Salmos 37 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 40 versitos |
1 No te enojes por causa de los malvados,
no envidies a los que cometen injusticias,
2 porque pronto se secarán como hierba
y como césped verde se marchitarán.
3 Confía en el Señor y haz el bien,
habita en la tierra y sáciate de sus riquezas;
4 deléitate en el Señor
y cumplirá lo que pide tu corazón.
5 Encomienda al Señor tu camino,
confía en él, y él actuará:
6 Hará brillar tu justicia como la aurora,
tu derecho como el mediodía.
7 Descansa en el Señor y espera en él;
no te irrites por el que triunfa,
por el hombre que urde intrigas.
8 Refrena la ira, reprime el furor,
no te enojes, que será peor;
9 porque los malvados serán exterminados,
mas los que esperan en el Señor
poseerán la tierra.
10 Espera un momento: ya no está el malvado,
fíjate en su sitio: ¡ya no está!
11 Pero los humildes poseerán la tierra
disfrutarán de abundante prosperidad.
12 El malvado maquina contra el honrado
y rechina sus dientes contra él;
13 pero el Señor se ríe de él
porque ve que le llega su día.
14 Los malvados desenvainan la espada
y tensan su arco,
para abatir al pobre y al humilde,
para asesinar a los hombres rectos:
15 pero su espada les atravesará el corazón,
sus arcos se quebrarán.
16 Más vale la pobreza del honrado
que la opulencia del malvado poderoso;
17 porque los brazos de los malvados
se quebrarán,
mientras que el Señor sostiene a los honrados.
18 El Señor se ocupa de la vida de los buenos:
Su herencia durará para siempre.
19 No se marchitarán en tiempo de sequía,
en días de penuria se hartarán.
20 Pero los malvados perecerán,
los enemigos del Señor
como llama de un pastizal se extinguirán,
como el humo se desvanecerán.
21 El malvado pide prestado y no devuelve,
el honrado se compadece y reparte.
22 Los benditos poseerán la tierra,
los malditos serán exterminados.
23 El Señor afianza los pasos del hombre
y se ocupa de sus caminos.
24 Aunque caiga, no quedará postrado,
pues el Señor lo sujeta de la mano.
25 Fui joven, ya soy viejo:
Nunca he visto a un justo abandonado
ni a su descendencia mendigando pan.
26 A diario se compadece y presta:
Su descendencia es una bendición.
27 Apártate del mal y haz el bien,
y siempre tendrás una morada;
28 pues el Señor ama el derecho
y no abandona a sus fieles,
los protege siempre,
pero la descendencia de los malvados,
será exterminada.
29 Los justos poseerán la tierra
y habitarán siempre en ella.
30 La boca del justo expone la sabiduría,
su lengua proclama el derecho,
31 lleva en el corazón la enseñanza de su Dios:
Sus pasos no vacilan.
32 Espía el malvado al justo
intentando darle muerte:
33 El Señor no lo entrega en sus manos,
ni permite que lo condenen en un juicio.
34 Espera en el Señor, sigue su camino:
te levantará para poseer la tierra,
y verás el exterminio de los malvados.
35 Vi a un malvado lleno de arrogancia,
que se expandía como cedro frondoso:
36 Volví a pasar y ya no estaba,
lo busqué y no pude encontrarlo.
37 Observa al bueno, fíjate en el honrado:
El pacífico tendrá un porvenir;
38 mas los impíos serán aniquilados en masa,
porvenir de los malvados quedará truncado.
39 La salvación de los honrados viene del Señor,
él es su alcázar en tiempo de angustia;
40 el Señor los auxilia y los libera,
los libera de los malvados y los salva,
porque se refugian en él.

