Salmos 107 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 43 versitos |
1 Den gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterno su amor.
2 Que lo digan los rescatados por el Señor,
los que rescató del poder enemigo;
3 los que reunió de distintas naciones:
del este y oeste, del norte y sur.
4 Erraban por un desierto desolado,
no encontraban el camino
hacia una ciudad habitada;
5 pasaban hambre y sed,
se apagaba su aliento.
6 Pero clamaron al Señor en su angustia,
y los libró de sus congojas.
7 Los guió por un camino llano
para llegar a una ciudad habitada.
8 Den gracias al Señor por su amor,
por las maravillas en favor de los humanos,
9 porque sació la garganta jadeante
y llenó de bienes la garganta famélica.
10 Habitaban en lúgubres tinieblas,
encadenados con hierros torturantes,
11 por desafiar las órdenes de Dios
y despreciar el plan del Altísimo.
12 Doblegó su terquedad con fatigas,
sucumbían y nadie los socorría.
13 Pero clamaron al Señor en su angustia
y los salvó de sus congojas.
14 Los sacó de las lúgubres tinieblas,
y rompió sus cadenas.
15 Den gracias al Señor por su amor,
por las maravillas a favor de los humanos,
16 porque quebró las puertas de bronce
y trituró los barrotes de hierro.
17 Embotados por su proceder pecador,
eran atormentados por sus iniquidades.
18 Les repugnaba cualquier alimento,
y ya tocaban las puertas de la muerte.
19 Pero clamaron al Señor en su angustia
y los salvó de sus congojas.
20 Envió su palabra para sanarlos,
para arrancarlos de la fosa.
21 Den gracias al Señor por su amor,
por las maravillas a favor de los humanos.
22 Ofrézcanle sacrificios de acción de gracias
y proclamen sus obras con aclamaciones.
23 Se hicieron a la mar en sus navíos,
comerciando por aguas caudalosas,
24 contemplaron las obras de Dios,
sus maravillas en alta mar.
25 Él mandó alzarse un ventarrón borrascoso,
que encrespaba las olas;
26 subían a los cielos, bajaban al abismo,
su aliento se entrecortaba por el peligro;
27 danzaban y se tambaleaban como borrachos,
pues su pericia se había desvanecido.
28 Pero clamaron al Señor en su angustia
y los sacó de sus congojas.
29 Redujo la borrasca a susurro
y enmudeció el oleaje del mar.
30 Se alegraron de aquella bonanza,
y los condujo al puerto ansiado.
31 Den gracias al Señor por su amor,
por las maravillas a favor de los humanos.
32 Aclámenlo en la asamblea del pueblo,
alábenlo en el consejo de los ancianos.
33 Transformó los ríos en desierto,
y los manantiales en sequedal;
34 la tierra fértil en marisma,
por la maldad de sus habitantes.
35 Transformó el desierto en estanques
y erial en manantiales.
36 Asentó allí a los hambrientos,
para que fundaran una ciudad habitable.
37 Sembraron campos, plantaron viñas,
y cosecharon un fruto copioso.
38 Los bendijo y se multiplicaron sobremanera
y su ganado nunca menguó.
39 Después menguaron y fueron abatidos,
por la opresión, la desventura y el dolor.
40 El que vierte desprecio sobre los príncipes
y los descarría por un desierto sin caminos,
41 levanta a los pobres de la miseria
y multiplica sus familias como rebaños.
42 Los rectos lo ven y se alegran,
y los malvados cierran la boca.
43 ¿Quién es sabio? ¡Recuerde todo esto,
y medite sobre el amor del Señor!

