Salmos 104 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 35 versitos |
1

Eclo 43

Bendice, alma mía, al Señor:
Señor Dios mío ¡qué grande eres!
Te revistes de belleza y esplendor.
2 Te vistes de luz como de un manto,
despliegas los cielos como una tienda.
3 Construyes sobre las aguas tus salones,
las nubes te sirven de carroza
y paseas sobre las alas del viento.
4 Los vientos te sirven de mensajeros,
el fuego ardiente, de ministro.
5 Asentaste la tierra sobre su cimiento
para que nunca más vacile;
6 la cubriste con el océano como un manto,
y las aguas persistían sobre los montes,
7 pero ante tu bramido huyeron,
ante tu voz tonante se precipitaron,
8 escalando montañas, descendiendo valles,
hasta el puesto asignado;
9 trazaste una frontera infranqueable,
para que nunca más aneguen la tierra.
10 Haces brotar fuentes en los valles,
que fluyen por las quebradas,
11 para que se abreven las bestias del campo,
y apacigüen su sed los asnos salvajes.
12 A su vera habitan las aves del cielo,
y entre su fronda entonan su canto.
13 Desde tus salones riegas las montañas,
la tierra se empapa con tu acción fecunda.
14 Haces brotar hierba para el ganado
y vegetales para el cultivo del hombre:
15 para que saque trigo de la tierra
y vino que le alegra el corazón;
aceite para abrillantar su rostro,
y pan que lo fortalece.
16 Se sacian los árboles del Señor,
los cedros del Líbano que él plantó.
17 En ellos anidan los pájaros,
en su copa pone su casa la cigüeña.
18 Los riscos son para los rebecos,
las peñas, madrigueras de tejones.
19 Actúa la luna según sus fases
y el sol conoce su ocaso.
20 Caen las tinieblas y viene la noche,
y rondan las fieras de la selva.
21 Los cachorros rugen por su presa
reclamando a Dios su comida.
22 Al brillar el sol se retiran
para tumbarse en sus guaridas.
23 Sale el hombre a su tarea,
a su trabajo hasta el atardecer.
24 ¡Cuántas son tus obras, Señor,
todas las hiciste con sabiduría:
la tierra está llena de tus criaturas!
25 Ahí está el mar: ancho y dilatado,
en él se agitan innumerables
animales pequeños y grandes;
26 lo surcan las naves, y el Leviatán
que hiciste para jugar con él.
27 Todos ellos esperan de ti
que les des comida a su tiempo.
28 Se lo das y lo atrapan,
abres la mano y se sacian de bienes.
29 Escondes el rostro y se anonadan,
les retiras el aliento y expiran,
y vuelven al polvo.
30 Envías tu aliento y los creas
y renuevas la faz de la tierra.
31 ¡Gloria al Señor por siempre
goce el Señor con sus obras!
32 Cuando mira la tierra, ella tiembla,
toca las montañas, y echan humo.
33 Cantaré al Señor mientras viva,
tocaré para mi Dios mientras exista.
34 Suba hasta él mi poema,
y yo me alegraré con el Señor.
35 ¡Desaparezcan de la tierra los pecadores,
que los malvados nunca más existan!
Bendice, alma mía, al Señor.
Aleluya.

