Daniel  13 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 64 versitos |
1 Vivía en Babilonia un hombre llamado Joaquín,
2 casado con Susana, hija de Jelcías, mujer muy bella y religiosa.
3 Sus padres eran honrados y habían educado a su hija según la ley de Moisés.
4 Joaquín era muy rico y tenía un parque junto a su casa; como era el más respetado de todos, los judíos solían reunirse allí.
5 Aquel año fueron designados jueces dos ancianos del pueblo, de esos que el Señor denuncia diciendo: En Babilonia la maldad ha brotado de los viejos jueces, que pasan por guías del pueblo.
6 Solían ir a casa de Joaquín, y los que tenían pleitos que resolver acudían a ellos.
7 A mediodía, cuando la gente se marchaba, Susana salía a pasear por el parque con su marido.
8 Los ancianos la veían a diario, cuando salía a pasear por el parque, y se enamoraron de ella:
9 Pervirtieron su corazón y desviaron los ojos para no mirar a Dios ni acordarse de sus justas leyes.
10 Los dos estaban locos de pasión por ella, pero no se confesaban mutuamente su tormento,
11 porque les daba vergüenza admitir que estaban ansiosos de poseerla.
12 Día tras día se las ingeniaban para verla.
13 Un día dijeron:
–Vamos a casa, que es la hora de comer.
14 Y al salir se separaron. Pero, dando media vuelta, se encontraron otra vez en el mismo sitio. Preguntando uno a otro el motivo, acabaron por confesarse su pasión. Entonces, de acuerdo, fijaron una ocasión para encontrarla sola.
15 Un día, mientras aguardaban ellos el momento oportuno, salió ella como de ordinario, acompañada sólo de dos criadas, y se le antojó bañarse en el parque, porque hacía mucho calor.
16 Allí no había nadie fuera de los dos viejos escondidos y espiándola.
17 Susana dijo a las criadas:
–Tráiganme el perfume y las cremas y cierren la puerta del parque mientras me baño.
18 Ellas, cumpliendo la orden, cerraron la puerta del parque y salieron por una puerta lateral para traer el encargo, sin darse cuenta de que los viejos estaban escondidos.
19 Apenas salieron las criadas, se levantaron los dos ancianos, corrieron hacia ella
20 y le dijeron:
–Las puertas del parque están cerradas, nadie nos ve y nosotros estamos enamorados de ti; consiente y acuéstate con nosotros.
21 Si te niegas, daremos testimonio contra ti diciendo que un joven estaba contigo y que por eso habías despachado a las criadas.
22 Susana lanzó un gemido y dijo:
–No tengo salida: si hago eso seré rea de muerte; si no lo hago, no escaparé de sus manos.
23 Pero prefiero no hacerlo y caer en manos de ustedes antes que pecar contra Dios.
24 Susana se puso a gritar, y los concejales, por su parte, también gritaron.
25 Uno de ellos fue corriendo y abrió la puerta del parque.
26 Al oír gritos en el parque, la servidumbre vino corriendo por la puerta lateral a ver qué le había pasado.
27 Y cuando los viejos contaron su historia los criados quedaron abochornados, porque Susana nunca había dado que hablar.
28 Al día siguiente, cuando la gente vino a casa de Joaquín, su marido, vinieron también los dos viejos con el propósito criminal de hacerla morir.
29 En presencia del pueblo ordenaron:
–Vayan a buscar a Susana, hija de Jelcías, mujer de Joaquín.
30 Fueron a buscarla, y vino ella con sus padres, hijos y parientes.
31 Susana era una mujer muy delicada y muy hermosa.
32 Los malvados le mandaron quitarse el velo que llevaba echado para gozar mirando su belleza.
33 Toda su familia y cuantos la veían lloraban.
