Mateo 27 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 66 versitos |
1

Conducido a Pilato
Mc 15,1; Lc 23,1; cfr. Jn 18,28

A la mañana siguiente los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo tuvieron una deliberación para condenar a Jesús a muerte.
2 Lo ataron, lo condujeron y lo entregaron a Pilato, el gobernador.
3

Muerte de Judas
cfr. Hch 1,18s

Entonces Judas, el traidor, viendo que lo habían condenado, se arrepintió y devolvió las treinta monedas a los sumos sacerdotes y ancianos,
4 diciendo:
– He pecado entregando a un inocente a la muerte.
Le contestaron:
– Y a nosotros, ¿qué? Eso es problema tuyo.
5 Arrojó el dinero en el santuario, se fue y se ahorcó.
6 Los sumos sacerdotes, recogiendo el dinero, dijeron:
– No es lícito echarlo en la alcancía, porque es precio de una vida.
7 Y, después de deliberar, compraron el Campo del Alfarero para sepultura de extranjeros.
8 Por eso aquel campo se llama hasta hoy, Campo de Sangre.
9 Así se cumplió lo que profetizó Jeremías:
Tomaron las treinta monedas,
precio del que fue tasado,
del que tasaron los israelitas,
10 y con ello pagaron
el campo del alfarero;
según las instrucciones del Señor.
11

Jesús ante Pilato
Mc 15,2-15; Lc 23,2-5.13-25; cfr. Jn 18,29– 19,1.4-16

Jesús fue llevado ante el gobernador, el cual lo interrogó:
–¿Eres tú el rey de los judíos?
Contestó Jesús:
– Tú lo has dicho.
12 Pero, cuando lo acusaban los sumos sacerdotes y los ancianos no respondía nada.
13 Entonces le dijo Pilato:
–¿No oyes de cuántas cosas te acusan?
14 Pero no respondió una palabra, con gran admiración del gobernador.
15 Por la Pascua acostumbraba el gobernador soltar a un prisionero, el que la gente quisiera.
16 Tenía entonces un preso famoso llamado [Jesús] Barrabás.
17 Cuando estaban reunidos, les preguntó Pilato:
–¿A quién quieren que les suelte? ¿A [Jesús] Barrabás o a Jesús, llamado el Mesías?
18 Ya que le constaba que lo habían entregado por envidia.
19 Estando él sentado en el tribunal, su mujer le envió un recado:
– No te metas con ese inocente, que esta noche en sueños he sufrido mucho por su causa.
20 Mientras tanto los sumos sacerdotes y los ancianos persuadieron a la multitud para que pidieran la libertad de Barrabás y la condena de Jesús.
21 El gobernador tomó la palabra:
–¿A cuál de los dos quieren que les suelte?
Contestaron:
– A Barrabás.
22 Respondió Pilato:
–¿Y qué hago con Jesús, llamado el Mesías?
Contestaron todos:
– Crucifícalo.
23 Él les dijo:
– Pero, ¿qué mal ha hecho?
Pero ellos seguían gritando:
– Crucifícalo.
24 Viendo Pilato que no conseguía nada, al contrario, que se estaban amotinando, pidió agua y se lavó las manos ante la gente diciendo:
– No soy responsable de la muerte de este inocente. Es cosa de ustedes.
25 El pueblo respondió:
– Que su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos.
26 Entonces les soltó a Barrabás, y a Jesús lo hizo azotar y lo entregó para que lo crucificaran.
27

Burla de los soldados
Mc 15,16-20; cfr. Jn 19,2s

Entonces los soldados del gobernador condujeron a Jesús al pretorio y reunieron en torno a él a toda la guardia.
28 Lo desnudaron, lo envolvieron en un manto escarlata,
29 trenzaron una corona de espinas y se la colocaron en la cabeza, y pusieron una caña en su mano derecha. Después, burlándose, se arrodillaban ante él y decían:
–¡Salud, rey de los judíos!
30 Le escupían, le quitaban la caña y le pegaban con ella en la cabeza.
31 Terminada la burla, le quitaron el manto y lo vistieron con su ropa. Después lo sacaron para crucificarlo.
32