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Introducción a Salmos

LOS SALMOS

Los salmos son la oración de Israel. Son la expresión de la experiencia humana vuelta hacia Dios. Son expresión de la vida de un pueblo seducido por Dios. La tradición atribuye muchos de ellos al rey David, y algunos a Córaj y a Asaf; pero esto es sólo una cuestión convencional. Una cadena anónima de poetas, a lo largo de siglos, es la imagen más realista sobre los autores de estas piezas.
Como son variadas las circunstancias de la vida y lo fueron las de la historia, así surgieron, se repitieron y se afianzaron algunos tipos de salmos. Por eso resulta preferible una clasificación tipológica atendiendo al tema, los motivos, la composición y el estilo.
Los himnos cantan la alabanza y suelen ser comunitarios: su tema son las acciones de Dios en la creación y la historia. Muy cerca están las acciones de gracias por beneficios personales o colectivos: la salud recobrada, la inocencia reivindicada, una victoria conseguida, las cosechas del campo. De la necesidad brota la súplica, que es tan variada de temas como lo son las necesidades del individuo o la sociedad; el orante motiva su petición, como para convencer o mover a Dios. De la súplica se desprende a veces el acto de confianza, basado en experiencias pasadas o en la simple promesa de Dios.
Los salmos reales se ocupan de diversos aspectos, que llegan a componer una imagen diferenciada del rey: batallas, administración de la justicia, boda, coronación, elección de la dinastía, y hay un momento en que estos salmos empiezan a cargarse de expectación mesiánica. Otro grupo canta y aclama el reinado del Señor, para una justicia universal.
El pecador confiesa su pecado y pide perdón en salmos penitenciales, o bien el grupo celebra una liturgia penitencial. Hay salmos para diversas ocasiones litúrgicas, peregrinaciones y otras fiestas. Otros se pueden llamar meditaciones, que versan sobre la vida humana o sobre la historia de Israel. Y los hay que no se dejan clasificar o que rompen el molde riguroso de la convención.
Los salmos se compusieron para su uso repetido: no los agota el primer individuo que los compone o encarga, ni la primera experiencia histórica del pueblo. Como realidades literarias, quedan disponibles para nuevas significaciones, con los símbolos capaces de desplegarse en nuevas circunstancias. A veces un retoque, una adición los adapta al nuevo momento; en otros casos basta cambiar la clave.
Por esta razón los salmos se conservaron y coleccionaron. Sabemos que surgieron agrupaciones menores y que después se coleccionaron en cinco partes (como un pentateuco de oración): 2-41; 42-72; 73-89; 90-106; 107-150. En el proceso de coleccionar, la división y numeración sufrió menoscabo: algunos salmos están arbitrariamente cortados en dos (9-10; 42-43); otros aparecen duplicados, al menos en parte (70 y 40; 53 y 14). Se explica que en la tradición griega se haya impuesto otra numeración. Aquí daremos la numeración Hebrea, añadiendo entre paréntesis la grecolatina.
En general, el estilo de los salmos se distingue por su realismo e inmediatez, no disminuido por la riqueza de imágenes y símbolos elementales; sólo algunos fragmentos con símbolos de ascendencia mítica se salen del cuadro general. Es intensa la expresión sin caer jamás en sentimentalismo. El lirismo es más compartido que personal; en muchos casos podríamos hablar de planteamientos y desarrollos dramáticos. La sonoridad y el ritmo son factores importantes del estilo. No sabemos cómo se ejecutaban: muchos se cantaban, probablemente con solistas y coro unísono; algunos quizá se danzaban, otros se recitaban en marchas o procesiones; otros acompañarían ritos específicos. Algunas de las notas añadidas por los transmisores parecen referirse a la ejecución. Estas notas, que asignan una situación histórica o dan una instrucción litúrgica, no son originales, por eso han sido omitidas en el texto, aunque entren en la numeración admitida.
Los salmos son también oración privilegiada de la comunidad cristiana y del individuo aislado. Muchos fueron rezados por nuesto Señor Jesucristo, quien les dio la plenitud de sentido que podían transportar. La experiencia de Israel y del hombre pasan por Cristo y debe encontrar de nuevo expresión en estas oraciones; su lenguaje puede llegar a ser lenguaje del rezo cristiano. El libro de los salmos es un repertorio que suministra textos para diversas ocasiones y a diversos niveles; su lectura puede interesar, pero sólo rezados serán realmente comprendidos.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Salmos 104,1-35Himno al Creador. Comienza con un invitatorio (1a), al que siguen tres grandes secciones: cielo (1b-4), tierra (5-24) y mar (25s). Todo está en las manos de Dios (27-30). El versículo 31 es la conclusión, que se alarga al versículo 32. Finaliza el poema con una dedicatoria (33s) y con una alusión a las sombras que afean lo creado. El último estiquio (35b) forma inclusión con el primero (1a). El poeta contempla la creación, y descubre en ella la actuación divina. Ha ido distribuyendo las criaturas de la creación de Gn 1 a lo largo del poema. La primera criatura mencionada es la luz, pero aquí como manto de Dios (2a). Los versículos 2b-3 presentan a la segunda criatura de Gn, pero aquí el cielo es una tienda con sus salones. Los versículos 5s están reservados para la tierra firme; el abismo (océano) ya no es caótico, sino el vestido de la tierra. La tierra fértil y cultivada también aparece al tercer día; el poema dedica a esta obra los versículos 13-15. La luna y el sol, que marcan el paso de la noche al día y las estaciones, aparecen al cuarto día; aquí en los versículos 19-20. Los animales del quinto y sexto día están repartidos por ámbitos: celeste (16), terrestre (17.20s) y acuático (24). El mar es inmenso (24a), bullen en él animales innumerables (como en Gén_1:20s), y, un dato nuevo, ofrece su dorso para que naveguen los navíos, a la vez que es el lugar pensado para que juegue en él el Leviatán o Dios mismo juegue con el Leviatán (26). Todos los animales dependen de Dios para comer (11) y piden a Dios su comida (21). El hombre, la última obra de la creación, es presentado como «homo faber», como labrador (14s.23). La vida de todos los vivientes depende de Dios (29s). Todos tienen su continuidad en la especie (30b). ¡Todo es bello!, como rubrica el autor de Génesis, o todo es gozoso (31b). Todos han de tener en cuenta que cuando contemplan la creación están viendo al rostro divino. ¿Cómo no estremecerse ante Dios? (31). El poeta dedica su canción al Creador, que Él se complazca en esta ofrenda (33s). Lo único que afea la belleza de la creación es la maldad humana: que desaparezca esa maldad (35) y todo será «muy bello». El poeta ha sabido captar lo invisible de Dios a través de lo creado (cfr. Rom_1:20). Los cristianos esperamos una «creación nueva» (cfr. Rom_8:19-23; Col_1:15-17; 2Co_5:17; Apo_21:1-5). Este salmo nos invita a una oración contemplativa y a respetar todo lo creado. Es un buen salmo para esta época ecológica en la que vivimos.