13 Dios secó ante ellos el Mar Rojo
14 y los condujo por el camino del Sinaí y de Cades Barnea. Expulsaron a todos los moradores del desierto,
15 se asentaron en el país amorreo y exterminaron por la fuerza a todos los de Jesbón. Luego pasaron el Jordán y tomaron posesión de toda la sierra,
16 después de expulsar a los cananeos, fereceos, jebuseos, a los de Siquén y a todos los guirgaseos, y residieron allí mucho tiempo.
17 Mientras no pecaron contra su Dios, prosperaron, porque estaba con ellos un Dios que odia la injusticia.
18 Pero cuando se apartaron del camino que les había señalado, fueron destrozados con muchas guerras y deportados a un país extranjero; el templo de su Dios fue arrasado, y sus ciudades, conquistadas por el enemigo.
19 Pero ahora se han convertido a su Dios; han vuelto de la dispersión, han ocupado Jerusalén, donde está su templo, y repoblado la sierra, que había quedado desierta.
20 Así que, alteza, si esa gente se ha desviado pecando contra su Dios, comprobemos esa caída y subamos a luchar contra ellos.
21 Pero si no han pecado, déjalos, no sea que su Dios y Señor los proteja y quedemos mal ante todo el mundo.
22 Cuando Ajior acabó, se levantaron protestas de todos los que estaban de pie en torno a la tienda. Los oficiales de Holofernes, todos los del litoral y los moabitas querían despedazarlo:
23 –¡No tenemos miedo a los israelitas! Son un pueblo sin ejército ni fuerza para aguantar un combate duro.
24 ¡Vamos allá! Serán un bocado para tu ejército, general Holofernes.

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Introducción a Judith

JUDIT

Contexto histórico. Siempre tuvo Israel que enfrentarse con culturas extranjeras, sin perder su identidad o casi recreándola por contraste. Fue relativamente fácil con la cultura egipcia, cananea, babilónica, etc., pero la penetración y difusión del helenismo plantea al pueblo una de sus mayores crisis históricas.
El helenismo representa algo nuevo, sobre todo como irradiación de una cultura atractiva y fascinadora. Si las armas de Alejandro Magno vencieron, la cultura helénica convence. ¿Será una amenaza para Israel, para ese pueblo extraño que vive separado de los demás? ¿Podrá asimilar Israel la cultura griega del helenismo como un día asimiló la cultura cananea?
Hay que distinguir, a corto plazo, dos épocas en el desafío del helenismo. En la primera etapa, algunos espíritus críticos saben volver su mirada inquisitiva y crítica sobre sus propias tradiciones y doctrinas. A esta época podrían pertenecer el libro de Jonás y el Eclesiastés. Sin embargo, la posible asimilación pacífica queda violentamente truncada por la conjunción de dos fuerzas: los excesos de los círculos progresistas y la opresión de un tirano extranjero, Antíoco IV Epífanes, el gran enemigo del pueblo judío, del que hablan los libros de los Macabeos y al que parece referirse el libro de Judit.

El libro de Judit. En estas circunstancias, durante los azares de la rebelión de los Macabeos, nuestro autor anónimo se pone a componer una historia -probablemente hacia finales del s. II a.C.- que sirva para animar a la resistencia. Será una historia conocida y nueva, ideal y realizable; sonará a cosa vieja, pero tendrá una clave de lectura en el momento actual. La acumulación de datos precisos le sirve para enmascarar la referencia peligrosa a los hechos del día; los lectores de la época entendían fácilmente ese guiño malicioso, que suena ya en el nombre de la protagonista («La Judía»).
El argumento, reducido a esqueleto, es de pura ascendencia bíblica, aunque es nuevo el hecho de que el pueblo no haya pecado. Tradicional es el motivo de la mujer que seduce y vence al enemigo (Yael-Sísara, Dalila-Sansón); Judit toma algunos rasgos proféticos, denunciando a los jefes su falta de confianza, presentándose a Holofernes como confidente de Dios. También son tradicionales los motivos del extranjero alabando a Israel, el descubrimiento del asesinato, las danzas y el canto de victoria, la soberbia del extranjero agresor, el castigo del enemigo por la noche y la liberación por la mañana.
A esto se añade la abundante fraseología tradicional, que sumerge al lector en un lenguaje familiar, bastante concentrado. Este recurso literario tiene una función decisiva: el pasado todavía es presente y puede volver a repetirse, incluso adoptando formas nuevas.
El autor narra los hechos con amplitud, en proceso cronológico lineal (salvo dos síntesis históricas). Es maestro en el arte de sustentar y estrechar la acción, en la creación de escenas sugerentes, en la aceleración rítmica cuando llega el momento culminante. Descuella su manejo de la ironía a diversos niveles: caracterización de Nabucodonosor y Holofernes, las palabras de Judit al general enemigo, las alusiones del autor al partido colaboracionista.
En su estilo destaca el amor a las enumeraciones que expresan riqueza, extensión, universalidad, y la expresión enfática, retórica, y los discursos que piden una recitación dramática.

Texto. A través de la complicada y literal traducción griega es fácil, muchas veces, leer el texto del original hebreo que se encuentra detrás, con suficiente seguridad para mejorar dicha traducción.

Mensaje religioso. Es la destacada personalidad de Judit, «La Judía», la que encarna el mensaje religioso del libro, personalidad más simbólica que individual. Judit es encarnación del pueblo, como novia (por la belleza) y como madre, según la tradición profética. Encarna la piedad y fidelidad al Señor y la confianza en Dios, el valor con la sagacidad. Es una figura ideal que podrá inspirar a cualquier hijo de Israel. Como viuda puede representar el sufrimiento del pueblo, aparentemente abandonado de su Señor (Is 49 y 54); puede concentrar toda su fidelidad en el único Señor del pueblo. No teniendo hijos físicos, puede asumir la maternidad de todo el pueblo y convertirse en «bienhechora de Israel». Judit aconseja como Débora, hiere como Yael, canta como María.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Judith 5,1-24Informe de Ajior. Ninguna embajada israelita ha salido a postrarse ante el máximo representante del imperio como lo han hecho ya otros pueblos. Holofernes y sus tropas están en la misma línea fronteriza de Israel, pero no hay señales de sumisión. Por el contrario, hay noticias de resistencia (1). El autor quiere subrayar que debió ser un extranjero el que dio razón del comportamiento de Israel porque no había israelitas a mano que respondieran a los requerimientos del general. En el fondo, la intención es que los extranjeros sepan y conozcan la calidad del Dios de Israel, sus acciones a favor de ese pueblo y, por tanto, la imposibilidad de ser desplazado y sustituido por otro dios. Con las palabras de Ajior, queda en entredicho la pretendida divinidad de Nabucodonosor y la confianza tan absoluta en su poderío militar, de ahí la cólera que suscita en todos la magistral síntesis de historia sagrada que acaba de exponer Ajior. Con gran habilidad el autor deja en el ambiente esta desproporción: poderío de Nabucodonosor y debilidad de un pueblo sin ejército ni fuerzas para aguantar un combate (24). Para el creyente judío, ésta podría ser la constatación real de lo que significan las palabras de Deu_7:7-11; Deu_9:1-8.