34 Entonces, los dos ancianos se levantaron en medio de la asamblea y pusieron las manos sobre la cabeza de Susana.
35 Ella, llorando, levantó la vista al cielo, porque su corazón confiaba en el Señor.
36 Los ancianos declararon:
–Mientras paseábamos nosotros solos por el parque, salió ésta con dos criadas, cerró la puerta del parque y despidió a las criadas.
37 Entonces se le acercó un joven que estaba escondido y se acostó con ella.
38 Nosotros estábamos en un rincón del parque, y al ver aquel delito corrimos hacia ellos.
39 Los vimos abrazados, pero no pudimos sujetar al joven, porque era más fuerte que nosotros, y abriendo la puerta salió corriendo.
40 En cambio, a ésta la agarramos y le preguntamos quién era el joven, pero no quiso decírnoslo. Damos testimonio de ello.
41 Como eran ancianos del pueblo y jueces, la asamblea les creyó y condenó a muerte a Susana.
42 Ella dijo gritando:
–Dios eterno que ves lo escondido, que lo sabes todo antes de que suceda,
43 tú sabes que han dado falso testimonio contra mí, y ahora tengo que morir siendo inocente de lo que su maldad ha inventado contra mí.
44 El Señor la escuchó.
45 Mientras la llevaban para ejecutarla, Dios movió con su santa inspiración a un muchacho llamado Daniel;
46 éste dio una gran voz:
–¡No soy responsable de ese homicidio!
47 Toda la gente se volvió a mirarlo y le preguntaron:
–¿Qué pasa, qué estás diciendo?
48 Él, plantado en medio de ellos, les contestó:
–Pero, ¿están locos, israelitas? ¿Conque sin discutir la causa ni investigar los hechos condenan a una israelita?
49 Vuelvan al tribunal, porque ésos han dado falso testimonio contra ella.
50 La gente volvió a toda prisa y los ancianos le dijeron:
–Ven, siéntate con nosotros y explícate; porque Dios te ha dado la madurez de un anciano.
51 Daniel les dijo:
–Sepárenlos lejos uno del otro, que los voy a interrogar yo.
52 Los apartaron, él llamó a uno y le dijo:
–¡Envejecido en años y en crímenes! Ahora vuelven tus pecados pasados;
53 cuando dabas sentencia injusta condenando inocentes y absolviendo culpables, contra el mandato del Señor: No matarás al inocente ni al justo.
54 Ahora, ya que tú la viste, dime debajo de qué árbol los viste abrazados.
Él respondió:
–Debajo de una acacia.
55 Replicó Daniel:
–Tu calumnia se vuelve contra ti: el ángel de Dios ha recibido la sentencia divina y te va a partir por medio.
56 Lo apartó, mandó traer al otro y le dijo:
–¡Eres cananeo y no judío! La belleza te sedujo y la pasión pervirtió tu corazón.
57 Eso hacían con las mujeres israelitas, y ellas por miedo se acostaban con ustedes; pero una mujer judía no ha tolerado la maldad de ustedes.
58 Ahora dime: ¿bajo qué árbol los sorprendiste abrazados?
Él contestó:
–Debajo de una encina.
59 Replicó Daniel:
–Tu calumnia se vuelve contra ti: el ángel de Dios aguarda con la espada para dividirte por medio. Y así acabará con ustedes.
60 Entonces toda la asamblea se puso a gritar bendiciendo a Dios, que salva a los que esperan en él.
61 Se levantaron contra los dos ancianos a quienes por su propia confesión Daniel había declarado culpables de falso testimonio
62 y los ajusticiaron según la ley de Moisés, aplicándoles la misma pena que ellos habían tramado contra su prójimo. Aquel día se salvó una vida inocente.
63 Jelcías, su mujer, todos los parientes y Joaquín, el marido, alabaron a Dios, porque su pariente Susana no había cometido ninguna acción vergonzosa.
64 Y desde aquel día, Daniel gozó de gran prestigio entre el pueblo.