Muerte de Jesús
Mc 15,21-41; Lc 23,26-49; cfr. Jn 19,17-30

A la salida encontraron un hombre de Cirene, llamado Simón, y lo forzaron a cargar con la cruz.
33 Llegaron a un lugar llamado Gólgota – es decir, Lugar de la Calavera– ,
34 y le dieron a beber vino mezclado con hiel. Él lo probó, pero no quiso beberlo.
35 Después de crucificarlo, se repartieron a suertes su ropa
36 y se sentaron allí custodiándolo.
37 Encima de la cabeza pusieron un letrero con la causa de la condena: Éste es Jesús, rey de los judíos.
38 Con él estaban crucificados dos asaltantes, uno a la derecha y otro a la izquierda.
39 Los que pasaban lo insultaban moviendo la cabeza
40 y diciendo:
– El que derriba el santuario y lo reconstruye en tres días que se salve; si es Hijo de Dios, que baje de la cruz.
41 A su vez, los sumos sacerdotes con los letrados y los ancianos se burlaban diciendo:
42 – Salvó a otros, y no puede salvarse a sí mismo. Si es rey de Israel, que baje ahora de la cruz y creeremos en él.
43 Ha confiado en Dios: que lo libre ahora si es que lo ama. Pues ha dicho que es Hijo de Dios.
44 También los asaltantes crucificados con él lo insultaban.
45 A partir de mediodía se oscureció todo el territorio hasta media tarde.
46 A media tarde Jesús gritó con voz potente:
–Elí Elí lema sabactani – o sea: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? – .
47 Algunos de los presentes, al oírlo, comentaban:
– Está llamando a Elías.
48 Enseguida uno de ellos corrió, tomó una esponja empapada en vinagre y con una caña le dio a beber.
49 Los demás dijeron:
– Espera, a ver si viene Elías a salvarlo.
50 Jesús, lanzando un nuevo grito, entregó su espíritu.
51 El velo del templo se rasgó en dos de arriba abajo, la tierra tembló, las piedras se partieron,
52 los sepulcros se abrieron y muchos cadáveres de santos resucitaron.
53 Y, cuando él resucitó, salieron de los sepulcros y se aparecieron a muchos en la Ciudad Santa.
54 Al ver el terremoto y lo que sucedía, el centurión y la tropa que custodiaban a Jesús decían muy espantados:
– Realmente éste era Hijo de Dios.
55 Estaban allí mirando a distancia muchas mujeres que habían acompañado y servido a Jesús desde Galilea.
56 Entre ellas estaban María Magdalena, María, madre de Santiago y José, y la madre de los Zebedeos.
57

Sepultura de Jesús
Mc 15,42-47; Lc 23,50-56; cfr. Jn 19,38-42

Al atardecer llegó un hombre rico de Arimatea, llamado José, que también había sido discípulo de Jesús.
58 Se presentó ante Pilato y le pidió el cadáver de Jesús. Pilato mandó que se lo entregaran.
59 José lo tomó, lo envolvió en una sábana de lino limpia,
60 y lo depositó en un sepulcro nuevo que se había excavado en la roca; después hizo rodar una gran piedra a la entrada del sepulcro y se fue.
61 Estaban allí María Magdalena y la otra María sentadas frente al sepulcro.
62 Al día siguiente, el que sigue a la vigilia, se reunieron los sumos sacerdotes con los fariseos y fueron a Pilato
63 a decirle:
– Señor, recordamos que aquel impostor dijo cuando aún vivía que resucitaría al tercer día.
64 Manda que aseguren el sepulcro hasta el tercer día, no vayan a ir sus discípulos a robar el cadáver, para decir al pueblo que ha resucitado de entre los muertos. Este engaño sería peor que el primero.
65 Les respondió Pilato:
– Ahí tienen una guardia: vayan y asegúrenlo como saben.
66 Ellos aseguraron el sepulcro poniendo sellos en la piedra y colocando la guardia.

Patrocinio

 
 

Introducción a Mateo

Mateo

Contexto histórico. La obra de Mateo nos sitúa en la segunda generación cristiana. Durante varias décadas, después de la muerte y resurrección de Jesús, sus seguidores forman un grupo más -los «nazarenos»- dentro de la gran familia religiosa judía de fariseos, saduceos, zelotas, esenios y otros. Conviven con los demás grupos entre tensiones, tolerancia, indiferencia o sospecha. No faltan amagos y brotes de persecución. Así, hasta el año 70 en que sobreviene la catástrofe de Judea y Jerusalén, con la destrucción del Templo, en la guerra judeo-romana. De las ruinas materiales y la crisis espiritual emerge un grupo fariseo que unifica poderosamente la religiosidad bajo un férreo y normativo judaísmo, excluyendo cualquier tipo de pluralidad religiosa. De este modo, el rechazo a los cristianos o nazarenos cobra más intensidad hasta hacerse oficial en el sínodo judío de Yamnia (entre el año 85 y 90). Los judíos cristianos son excluidos formalmente de la sinagoga y deben comenzar a caminar solos.

Destinatarios
. Mateo parece escribir principalmente para estas comunidades, conscientes ya de su propia identidad. Y afirma, como «el dueño de una casa que saca de su tesoro cosas nuevas y viejas» (13,52), la continuidad y la novedad del mensaje de Jesús respecto a sus raíces judías. Continuidad, porque en Él, que es el Mesías, se cumplen las profecías y alcanza su perfección la Ley. Novedad, porque la «Buena Noticia», el «Evangelio», desborda todas las expectativas: «el vino nuevo se echa en odres nuevos» (9,17). Por eso, entre otras cosas, cita con frecuencia textos del Antiguo Testamento que se cumplen en muchos acontecimientos de la vida de Jesús, además de entroncarlo en la genealogía de David y de Abrahán (1,1). Jesús, superior a Moisés, aprueba los mandatos de la ley judía, pero también los corrige y los lleva a plenitud proponiendo sus bienaventuranzas (5,3-10). Después del momento escatológico de su muerte, investido de plenos poderes con la resurrección, lega su enseñanza como mandamientos a sus discípulos (28,16-20): en vez de la convergencia de las naciones hacia Israel, anunciada por los profetas, promueve la propagación de la Buena Noticia para todo el mundo. En vez de la circuncisión, instaura el bautismo como signo y realidad de pertenencia al nuevo pueblo de Dios.

Autor, fecha y lugar de composición.
Una tradición muy antigua atribuyó este evangelio a Mateo, el apóstol publicano (9,9). Hoy en día, sin embargo, una serie de razones convincentes hace pensar que su autor fue un cristiano de la segunda generación, proveniente del judaísmo de la diáspora. Compuso su obra en griego, utilizando los materiales de Marcos -el primer evangelio que se escribió-, e inspirándose también en otra tradición escrita, hoy perdida, conocida como «documento Q». En cuanto a su fecha de composición, el autor tiene conocimiento de la destrucción de Jerusalén (año 70) y experimenta muy de cerca la separación de los cristianos de la sinagoga judía (85-90); por eso, muchos biblistas sugieren como fecha probable la década de los 80. En cuanto a su lugar de origen: Antioquía, la capital de Siria, es la hipótesis más aceptada.