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Introducción a Salmos

LOS SALMOS

Los salmos son la oración de Israel. Son la expresión de la experiencia humana vuelta hacia Dios. Son expresión de la vida de un pueblo seducido por Dios. La tradición atribuye muchos de ellos al rey David, y algunos a Córaj y a Asaf; pero esto es sólo una cuestión convencional. Una cadena anónima de poetas, a lo largo de siglos, es la imagen más realista sobre los autores de estas piezas.
Como son variadas las circunstancias de la vida y lo fueron las de la historia, así surgieron, se repitieron y se afianzaron algunos tipos de salmos. Por eso resulta preferible una clasificación tipológica atendiendo al tema, los motivos, la composición y el estilo.
Los himnos cantan la alabanza y suelen ser comunitarios: su tema son las acciones de Dios en la creación y la historia. Muy cerca están las acciones de gracias por beneficios personales o colectivos: la salud recobrada, la inocencia reivindicada, una victoria conseguida, las cosechas del campo. De la necesidad brota la súplica, que es tan variada de temas como lo son las necesidades del individuo o la sociedad; el orante motiva su petición, como para convencer o mover a Dios. De la súplica se desprende a veces el acto de confianza, basado en experiencias pasadas o en la simple promesa de Dios.
Los salmos reales se ocupan de diversos aspectos, que llegan a componer una imagen diferenciada del rey: batallas, administración de la justicia, boda, coronación, elección de la dinastía, y hay un momento en que estos salmos empiezan a cargarse de expectación mesiánica. Otro grupo canta y aclama el reinado del Señor, para una justicia universal.
El pecador confiesa su pecado y pide perdón en salmos penitenciales, o bien el grupo celebra una liturgia penitencial. Hay salmos para diversas ocasiones litúrgicas, peregrinaciones y otras fiestas. Otros se pueden llamar meditaciones, que versan sobre la vida humana o sobre la historia de Israel. Y los hay que no se dejan clasificar o que rompen el molde riguroso de la convención.
Los salmos se compusieron para su uso repetido: no los agota el primer individuo que los compone o encarga, ni la primera experiencia histórica del pueblo. Como realidades literarias, quedan disponibles para nuevas significaciones, con los símbolos capaces de desplegarse en nuevas circunstancias. A veces un retoque, una adición los adapta al nuevo momento; en otros casos basta cambiar la clave.
Por esta razón los salmos se conservaron y coleccionaron. Sabemos que surgieron agrupaciones menores y que después se coleccionaron en cinco partes (como un pentateuco de oración): 2-41; 42-72; 73-89; 90-106; 107-150. En el proceso de coleccionar, la división y numeración sufrió menoscabo: algunos salmos están arbitrariamente cortados en dos (9-10; 42-43); otros aparecen duplicados, al menos en parte (70 y 40; 53 y 14). Se explica que en la tradición griega se haya impuesto otra numeración. Aquí daremos la numeración Hebrea, añadiendo entre paréntesis la grecolatina.
En general, el estilo de los salmos se distingue por su realismo e inmediatez, no disminuido por la riqueza de imágenes y símbolos elementales; sólo algunos fragmentos con símbolos de ascendencia mítica se salen del cuadro general. Es intensa la expresión sin caer jamás en sentimentalismo. El lirismo es más compartido que personal; en muchos casos podríamos hablar de planteamientos y desarrollos dramáticos. La sonoridad y el ritmo son factores importantes del estilo. No sabemos cómo se ejecutaban: muchos se cantaban, probablemente con solistas y coro unísono; algunos quizá se danzaban, otros se recitaban en marchas o procesiones; otros acompañarían ritos específicos. Algunas de las notas añadidas por los transmisores parecen referirse a la ejecución. Estas notas, que asignan una situación histórica o dan una instrucción litúrgica, no son originales, por eso han sido omitidas en el texto, aunque entren en la numeración admitida.
Los salmos son también oración privilegiada de la comunidad cristiana y del individuo aislado. Muchos fueron rezados por nuesto Señor Jesucristo, quien les dio la plenitud de sentido que podían transportar. La experiencia de Israel y del hombre pasan por Cristo y debe encontrar de nuevo expresión en estas oraciones; su lenguaje puede llegar a ser lenguaje del rezo cristiano. El libro de los salmos es un repertorio que suministra textos para diversas ocasiones y a diversos niveles; su lectura puede interesar, pero sólo rezados serán realmente comprendidos.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Salmos 107,1-43Himno comunitario de acción de gracias y epílogo sapiencial. Comienza con una invitación a la alabanza (1-3). A continuación cuatro cánticos: el de los caravaneros (4-9), el de los prisioneros (10-16), el de los enfermos (17-22) y el de los marineros (23-32), fieles a la misma estructura: situación, invocación, liberación y acción de gracias. El epílogo sapiencial está formado por tres estrofas: el cántico del éxodo (33-35), el de la tierra, (36-39) y el del exilio/retorno (40-42). El verso conclusivo es sapiencial (43). La penosa situación origina el clamor; éste fuerza la intervención divina, que, una vez experimentada, induce a los liberados o salvados a alabar el amor eterno de Dios. Si nos fijamos en los estribillos, toda la historia santa es un entretejido, cuya urdimbre está formada por el clamor y la liberación (6.13.19.28: la liberación es presentada con distintos sinónimos). La palabra final de cada una de las etapas es la acción de gracias al Señor por la manifestación de su amor (8.15.21.31). A partir del versículo 33 comienza una reflexión, que en clave histórica implica la expulsión de los habitantes anteriores (40) y la transformación de los elementos naturales. En clave teológica, el autor se remonta al plan de Dios, Señor de la naturaleza y de la historia. El colofón (43) afecta a todo el salmo. No basta con hablar del pasado y contarlo, sino que la actuación divina, muestra de su amor, induce a una meditación constante sobre el amor divino. Los evangelios nos presentan situaciones parecidas a las que ha descrito el salmo: el pueblo hambriento, alimentado por Jesús (cfr. Mar_6:30-46); el endemoniado en los sepulcros, con «grillos y cadenas», liberado por Jesús (cfr. Mar_5:1-20); diversas clases de enfermedades sanadas (cfr. Mar_6:53-56 y 7,24-37); la tempestad calmada (cfr. Mar_4:35-41)... Quien ore con este salmo adquirirá la sabiduría, que se nutre del recuerdo y no cesa de meditar sobre el amor que Dios nos muestra a lo largo de la historia y de la vida. Es un excelente doctorado.