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Introducción a Salmos

LOS SALMOS

Los salmos son la oración de Israel. Son la expresión de la experiencia humana vuelta hacia Dios. Son expresión de la vida de un pueblo seducido por Dios. La tradición atribuye muchos de ellos al rey David, y algunos a Córaj y a Asaf; pero esto es sólo una cuestión convencional. Una cadena anónima de poetas, a lo largo de siglos, es la imagen más realista sobre los autores de estas piezas.
Como son variadas las circunstancias de la vida y lo fueron las de la historia, así surgieron, se repitieron y se afianzaron algunos tipos de salmos. Por eso resulta preferible una clasificación tipológica atendiendo al tema, los motivos, la composición y el estilo.
Los himnos cantan la alabanza y suelen ser comunitarios: su tema son las acciones de Dios en la creación y la historia. Muy cerca están las acciones de gracias por beneficios personales o colectivos: la salud recobrada, la inocencia reivindicada, una victoria conseguida, las cosechas del campo. De la necesidad brota la súplica, que es tan variada de temas como lo son las necesidades del individuo o la sociedad; el orante motiva su petición, como para convencer o mover a Dios. De la súplica se desprende a veces el acto de confianza, basado en experiencias pasadas o en la simple promesa de Dios.
Los salmos reales se ocupan de diversos aspectos, que llegan a componer una imagen diferenciada del rey: batallas, administración de la justicia, boda, coronación, elección de la dinastía, y hay un momento en que estos salmos empiezan a cargarse de expectación mesiánica. Otro grupo canta y aclama el reinado del Señor, para una justicia universal.
El pecador confiesa su pecado y pide perdón en salmos penitenciales, o bien el grupo celebra una liturgia penitencial. Hay salmos para diversas ocasiones litúrgicas, peregrinaciones y otras fiestas. Otros se pueden llamar meditaciones, que versan sobre la vida humana o sobre la historia de Israel. Y los hay que no se dejan clasificar o que rompen el molde riguroso de la convención.
Los salmos se compusieron para su uso repetido: no los agota el primer individuo que los compone o encarga, ni la primera experiencia histórica del pueblo. Como realidades literarias, quedan disponibles para nuevas significaciones, con los símbolos capaces de desplegarse en nuevas circunstancias. A veces un retoque, una adición los adapta al nuevo momento; en otros casos basta cambiar la clave.
Por esta razón los salmos se conservaron y coleccionaron. Sabemos que surgieron agrupaciones menores y que después se coleccionaron en cinco partes (como un pentateuco de oración): 2-41; 42-72; 73-89; 90-106; 107-150. En el proceso de coleccionar, la división y numeración sufrió menoscabo: algunos salmos están arbitrariamente cortados en dos (9-10; 42-43); otros aparecen duplicados, al menos en parte (70 y 40; 53 y 14). Se explica que en la tradición griega se haya impuesto otra numeración. Aquí daremos la numeración Hebrea, añadiendo entre paréntesis la grecolatina.
En general, el estilo de los salmos se distingue por su realismo e inmediatez, no disminuido por la riqueza de imágenes y símbolos elementales; sólo algunos fragmentos con símbolos de ascendencia mítica se salen del cuadro general. Es intensa la expresión sin caer jamás en sentimentalismo. El lirismo es más compartido que personal; en muchos casos podríamos hablar de planteamientos y desarrollos dramáticos. La sonoridad y el ritmo son factores importantes del estilo. No sabemos cómo se ejecutaban: muchos se cantaban, probablemente con solistas y coro unísono; algunos quizá se danzaban, otros se recitaban en marchas o procesiones; otros acompañarían ritos específicos. Algunas de las notas añadidas por los transmisores parecen referirse a la ejecución. Estas notas, que asignan una situación histórica o dan una instrucción litúrgica, no son originales, por eso han sido omitidas en el texto, aunque entren en la numeración admitida.
Los salmos son también oración privilegiada de la comunidad cristiana y del individuo aislado. Muchos fueron rezados por nuesto Señor Jesucristo, quien les dio la plenitud de sentido que podían transportar. La experiencia de Israel y del hombre pasan por Cristo y debe encontrar de nuevo expresión en estas oraciones; su lenguaje puede llegar a ser lenguaje del rezo cristiano. El libro de los salmos es un repertorio que suministra textos para diversas ocasiones y a diversos niveles; su lectura puede interesar, pero sólo rezados serán realmente comprendidos.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Salmos 37,1-40Salmo alfabético sapiencial. A pesar del artificio del acróstico, es posible distinguir secciones: 1. Imperativos iniciales (1-9). Indicativos de la retribución divina (10-33). 2. Imperativos del final (34-40). Los honrados y los malvados -que son los justos y los injustos, los benditos y los malditos-, forman la trama del salmo. Los honrados tienen una apariencia insignificante, son humildes (11), despreciados y perseguidos (12.14), son pobres (16), etc., pero son los benditos (22), y «poseerán la tierra» (9.11.22.29.34), en la que habitarán siempre (27.29), sin tener que mendigar (25), porque se saciarán de los bienes de la tierra (3.11), etc. Los malvados gozan de buena posición (7.35) y están bien armados (14). No emplean sus recursos para hacer el bien, sino para asesinar (14). Son malditos (22b). Serán exterminados o excluidos de la tierra (9a.22b.28b.34b.38), se desvanecerán como el humo (20). El honrado no responde con violencia a la violencia, sino con una conducta buena (3.27), incluso generosa (21b.26) y, sobre todo, puesta su confianza en el Señor (3.5.7). Dios no permanece inactivo, sino que custodia y cuida a los honrados (5.18.23. 39). Este salmo ha entrado en el Evangelio por la puerta grande de las Bienaventuranzas (Mat_5:4). Es adecuado para todo aquel que vive fuera y lejos de la tierra, a la vez que se convierte en clamor y en denuncia contra los que despojan a otros de ella.