Un evangelio para una Iglesia que comienza a caminar.
Mateo es el evangelio más conocido, preferido y citado por la tradición antigua de la Iglesia, hasta llegar a ser, incluso en nuestros días, algo así como el «evangelio eclesiástico» por excelencia. Entre las razones que avalan esta afirmación, encontramos:
Su estilo literario.
Sobrio y didáctico. Claridad de composición y del desarrollo de los acontecimientos. Los relatos están cuidadosamente elaborados. Todo ello hace que sea un evangelio para ser proclamado en una asamblea eclesial.
Su carácter doctrinal. Aunque no es un tratado doctrinal o un catecismo, Mateo relata los hechos y milagros de la vida de Jesús teniendo presente a una comunidad cristiana de la segunda generación que comienza ya a organizarse y necesita ser instruida en la «nueva ley» que ha traído el Señor.
El Jesús que presenta. No es el Jesús visto con la espontaneidad del evangelio de Marcos, sino el Jesús que la fe de la comunidad vive y expresa en sus celebraciones litúrgicas: lleno de dignidad, majestuoso, y lleno de citas proféticas que se cumplen en su persona.
Los apóstoles. A diferencia del grupo asustadizo, duro de cabeza y tardo en comprender que nos presenta Marcos sin paliativos, el retrato que nos brinda Mateo de los apóstoles es el que conviene a una comunidad que comienza a organizarse y que necesita del ejemplo, prestigio y la autoridad de sus responsables. Reconociendo sus defectos, pero limando sus asperezas, los apóstoles, según Mateo, terminan comprendiendo las enseñanzas y las parábolas del Maestro (16,12); lo reconocen como Hijo de Dios (14,33). Cuando les habla del reinado de Dios y les pregunta si han entendido todo, ellos responden que sí, y a continuación los compara como a letrados expertos (13,51s). Más adelante los equipara a profetas, doctores y letrados (23,34). Es Mateo, también, el único de los evangelios sinópticos que nos relata el pasaje de la investidura de poder a Pedro, base y fundamento de la Iglesia (16,18).
El reino de Dios. Las comunidades de la segunda generación ya han comprendido que la instauración definitiva del reinado de Dios no es una realidad tan inminente, sino que les espera un largo camino por recorrer.
La Iglesia. Este reinado de Dios, en camino hacia su manifestación definitiva, ha tomado cuerpo en la comunidad cristiana, a la que Mateo llama «Iglesia», continuadora legítima del Israel histórico. Es el Israel auténtico que ha entrado ya en la etapa final. La comunidad no tiene que añorar el pasado ni renegar de él. Ahora se aglutina en su lealtad a Jesús, Mesías y Maestro, nuevo Moisés e Hijo de David. Es una comunidad consciente y organizada, en la que van cuajando normas de conducta, prácticas sacramentales y litúrgicas, y hasta una institución judicial. Una comunidad que se abre para anunciar su mensaje a judíos y paganos.

Sinopsis. La gran introducción de la infancia tiene valor de relato programático sobre la falsilla de Moisés en Egipto y de ciertos anuncios proféticos (1s). Tras el bautismo (3), el cuerpo de la obra se reparte geográficamente entre el ministerio en Galilea (4-13) y en Jerusalén (14-25), donde Jesús va pronunciando sus famosos cinco discursos -como un nuevo Pentateuco-: El sermón del monte (5-7), como contrafigura de la ley de Moisés; la misión presente de los apóstoles (10) que prefigura la futura; las parábolas (13) que explican cómo es el reinado de Dios; las instrucciones a la comunidad (18) y el discurso escatológico (24s). Sigue como desenlace la pasión, muerte y resurrección (26-28) sobre la falsilla de Sal 22 y otros textos del Antiguo Testamento.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

Patrocinio

Notas

Mateo 27,1-2Conducido a Pilato. Era competencia romana permitir la ejecución de condenas a muerte. Como se verá después, las autoridades judías buscan algo más: un proceso civil por rebelión, terreno en el cual ellos no son competentes. Pilato representa el poder militar de Roma en la región.


Mateo 27,3-10Muerte de Judas. Antes de narrar el proceso de Jesús ante Pilato, Mateo describe, a modo de digresión, el trágico final de Judas. La frase «viendo que lo habían condenado» (3) da a entender que Judas había seguido con ansiedad el desarrollo del proceso. Quizás no esperaba que se impusiera a Jesús la pena de muerte, y la gravedad de su traición se hizo presente cuando conoció la sentencia del Gran Consejo.
Antes de morir, Judas añade su testimonio sobre la inocencia de Jesús. Confiesa su pecado, pero desespera del perdón.
Mateo 27,11-26Jesús ante Pilato. Tras la interrupción del episodio precedente, continúa el proceso ante Pilato hasta su desenlace fatal. Mateo sigue acumulando testimonios sobre la inocencia de Jesús: la resistencia y los manejos de Pilato, su declaración aparatosa, el sueño de su mujer. Correlativamente, carga la mano sobre la responsabilidad de las autoridades judías y «la multitud» allí reunida (20). En la imprecación final los llama «el pueblo» (25); en esta ampliación de la responsabilidad parece reflejarse la ruptura consumada entre judaísmo y cristianismo y la exclusión oficial de los cristianos por parte de la autoridad judía.
Una lectura superficial de este pasaje de Mateo ha servido a veces en la historia para señalar al pueblo judío como el causante y responsable de la muerte de Jesús. Sin embargo, lo que aquí se nos muestra es que en Jesús, el justo, el Mesías, se cumple la voluntad de Dios. El rechazo de su pueblo forma parte de ese plan misterioso de Dios.
Mateo 27,27-31Burla de los soldados. El motivo de la burla es la acusación que los jefes de los sacerdotes han hecho contra Jesús. Una acusación falsa, pero que será el motivo de su condena. El episodio está narrado con cierta ironía (cfr. 26,67s). Los lectores del evangelio reconocen a Jesús como Rey, pero saben que no es de este mundo. Contemplar estos gestos brutales les hace entrar más de lleno en el misterio de por qué Jesús ha sido incomprendido y rechazado. En el momento de mayor humillación es cuando se manifiesta el misterio de Jesús, que ha venido a derramar su sangre por todos.
Mateo 27,32-56Muerte de Jesús. Éste es el relato cumbre de la historia de la pasión. Mateo presenta siete cuadros en este momento dramático, punto culminante de la historia de la salvación:
1. Las tinieblas (45). Cubren la tierra en pleno día, evocando el anuncio de Amós: «Aquel día... haré ponerse el sol a mediodía... harán duelo como por el hijo único» (Amó_8:9s). Los primeros cristianos releyeron este pasaje como vaticinio profético de la muerte del Hijo de Dios.
2. La oración de Jesús (46). Jesús experimenta el abandono de Dios (Sal 22), a pesar de haberse mantenido fiel hasta el extremo. El que experimenta este abandono es el mismo que había dicho antes: «no se haga mi voluntad sino la tuya» (Amó_26:39). El grito de angustia y abandono en la cruz es una súplica dirigida a Dios con la esperanza de ser escuchado.
3. La evocación de Elías (47-49). En la palabra aramea «Eli» («Dios mío») algunos creen (o fingen) oír el nombre de Elías, a quien se consideraba el precursor de la venida triunfal del Mesías.
4. La muerte de Jesús (50). El momento de mayor tensión en todo el relato evangélico se describe con la máxima economía de palabras.
5. Los fenómenos cósmicos (51-53). Ocurre algo inesperado. La ruptura del velo anuncia que el Templo ha perdido su carácter sagrado y que lo antiguo ha llegado a su fin. El lugar sagrado del judaísmo, la morada exclusiva de Dios sobre la tierra, ya no es más el lugar por excelencia del encuentro con Dios. La muerte de Jesús abrió el acceso a Dios, antes oculto detrás del velo. La muerte de Jesús no sólo destruye las antiguas estructuras, sino que introduce otras nuevas. A Dios no hay ya que buscarlo en un templo hecho por manos humanas, sino en Jesús que es verdaderamente Dios-con-nosotros, el verdadero Templo de Dios.
6. La fe de los paganos (54). Con la confesión de los soldados, Mateo quiere mostrar la fuerza reveladora de la muerte de Jesús. De paso propone un contraste: los judíos rehúsan, los paganos confiesan. El Mesías se convierte en esperanza de las naciones.
7. Las mujeres (55s). La noticia sobre las mujeres hace de puente para los relatos de la resurrección. Su presencia hasta el final contrasta con la ausencia cobarde de los discípulos. Desde el comienzo gozoso en Galilea hasta el final doloroso, ellas le han acompañado y servido. Otra enseñanza para la comunidad.
Mateo 27,57-66Sepultura de Jesús. La sepultura de una persona era muy importante entre los israelitas. Verse privado de ella era una ignominia final. Un ajusticiado debía ser apartado para no contaminar el terreno (Deu_21:22s), por lo que le correspondía la fosa común. José quiere ofrecer su homenaje póstumo al Maestro y se une así al homenaje anticipado de la mujer que lo ungió para la sepultura (Deu_26:13). Al acto de la sepultura asisten como testigos dos de las mujeres antes citadas.
El resto de las afirmaciones del relato está hecho teniendo en cuenta el acontecimiento final: la resurrección (62s). Debían prevenirse de las acusaciones posteriores que negaran la resurrección, así que el evangelio trata de explicar el origen del rumor del robo del cadáver y demostrar su falsedad.