Salmos 55 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 23 versitos |
1 Escucha, oh Dios, mi oración,
no te cierres a mi súplica,
2 atiéndeme y respóndeme.
Me agito en mi ansiedad,
gimo
3 ante la voz del enemigo,
ante la mirada del malvado,
que descargan falsedades sobre mí,
me difaman a la cara.
4 Se me retuerce por dentro el corazón,
me asaltan pavores mortales;
5 me invaden temor y terror,
me cubre el espanto.
6 Pienso: ¡Quién me diera alas de paloma
para volar y posarme!
7 Entonces huiría muy lejos,
me hospedaría en el desierto;
8 me apresuraría a buscar un refugio
ante la tormenta y el huracán.
9 ¡Destrúyelos, Señor,
confunde sus lenguas!
Pues veo en la ciudad violencia y discordia,
10 día y noche rondan por sus murallas,
en su recinto crimen e injusticia,
11 en su interior insidias;
no abandonan sus calles
tiranía y engaño.
12 Si me ofendiera mi enemigo,
lo habría aguantado;
si me atacara mi adversario,
me habría escondido de él;
13 pero eres tú, mi camarada,
mi amigo y confidente,
14 a quien me unía dulce intimidad;
íbamos juntos a la casa de Dios.
15 ¡Que los sorprenda la muerte,
que bajen vivos al Abismo,
pues la maldad habita entre ellos!
16 Yo invoco a Dios
y el Señor me salvará.
17 Por la tarde, por la mañana, al mediodía
gimo y suspiro,
él escuchará mi voz:
18 Líbrame de la agresión, sálvame
que son muchos contra mí.
19 Que Dios me escuche y los humille,
el que reina desde antiguo,
pues no tienen enmienda
ni respetan a Dios.
20 Levantan la mano contra su aliado,
violando la alianza.
21 Su boca es más blanda que manteca,
pero su corazón es belicoso;
sus palabras, más suaves que aceite,
pero son puñales.
22 – Encomienda a Dios tus afanes,
que él te sostendrá;
nunca permitirá que el justo caiga.
23 – Tú, oh Dios, hundirás en la fosa profunda
a esos sanguinarios y traidores
sin cumplir ni la mitad de sus años.
Yo, en cambio, confío en ti.

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Introducción a Salmos

LOS SALMOS

Los salmos son la oración de Israel. Son la expresión de la experiencia humana vuelta hacia Dios. Son expresión de la vida de un pueblo seducido por Dios. La tradición atribuye muchos de ellos al rey David, y algunos a Córaj y a Asaf; pero esto es sólo una cuestión convencional. Una cadena anónima de poetas, a lo largo de siglos, es la imagen más realista sobre los autores de estas piezas.
Como son variadas las circunstancias de la vida y lo fueron las de la historia, así surgieron, se repitieron y se afianzaron algunos tipos de salmos. Por eso resulta preferible una clasificación tipológica atendiendo al tema, los motivos, la composición y el estilo.
Los himnos cantan la alabanza y suelen ser comunitarios: su tema son las acciones de Dios en la creación y la historia. Muy cerca están las acciones de gracias por beneficios personales o colectivos: la salud recobrada, la inocencia reivindicada, una victoria conseguida, las cosechas del campo. De la necesidad brota la súplica, que es tan variada de temas como lo son las necesidades del individuo o la sociedad; el orante motiva su petición, como para convencer o mover a Dios. De la súplica se desprende a veces el acto de confianza, basado en experiencias pasadas o en la simple promesa de Dios.
Los salmos reales se ocupan de diversos aspectos, que llegan a componer una imagen diferenciada del rey: batallas, administración de la justicia, boda, coronación, elección de la dinastía, y hay un momento en que estos salmos empiezan a cargarse de expectación mesiánica. Otro grupo canta y aclama el reinado del Señor, para una justicia universal.
El pecador confiesa su pecado y pide perdón en salmos penitenciales, o bien el grupo celebra una liturgia penitencial. Hay salmos para diversas ocasiones litúrgicas, peregrinaciones y otras fiestas. Otros se pueden llamar meditaciones, que versan sobre la vida humana o sobre la historia de Israel. Y los hay que no se dejan clasificar o que rompen el molde riguroso de la convención.
Los salmos se compusieron para su uso repetido: no los agota el primer individuo que los compone o encarga, ni la primera experiencia histórica del pueblo. Como realidades literarias, quedan disponibles para nuevas significaciones, con los símbolos capaces de desplegarse en nuevas circunstancias. A veces un retoque, una adición los adapta al nuevo momento; en otros casos basta cambiar la clave.
Por esta razón los salmos se conservaron y coleccionaron. Sabemos que surgieron agrupaciones menores y que después se coleccionaron en cinco partes (como un pentateuco de oración): 2-41; 42-72; 73-89; 90-106; 107-150. En el proceso de coleccionar, la división y numeración sufrió menoscabo: algunos salmos están arbitrariamente cortados en dos (9-10; 42-43); otros aparecen duplicados, al menos en parte (70 y 40; 53 y 14). Se explica que en la tradición griega se haya impuesto otra numeración. Aquí daremos la numeración Hebrea, añadiendo entre paréntesis la grecolatina.
En general, el estilo de los salmos se distingue por su realismo e inmediatez, no disminuido por la riqueza de imágenes y símbolos elementales; sólo algunos fragmentos con símbolos de ascendencia mítica se salen del cuadro general. Es intensa la expresión sin caer jamás en sentimentalismo. El lirismo es más compartido que personal; en muchos casos podríamos hablar de planteamientos y desarrollos dramáticos. La sonoridad y el ritmo son factores importantes del estilo. No sabemos cómo se ejecutaban: muchos se cantaban, probablemente con solistas y coro unísono; algunos quizá se danzaban, otros se recitaban en marchas o procesiones; otros acompañarían ritos específicos. Algunas de las notas añadidas por los transmisores parecen referirse a la ejecución. Estas notas, que asignan una situación histórica o dan una instrucción litúrgica, no son originales, por eso han sido omitidas en el texto, aunque entren en la numeración admitida.
Los salmos son también oración privilegiada de la comunidad cristiana y del individuo aislado. Muchos fueron rezados por nuesto Señor Jesucristo, quien les dio la plenitud de sentido que podían transportar. La experiencia de Israel y del hombre pasan por Cristo y debe encontrar de nuevo expresión en estas oraciones; su lenguaje puede llegar a ser lenguaje del rezo cristiano. El libro de los salmos es un repertorio que suministra textos para diversas ocasiones y a diversos niveles; su lectura puede interesar, pero sólo rezados serán realmente comprendidos.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Salmos 55,1-23Súplica y lamentación individual. A la invocación introductoria (2-3a) sigue el cántico del terror (3b-6). Entre dos soliloquios -el de la evasión (7-9) y el de la invocación (17-20b)-, se inserta el cántico de la traición (10-16). El segundo soliloquio va seguido del cántico de la hipocresía (20c-23). Se cierra el salmo con una antífona de maldición (24). El movimiento del salmo es un constante vaivén: de dentro hacia fuera y de fuera hacia dentro. La situación social y política invitan al poeta a buscar un refugio. Intenta cobijarse en la intimidad, que no es menos turbulenta que el exterior. Pavores mortales, temor y temblor, espanto y agitación..., con los inquilinos de la intimidad (3b-6). Una fuga aérea le lleva al inhóspito desierto (7-10), en el que querría fijar su residencia. Más allá del sueño, se impone la dureza de la ciudad, cuyas murallas, plazas y calles recorre el poeta. Se encuentra con estos extraños vecinos: violencia y discordia, falsedad y mentira, insidias y engaños... (10-16). Lo que más le duele al poeta es la traición del amigo, confidente y compañero de peregrinación (14s). Nada puede hacer el salmista para liberarse de tan molesta y funesta compañía; que actúe Dios: que los confunda (10) y los sorprenda la muerte (16). El orante tiene el recurso de invocar a Dios -con palabras, lágrimas y suspiros- (17s), y de encomendarle los afanes, tal como le aconseja una voz anónima (23). Así llegará a la ribera de la confianza (24). La traición del amigo nos evoca a Judas, que entregó al Señor (Mat_26:23). Sentimientos de turbación en Jesús podemos verlos en Jua_13:21; Mar_14:33, etc. Si queremos afrontar la arremetida del mal, en todas sus variedades -incluida la traición del amigo-, podemos orar con este salmo. Nos vendrá bien clamar, e incluso llorar, con tal de que lleguemos a tener confianza en Dios.