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Introducción a Daniel 

DANIEL

La obra. Lo que hoy leemos como libro de Daniel es una obra compleja y aparte en el Antiguo Testamento. Empezando por la lengua, encontramos una serie de capítulos escritos en hebreo que imita el clásico, otros están escritos en arameo, otros en griego. Una obra trilingüe.
Es muy fácil separar los fragmentos griegos como adiciones posteriores, escritas en esa lengua o traducidas de un original semítico. No es fácil dar razón definitiva de la mezcla de hebreo con arameo; es más razonable pensar que los textos se escribieron primero en hebreo y que parte se tradujo al arameo, lengua corriente de la época.
La distribución de formas y temas no coincide con el reparto de lenguas. Encontramos tres tipos fundamentales: una serie de episodios narrativos, que tienen por protagonistas a Daniel y sus compañeros; una serie de visiones de Daniel explicadas por un ángel; dos plegarias amplias y otras breves. Los relatos están en hebreo (1), arameo (2-6) y griego (13-14); las visiones en arameo (7) y hebreo (8-12); las amplias plegarias en griego (3,24-90) y las demás en la lengua del contexto.

Autor. El personaje Daniel -«Dios es mi juez», en hebreo- es introducido unas veces en tercera persona (1-6); otras, en primera (8-12), como si fuera el autor. En el capítulo 7 pasa de la tercera a la primera. En los relatos aparece como adivino y jefe de magos (4,5; 5,10-12), y como político y administrador real (2,48; 6,3s; 8,27).
Parece ser que en la antigüedad hubo un personaje famoso por su bondad y sabiduría, llamado Daniel ( Eze_14:14 .20; Eze_28:3 ). Fuera de la Biblia aparece como «Dnil» en el poema ugarítico de Aqhat. ¿Existió un personaje semejante, del mismo nombre, en tiempo del destierro? No lo sabemos. El caso es que Daniel se hizo legendario y popular; por eso lo seleccionaron como protagonista para esta obra. La pseudonimia es normal en el género apocalíptico: hay Apocalipsis de Henoc, de Moisés, de Isaías, de Baruc, etc.

Época. El libro está compuesto durante la persecución de Antíoco IV (175-163 a.C.), después del 167 a.C. y algo antes de su muerte. Por la persecución religiosa y las rivalidades internas, los judíos atraviesan una grave crisis. El autor quiere infundirles ánimo y esperanza: lo hace con un personaje ficticio y aureolado, en un género literario nuevo, el apocalíptico.
Algunos piensan que los capítulos 1-6 fueron escritos al final del período persa o al comienzo del helenista, o sea en la segunda mitad del s. IV a.C. Las adiciones griegas, por su carácter ficticio o fantástico, no permiten una datación probable.

Género apocalíptico. Con el libro de Daniel entra en el Antiguo Testamento un género literario nuevo, el género apocalíptico. El libro fue admitido en el canon judío de las Escrituras, no como libro profético, pues la serie estaba clausurada, sino entre los «Escritos», concepto vago y acogedor. En realidad, Daniel es el único escrito apocalíptico, entre muchos, considerado como inspirado por Dios. En las versiones griega y latina y en la tradición cristiana, Daniel figura como uno de los cuatro «profetas mayores».
La apocalíptica es heredera de la profecía; surge cuando la profecía se ha extinguido («ya no vemos nuestros estandartes, ni tenemos un profeta, ninguno de nosotros sabe hasta cuándo» Sal_74:9 ) y pretende llevar adelante su misión.
En momentos de crisis, la apocalíptica trae un mensaje de esperanza: la tribulación es pasajera, el Señor actuará, pronto y de modo definitivo. En varias ocasiones la apocalíptica se presenta como la visión actualizada de una profecía.

Tema. El tema del libro es el drama de la historia. Luchan y caen y se suceden imperios y reinos. Los soberanos y emperadores actúan como protagonistas, pero la historia está gobernada por Dios y es conducida a un desenlace que llega de modo repentino, aunque previsto por el vidente y explicado por el intérprete. El paso dramático de un imperio a otro anticipa y prefigura el cambio final: la restauración del reino definitivo y universal del Señor de la historia en la que los sujetos pasivos y sufrientes de la misma, los «elegidos y consagrados», pasarán a primer plano con un nuevo poder concedido por Dios. Lo que sucede después, se anuncia, no se describe.
Los recursos principales del género y del libro son la ficción narrativa y la alegoría. El autor despliega a grandes trazos el pasado, lo estiliza y lo cuenta como profecía. Para ello inventa un personaje pretérito, a quien da un nombre ilustre y pone en su boca la historia pasada como profecía de futuro. La alegoría sirve también para comunicar en clave enseñanzas políticamente peligrosas.
En el uso de la alegoría el autor de 2-7 ha sido genial. Con función alegórica ha sabido crear unas cuantas imágenes poderosas que han fecundado el arte y el pensamiento occidental: la estatua de diversos materiales, el emperador convertido en fiera, el festín de Baltasar, los jóvenes en el horno, Daniel en el foso de los leones, las cuatro fieras con el anciano y la figura humana. ¿Cuántos escritores podrán exhibir semejante repertorio? Gracias a su vigor imaginativo, esos símbolos han sobrevivido al fracaso de la expectación del autor, se han desprendido de sus ataduras alegóricas y han comenzado una nueva vida como instrumentos para interpretar la historia.

Daniel y el Nuevo Testamento. Tres doctrinas principales han influido de algún modo en el Nuevo Testamento. La angelología, incluso con los nombres concretos de Miguel y de Gabriel (Lucas, Judas y Apocalipsis). La doctrina de la resurrección y retribución en la otra vida. La «figura humana» del capítulo 7, que por una falsa traducción se convirtió en «el Hijo del Hombre» trascendente, el de la parusía anunciada.
Además de éstos, Mar_13:14 y Mat_24:15 mencionan al «ídolo abominable» de Dan_9:27 y 12,11; Mar_13:19 y Mat_24:21 citan literalmente a Dan_12:1 . Finalmente 1Co_6:2 parece basado en Dan_7:22 . De los relatos griegos, el de Susana ha tenido gran aceptación en la teología y en el arte cristiano.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas